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Columnista - 5 febrero, 2017

Entramado criminal

No de otra manera puede calificarse el trhiller de Odebrecht y del señor Duda, a quien en mala hora contrató Óscar Iván Zuluaga como experto en mercadeo político. Hoy está comprobada que Odebrecht era una empresa criminal que sobornó en 12 países por 788 millones de dólares; una multinacional dedicada a comprar contratos; una empresa […]

No de otra manera puede calificarse el trhiller de Odebrecht y del señor Duda, a quien en mala hora contrató Óscar Iván Zuluaga como experto en mercadeo político.

Hoy está comprobada que Odebrecht era una empresa criminal que sobornó en 12 países por 788 millones de dólares; una multinacional dedicada a comprar contratos; una empresa que, según informaciones de prensa, tenía a Duda como instrumento para asesorar campañas políticas en el continente, al ritmo de sus torcidos intereses. Solo hasta ahora se sabe, por informaciones de la justicia brasilera, que Duda era socio en el entramado criminal de Odebrecht; por ello es investigado en su país y hoy busca condiciones favorables a costa de ensuciar a un hombre íntegro como Óscar Iván Zuluaga.

El país tiene derecho a saber por qué Odebrecht, dentro de sus negocios sucios, le pagó a Duda 1,6 millones de dólares, o si se los pagó realmente, pero si el publicista dice que así fue, y que los recibió por servicios a la campaña, pues debe probarlo, y probar también que el candidato consintió en esa oscura triangulación. Él tiene la carga de la prueba.

Es extraño. El mismo Duda afirmó que el pago se hizo después de la campaña, es decir, después de haber perdido, y es también extraño que en 2015 le dieran otra plata con un negocio inmobiliario. