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Columnista - 24 febrero, 2018

Fabio Torres, el rector

Entre nostálgico y serio, con esa chispa y picardía que en medio de todas sus conversaciones aflora, Fabio Andrés Torres Molina, en una charla amena nos contó su historia de vida. Historia que descubrimos con anécdotas interesantes que dibuja un ser humano maravilloso, con sueños, y ganas de sacar adelante sus objetivos de vida. De […]

Entre nostálgico y serio, con esa chispa y picardía que en medio de todas sus conversaciones aflora, Fabio Andrés Torres Molina, en una charla amena nos contó su historia de vida. Historia que descubrimos con anécdotas interesantes que dibuja un ser humano maravilloso, con sueños, y ganas de sacar adelante sus objetivos de vida.

De raíces, pacíficas y urumiteras; su padre es un hombre que carga a cuestas vibrantes historias: Laudemiro Torres, ‘Lale’, como le llaman cariñosamente, trabajó con gente influyente y se relacionó siempre bien, “Con errores como todo ser humano, pero con una nobleza grande en su alma y en su espíritu; con un sentido de responsabilidad y de respeto hacia todos”. Él le inculcó de esa nobleza que a este joven empresario le sobra y que se manifiesta a través de su historia de vida. Sara Molina, su mamá, nació en Urumita, muy niña la llevaron a vivir a La Paz.

Emprendedora y fuerte, abogada de profesión, título que logró después de años de constancia y sacrificio. De ella es la herencia en todo lo que tiene que ver con lo aguerrido y enjundioso.

Al hablar de su familia, sus padres y hermanos, Samir e Iván, también rescata a un segundo padre, Uvadel Vanegas, ese hombre que acompaña a su mamá desde que él tenía diez años. Fabio es un hombre agradecido de la vida y con Dios siempre presente, no olvida a las personas que en épocas de escasez le ayudaron y le dieron la mano. Estudió hasta octavo grado en el colegio Nacional Loperena, de donde tuvo que desertar por “bullying académico”, eso lo obligó a trabajar desde muy joven, mientras otros niños pensaban en jugar, Fabio se dedicaba a trabajar; su mentor para ello fue su tío Eder Torres, que para esa época tenía el taller Publicidad Exterior, fueron allí sus inicios. Tres años con él le dieron luces de una inspiración divina, Dios le tenía un espacio para que con un computador al frente “volara” en los diseños y en el trabajo, que aprendió de manera autodidacta y juiciosa, el mismo que después de muchos sacrificios le daría también satisfacciones a granel.

En esos avatares de la vida conoció al periodista Ramón Duarte, quien para esa época tenía la revista Rumbera, especializada en Vallenato; allí conoció a mucha gente del folclor, entre ellos Carlos Bloom, de quien se hizo buen amigo, allí también conoció a Silvestre Dangond, cuando este novel artista lanzaba su primer disco. Un computador, un escritorio y dos sillas Rimax fueron sus inicios como empresario independiente, Hace diez años nació Zona Creativa, en la actualidad cuenta con 35 empleados, la tecnología de punta y su capacidad profesional lo hacen buscar la excelencia.

Fabio Torres, ‘El Rector’, soñador, ese mismo jovencito que una vez tuvo que decidir si devolver o no, un bolso lleno de plata que por olvido dejara un cliente en su primaria empresa; a la cual no le llegaban ni las moscas. Sus principios y valores le llevaron a devolver intactos más de treinta millones de pesos que había allí. A partir de esa acción, su empresa creció y se convirtió en “La Universidad de la Publicidad”, como la bautizara Silvestre y él en ‘El Rector’, como lo bautizara Farid Ortiz. El empresario sigue la lucha, inició estudios de administración de empresas en la Andina y sus sueños siguen creciendo. En Valledupar, en una tarde de arreboles, el 25 de octubre de 1983, nació Fabio Torres… el rector. Sólo Eso.

