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Columnista - 10 noviembre, 2016

¡Habemus Aedificium!

En los últimos 40 años, el mundo católico y las naciones en general, han oído cuatro veces mencionar desde el balcón de la basílica de San Pedro, el ¡Habemus Papam! Cada vez que de la chimenea de la capilla Sixtina sale la fumata blanca, recibimos el anuncio de que un nuevo Papa ha sido elegido. […]

En los últimos 40 años, el mundo católico y las naciones en general, han oído cuatro veces mencionar desde el balcón de la basílica de San Pedro, el ¡Habemus Papam! Cada vez que de la chimenea de la capilla Sixtina sale la fumata blanca, recibimos el anuncio de que un nuevo Papa ha sido elegido. El ¡Tenemos Papa! que se escucha después desde el balcón, es la confirmación para la celebración mundial.

En el mundo laboral y en especial en lo público, nadie está esperando que de lo meramente administrativo para el funcionamiento de una entidad, se haga un anuncio contundente en términos de gestión; eso solo se espera de lo misional, lo que sirve para el funcionamiento se entiende como cotidiano, es decir, se hace o se hace. En cuanto al funcionamiento de una entidad, sólo lo excepcional es un asunto de resaltar, y así se evidencia en la Contraloría General de la República con la apertura de su nueva sede principal, en la ciudad de Bogotá.

No se trata de un anuncio menor. Más de 40 años tuvieron que pasar para que el máximo organismo de control fiscal del país, pudiese evidenciar las circunstancias de un nuevo edificio propio; nada más y nada menos que cuatro Papas, o quizás más. El mismo Contralor General de la República lideró las gestiones para la adquisición de un predio ubicado sobre la conocida Avenida 26 de la capital del país, identificado con la nomenclatura urbana carrera 69 No. 44 – 35. Con un total de 17 pisos, la edificación cuenta con un área de 55 mil 230 m2. Es la misma avenida que sirve de acceso al Aeropuerto Internacional El Dorado, cerca de la terminal de transporte terrestre más importante del país, y en la misma zona del Jardín Botánico de Bogotá. Y sin exagerar, el nuevo edificio de la Contraloría, además de un muy buen diseño, tiene ambientes metropolitanos que causan una gran impresión.

Habla muy mal de uno adular, pero habla peor de uno no decir las cosas por su nombre: además de una diligente gestión, estamos frente al edificio más completo de cualquier entidad pública del país, en cuanto a espacios, funcionalidad y diseños, que además de contar con 665 parqueaderos, está concebido para ambientes verdaderamente de oficina y espacios bañados por la luz.

El trámite para la nueva sede de la Contraloría General de la República no necesitó de cónclaves. La nueva edificación es producto de la formulación de un buen proyecto y el trabajo diligente de un equipo de funcionarios, con el señor Contralor a la cabeza, quien tuvo en la Vicecontralora una coequipera de lujo. Con una inversión de más de 308 mil millones de pesos, la nueva sede permite evidenciar en el presente la gestión del Contralor Maya Villazón, que representa un hecho que trascenderá en el futuro.

¡Habemus Aedificium! que como todo lo público, le pertenece a los más de 4.400 funcionarios de la CGR en todo el país, de los cuales poco más de 2.300 laboran en la ciudad de Bogotá y que se merecen una sede propia, sede que le pertenece por igual a la ciudadanía siendo consecuentes con una misión que involucra cada día más la participación ciudadana. Un edificio levantado para una entidad casi centenaria, que ha dado y tiene aún mucho que dar en la lucha contra la corrupción, desde su aspecto misional que es el control fiscal.

Columnista
10 noviembre, 2016

¡Habemus Aedificium!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Antonio Soto Murgas

En los últimos 40 años, el mundo católico y las naciones en general, han oído cuatro veces mencionar desde el balcón de la basílica de San Pedro, el ¡Habemus Papam! Cada vez que de la chimenea de la capilla Sixtina sale la fumata blanca, recibimos el anuncio de que un nuevo Papa ha sido elegido. […]


En los últimos 40 años, el mundo católico y las naciones en general, han oído cuatro veces mencionar desde el balcón de la basílica de San Pedro, el ¡Habemus Papam! Cada vez que de la chimenea de la capilla Sixtina sale la fumata blanca, recibimos el anuncio de que un nuevo Papa ha sido elegido. El ¡Tenemos Papa! que se escucha después desde el balcón, es la confirmación para la celebración mundial.

En el mundo laboral y en especial en lo público, nadie está esperando que de lo meramente administrativo para el funcionamiento de una entidad, se haga un anuncio contundente en términos de gestión; eso solo se espera de lo misional, lo que sirve para el funcionamiento se entiende como cotidiano, es decir, se hace o se hace. En cuanto al funcionamiento de una entidad, sólo lo excepcional es un asunto de resaltar, y así se evidencia en la Contraloría General de la República con la apertura de su nueva sede principal, en la ciudad de Bogotá.

No se trata de un anuncio menor. Más de 40 años tuvieron que pasar para que el máximo organismo de control fiscal del país, pudiese evidenciar las circunstancias de un nuevo edificio propio; nada más y nada menos que cuatro Papas, o quizás más. El mismo Contralor General de la República lideró las gestiones para la adquisición de un predio ubicado sobre la conocida Avenida 26 de la capital del país, identificado con la nomenclatura urbana carrera 69 No. 44 – 35. Con un total de 17 pisos, la edificación cuenta con un área de 55 mil 230 m2. Es la misma avenida que sirve de acceso al Aeropuerto Internacional El Dorado, cerca de la terminal de transporte terrestre más importante del país, y en la misma zona del Jardín Botánico de Bogotá. Y sin exagerar, el nuevo edificio de la Contraloría, además de un muy buen diseño, tiene ambientes metropolitanos que causan una gran impresión.

Habla muy mal de uno adular, pero habla peor de uno no decir las cosas por su nombre: además de una diligente gestión, estamos frente al edificio más completo de cualquier entidad pública del país, en cuanto a espacios, funcionalidad y diseños, que además de contar con 665 parqueaderos, está concebido para ambientes verdaderamente de oficina y espacios bañados por la luz.

El trámite para la nueva sede de la Contraloría General de la República no necesitó de cónclaves. La nueva edificación es producto de la formulación de un buen proyecto y el trabajo diligente de un equipo de funcionarios, con el señor Contralor a la cabeza, quien tuvo en la Vicecontralora una coequipera de lujo. Con una inversión de más de 308 mil millones de pesos, la nueva sede permite evidenciar en el presente la gestión del Contralor Maya Villazón, que representa un hecho que trascenderá en el futuro.

¡Habemus Aedificium! que como todo lo público, le pertenece a los más de 4.400 funcionarios de la CGR en todo el país, de los cuales poco más de 2.300 laboran en la ciudad de Bogotá y que se merecen una sede propia, sede que le pertenece por igual a la ciudadanía siendo consecuentes con una misión que involucra cada día más la participación ciudadana. Un edificio levantado para una entidad casi centenaria, que ha dado y tiene aún mucho que dar en la lucha contra la corrupción, desde su aspecto misional que es el control fiscal.