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Columnista - 3 diciembre, 2016

Fidel no quiso esperar a Trump

“Soy estudiante, soy militante, voy a la guerra, con libro y lápiz voy a luchar, y a mi Colombia patria querida prometo un día triunfar y darle la libertad”. Ha venido a mi mente la canción titulada ‘Soy estudiante’ de la autoría de Elver Araujo Daza, incluida por los Hermanos López con Jorge Oñate en […]

“Soy estudiante, soy militante, voy a la guerra, con libro y lápiz voy a luchar, y a mi Colombia patria querida prometo un día triunfar y darle la libertad”.

Ha venido a mi mente la canción titulada ‘Soy estudiante’ de la autoría de Elver Araujo Daza, incluida por los Hermanos López con Jorge Oñate en el LP ‘Reyes vallenatos’ en el año 1971, a propósito de la inesperada muerte, ahora si en serio de Fidel Castro Ruz.

Fue desde sus años mozos Fidel un estudiante militante, combativo, inquieto e inteligente, vino al mundo para transformarlo, se lo propuso y lo logró porque a su manera hizo que nada sucediera en la política internacional sin que los protagonistas miraran para la isla.

No fue casual que cuando se produjo “El Bogotazo” el 9 de Abril de 1948 por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el estuviera en esa ciudad a donde había venido a participar de un encuentro de estudiantes, y el relato pormenorizado que hizo de esos acontecimientos en el Libro de Arturo Alape es espectacular y dejó en mi hace treinta años cuando lo leí la íntima convicción de que ese cliente no se quedó con las manos cruzadas, es posible que en aquella oportunidad hubiera recibido el bautizo de fuego que después le sirvió para dirigir la insurrección popular que permitió liberar a su país de la dictadura de Fulgencio Batista.

Ha muerto Fidel, el hermano de Raúl, pero hoy ha nacido el mito, su huella en el planeta en el cual hizo lo que le dio la gana, como quiso y a su estilo es indeleble, para los gringos desde luego es un alivio porque su presencia entre los vivos nunca fue de buen recibo para ellos, intentaron sacarlo del juego de distintas maneras pero él siempre se salió con la suya, les dio en cada crisis sopa y seco, con pantalones y sin miedo hasta que decidió dejarse matar pero del tabaco y la puta vejez que no perdonan, se fue a su estilo y no le dio la gana de esperar la posesión de Trump, se largó, lo dejó plantaó.

Tuvo los méritos suficientes para que a pesar de sus achaques y su retiro voluntario del ejercicio del poder y del mando militar siguiera siendo determinante, respetado, consultado y escuchado por su pueblo y los líderes de todo el mundo, con él se confirma aquello que decía Turbay, que en la política a uno le pasa lo de la mujer de la vida alegre que aunque ponga un aviso diciendo que está retirada, siempre le tocan la puerta.

La percepción que existe es que sus fieles alumnos en Cuba, de su hermano para abajo aprendieron bien la lección, sus instrucciones y su carta de navegación están incólumes a pesar de que no participaba directamente en las decisiones de Estado, los que si perdieron el año son sus alumnos indisciplinados de Venezuela que pretenden silenciar al pueblo que pide comida y medicinas con la bayoneta y la culata a nombre de Fidel, Bolívar y Chávez, su influencia en los inicios de la revolución emprendida por este en el vecino país es indiscutible, pero al final terminaron haciendo todo lo contrario de lo que hizo su maestro con los cubanos, les ha pasado a Maduro y Diosdado lo del aprendiz de brujo a quien le enseñó el parapetero a armar el parapeto y como ya creía que sabía mucho lo mandó al carajo, pero se le olvidó preguntarle cómo se desbarataba y cuando lo intentó se le devolvió a él.

Cuánto nos hubiera gustado ver un encuentro entre Donald Trump y ese hombre grande de la historia, sin duda hubieran echado chispas porque los dos tienen un amplio recorrido y experiencia en decir las cosas sin pelos en la lengua, como “la vecina de Chavita” en Villanueva que decía Nando Marín que por lengua tenía una cuchilla, con Raúl las vainas son distintas porque él tiene más formación de estadista que de tropero y es posible que termite con el mono comiendo en el mismo plato o paseando en botes en alguna laguna mientras hablan de las relaciones bilaterales entre el pez grande y el chico.

Presumo que al verlo llegar, Ronald Reagan debió bailar en un solo pie, al fin se encontraron frente a frente, pero si deja que Castro empiece a hablar lo termina envolviendo y si allá se descuidan se aparece por acá nuevamente, me imagino que debió llevarle al Che una buena tanda de habanos para fumar los dos por allá, así sea a escondidas.

Ya los norteamericanos deben estar preparando una delegación bien grande para asistir a sus funerales, no a expresar sus condolencias, sino a comprobar que a su histórico enemigo se le partió la cabuya y a cerciorarse que lo entierren bien.

