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Columnista - 9 abril, 2018

Glosas del libro ‘Juglares y trovadores del Caribe’

“Un día le pidieron al pianista austríaco Paul Badura Skoda una opinión de la poesía de León de Greiff, y él no dijo una palabra, se sentó en el piano y arrancó con unos hermosos acordes”. El profesor Carlos Gaviria considera que esta anécdota es una metáfora impecable, y hace este interrogante: ¿Habrá alguna manera […]

“Un día le pidieron al pianista austríaco Paul Badura Skoda una opinión de la poesía de León de Greiff, y él no dijo una palabra, se sentó en el piano y arrancó con unos hermosos acordes”. El profesor Carlos Gaviria considera que esta anécdota es una metáfora impecable, y hace este interrogante: ¿Habrá alguna manera más eficaz de decir que esa poesía es música?

Retomo esta reflexión del profesor Gaviria para hacer unos comentarios del libro “Juglares y trovadores del Caribe colombiano: trashumancia, poesía y canción”, escrito con la estética de la poesía y la sonoridad de la música, por eso se sugiere leerlo en voz alta. Su autora, Marina Quintero, profesora de la Universidad de Antioquia e investigadora cultural, se pasea por diversos foros y festivales con conferencias que son esplendores de poesía acompañadas con el donaire de su canto. En su caso es dable afirmar que, ella sí escribe como canta.

Marina abre puertas en los atajos, penetra en la espesura del bosque, y descubre que en el principio la noche pastoril era ofuscación y sueño, las espinas vulneraban la piel desnuda y el ronquido de la fiera atemorizaba el reposo, pero la luna con su epifanía alucinaba la memoria de los caminantes, y desde entonces, la poesía y la música se trenzan para cabalgar por las estaciones del tiempo.

Ella es una amante fiel de la música vallenata. Su infancia y adolescencia transcurrieron sobre el fondo de acordeones y poemas; los juglares despertaron sentimientos de admiración y un vivo interés de constituirse en difusora y defensora de esta expresión folclórica. Ese interés la motivó a crear (1983) el programa “Una voz y un acordeón” en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia; en esa labor, conoce el trabajo investigativo del profesor Rito Llerena Villalobos y las reflexiones de otros autores, que le permiten entrar en la naturaleza y la esencia de la canción vallenata. Hace dos años creó la cátedra ‘Música de acordeón del Caribe colombiano’, que desarrolla en la misma Universidad.

Uno de los primeros encantamientos de Marina con la música vallenata fue aquel momento de su infancia en Ocaña, su tierra nativa, cuando conoció a Ismael Rudas, acordeonero nacido en Caracolicito (Cesar). Algo similar le sucedió cuando viajó por primera vez de Valledupar a Villanueva al Festival Cuna de Acordeones en 1983, y ese día pudo ver de cerca al maestro Emiliano Zuleta en una parranda con Rafael Escalona en la casa de Juan Félix Daza.
El libro de Marina Quintero, que pronto estará en las librerías, es una selección de textos en homenaje a la música y a la poética de la juglaría en el decurso del siglo XX; rústicos heraldos, mensajeros campestres que con versos hacen que la primavera sea una eterna ilusión en los caminos.

Columnista
9 abril, 2018

Glosas del libro ‘Juglares y trovadores del Caribe’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

“Un día le pidieron al pianista austríaco Paul Badura Skoda una opinión de la poesía de León de Greiff, y él no dijo una palabra, se sentó en el piano y arrancó con unos hermosos acordes”. El profesor Carlos Gaviria considera que esta anécdota es una metáfora impecable, y hace este interrogante: ¿Habrá alguna manera […]


“Un día le pidieron al pianista austríaco Paul Badura Skoda una opinión de la poesía de León de Greiff, y él no dijo una palabra, se sentó en el piano y arrancó con unos hermosos acordes”. El profesor Carlos Gaviria considera que esta anécdota es una metáfora impecable, y hace este interrogante: ¿Habrá alguna manera más eficaz de decir que esa poesía es música?

Retomo esta reflexión del profesor Gaviria para hacer unos comentarios del libro “Juglares y trovadores del Caribe colombiano: trashumancia, poesía y canción”, escrito con la estética de la poesía y la sonoridad de la música, por eso se sugiere leerlo en voz alta. Su autora, Marina Quintero, profesora de la Universidad de Antioquia e investigadora cultural, se pasea por diversos foros y festivales con conferencias que son esplendores de poesía acompañadas con el donaire de su canto. En su caso es dable afirmar que, ella sí escribe como canta.

Marina abre puertas en los atajos, penetra en la espesura del bosque, y descubre que en el principio la noche pastoril era ofuscación y sueño, las espinas vulneraban la piel desnuda y el ronquido de la fiera atemorizaba el reposo, pero la luna con su epifanía alucinaba la memoria de los caminantes, y desde entonces, la poesía y la música se trenzan para cabalgar por las estaciones del tiempo.

Ella es una amante fiel de la música vallenata. Su infancia y adolescencia transcurrieron sobre el fondo de acordeones y poemas; los juglares despertaron sentimientos de admiración y un vivo interés de constituirse en difusora y defensora de esta expresión folclórica. Ese interés la motivó a crear (1983) el programa “Una voz y un acordeón” en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia; en esa labor, conoce el trabajo investigativo del profesor Rito Llerena Villalobos y las reflexiones de otros autores, que le permiten entrar en la naturaleza y la esencia de la canción vallenata. Hace dos años creó la cátedra ‘Música de acordeón del Caribe colombiano’, que desarrolla en la misma Universidad.

Uno de los primeros encantamientos de Marina con la música vallenata fue aquel momento de su infancia en Ocaña, su tierra nativa, cuando conoció a Ismael Rudas, acordeonero nacido en Caracolicito (Cesar). Algo similar le sucedió cuando viajó por primera vez de Valledupar a Villanueva al Festival Cuna de Acordeones en 1983, y ese día pudo ver de cerca al maestro Emiliano Zuleta en una parranda con Rafael Escalona en la casa de Juan Félix Daza.
El libro de Marina Quintero, que pronto estará en las librerías, es una selección de textos en homenaje a la música y a la poética de la juglaría en el decurso del siglo XX; rústicos heraldos, mensajeros campestres que con versos hacen que la primavera sea una eterna ilusión en los caminos.