Columnista
24 febrero, 2018

Fabio Torres, el rector

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Entre nostálgico y serio, con esa chispa y picardía que en medio de todas sus conversaciones aflora, Fabio Andrés Torres Molina, en una charla amena nos contó su historia de vida. Historia que descubrimos con anécdotas interesantes que dibuja un ser humano maravilloso, con sueños, y ganas de sacar adelante sus objetivos de vida. De […]


Entre nostálgico y serio, con esa chispa y picardía que en medio de todas sus conversaciones aflora, Fabio Andrés Torres Molina, en una charla amena nos contó su historia de vida. Historia que descubrimos con anécdotas interesantes que dibuja un ser humano maravilloso, con sueños, y ganas de sacar adelante sus objetivos de vida.

De raíces, pacíficas y urumiteras; su padre es un hombre que carga a cuestas vibrantes historias: Laudemiro Torres, ‘Lale’, como le llaman cariñosamente, trabajó con gente influyente y se relacionó siempre bien, “Con errores como todo ser humano, pero con una nobleza grande en su alma y en su espíritu; con un sentido de responsabilidad y de respeto hacia todos”. Él le inculcó de esa nobleza que a este joven empresario le sobra y que se manifiesta a través de su historia de vida. Sara Molina, su mamá, nació en Urumita, muy niña la llevaron a vivir a La Paz.

Emprendedora y fuerte, abogada de profesión, título que logró después de años de constancia y sacrificio. De ella es la herencia en todo lo que tiene que ver con lo aguerrido y enjundioso.

Al hablar de su familia, sus padres y hermanos, Samir e Iván, también rescata a un segundo padre, Uvadel Vanegas, ese hombre que acompaña a su mamá desde que él tenía diez años. Fabio es un hombre agradecido de la vida y con Dios siempre presente, no olvida a las personas que en épocas de escasez le ayudaron y le dieron la mano. Estudió hasta octavo grado en el colegio Nacional Loperena, de donde tuvo que desertar por “bullying académico”, eso lo obligó a trabajar desde muy joven, mientras otros niños pensaban en jugar, Fabio se dedicaba a trabajar; su mentor para ello fue su tío Eder Torres, que para esa época tenía el taller Publicidad Exterior, fueron allí sus inicios. Tres años con él le dieron luces de una inspiración divina, Dios le tenía un espacio para que con un computador al frente “volara” en los diseños y en el trabajo, que aprendió de manera autodidacta y juiciosa, el mismo que después de muchos sacrificios le daría también satisfacciones a granel.

En esos avatares de la vida conoció al periodista Ramón Duarte, quien para esa época tenía la revista Rumbera, especializada en Vallenato; allí conoció a mucha gente del folclor, entre ellos Carlos Bloom, de quien se hizo buen amigo, allí también conoció a Silvestre Dangond, cuando este novel artista lanzaba su primer disco. Un computador, un escritorio y dos sillas Rimax fueron sus inicios como empresario independiente, Hace diez años nació Zona Creativa, en la actualidad cuenta con 35 empleados, la tecnología de punta y su capacidad profesional lo hacen buscar la excelencia.

Fabio Torres, ‘El Rector’, soñador, ese mismo jovencito que una vez tuvo que decidir si devolver o no, un bolso lleno de plata que por olvido dejara un cliente en su primaria empresa; a la cual no le llegaban ni las moscas. Sus principios y valores le llevaron a devolver intactos más de treinta millones de pesos que había allí. A partir de esa acción, su empresa creció y se convirtió en “La Universidad de la Publicidad”, como la bautizara Silvestre y él en ‘El Rector’, como lo bautizara Farid Ortiz. El empresario sigue la lucha, inició estudios de administración de empresas en la Andina y sus sueños siguen creciendo. En Valledupar, en una tarde de arreboles, el 25 de octubre de 1983, nació Fabio Torres… el rector. Sólo Eso.