Columnista
3 diciembre, 2016

Fidel no quiso esperar a Trump

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Soy estudiante, soy militante, voy a la guerra, con libro y lápiz voy a luchar, y a mi Colombia patria querida prometo un día triunfar y darle la libertad”. Ha venido a mi mente la canción titulada ‘Soy estudiante’ de la autoría de Elver Araujo Daza, incluida por los Hermanos López con Jorge Oñate en […]


“Soy estudiante, soy militante, voy a la guerra, con libro y lápiz voy a luchar, y a mi Colombia patria querida prometo un día triunfar y darle la libertad”.

Ha venido a mi mente la canción titulada ‘Soy estudiante’ de la autoría de Elver Araujo Daza, incluida por los Hermanos López con Jorge Oñate en el LP ‘Reyes vallenatos’ en el año 1971, a propósito de la inesperada muerte, ahora si en serio de Fidel Castro Ruz.

Fue desde sus años mozos Fidel un estudiante militante, combativo, inquieto e inteligente, vino al mundo para transformarlo, se lo propuso y lo logró porque a su manera hizo que nada sucediera en la política internacional sin que los protagonistas miraran para la isla.

No fue casual que cuando se produjo “El Bogotazo” el 9 de Abril de 1948 por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el estuviera en esa ciudad a donde había venido a participar de un encuentro de estudiantes, y el relato pormenorizado que hizo de esos acontecimientos en el Libro de Arturo Alape es espectacular y dejó en mi hace treinta años cuando lo leí la íntima convicción de que ese cliente no se quedó con las manos cruzadas, es posible que en aquella oportunidad hubiera recibido el bautizo de fuego que después le sirvió para dirigir la insurrección popular que permitió liberar a su país de la dictadura de Fulgencio Batista.

Ha muerto Fidel, el hermano de Raúl, pero hoy ha nacido el mito, su huella en el planeta en el cual hizo lo que le dio la gana, como quiso y a su estilo es indeleble, para los gringos desde luego es un alivio porque su presencia entre los vivos nunca fue de buen recibo para ellos, intentaron sacarlo del juego de distintas maneras pero él siempre se salió con la suya, les dio en cada crisis sopa y seco, con pantalones y sin miedo hasta que decidió dejarse matar pero del tabaco y la puta vejez que no perdonan, se fue a su estilo y no le dio la gana de esperar la posesión de Trump, se largó, lo dejó plantaó.

Tuvo los méritos suficientes para que a pesar de sus achaques y su retiro voluntario del ejercicio del poder y del mando militar siguiera siendo determinante, respetado, consultado y escuchado por su pueblo y los líderes de todo el mundo, con él se confirma aquello que decía Turbay, que en la política a uno le pasa lo de la mujer de la vida alegre que aunque ponga un aviso diciendo que está retirada, siempre le tocan la puerta.

La percepción que existe es que sus fieles alumnos en Cuba, de su hermano para abajo aprendieron bien la lección, sus instrucciones y su carta de navegación están incólumes a pesar de que no participaba directamente en las decisiones de Estado, los que si perdieron el año son sus alumnos indisciplinados de Venezuela que pretenden silenciar al pueblo que pide comida y medicinas con la bayoneta y la culata a nombre de Fidel, Bolívar y Chávez, su influencia en los inicios de la revolución emprendida por este en el vecino país es indiscutible, pero al final terminaron haciendo todo lo contrario de lo que hizo su maestro con los cubanos, les ha pasado a Maduro y Diosdado lo del aprendiz de brujo a quien le enseñó el parapetero a armar el parapeto y como ya creía que sabía mucho lo mandó al carajo, pero se le olvidó preguntarle cómo se desbarataba y cuando lo intentó se le devolvió a él.

Cuánto nos hubiera gustado ver un encuentro entre Donald Trump y ese hombre grande de la historia, sin duda hubieran echado chispas porque los dos tienen un amplio recorrido y experiencia en decir las cosas sin pelos en la lengua, como “la vecina de Chavita” en Villanueva que decía Nando Marín que por lengua tenía una cuchilla, con Raúl las vainas son distintas porque él tiene más formación de estadista que de tropero y es posible que termite con el mono comiendo en el mismo plato o paseando en botes en alguna laguna mientras hablan de las relaciones bilaterales entre el pez grande y el chico.

Presumo que al verlo llegar, Ronald Reagan debió bailar en un solo pie, al fin se encontraron frente a frente, pero si deja que Castro empiece a hablar lo termina envolviendo y si allá se descuidan se aparece por acá nuevamente, me imagino que debió llevarle al Che una buena tanda de habanos para fumar los dos por allá, así sea a escondidas.

Ya los norteamericanos deben estar preparando una delegación bien grande para asistir a sus funerales, no a expresar sus condolencias, sino a comprobar que a su histórico enemigo se le partió la cabuya y a cerciorarse que lo entierren bien.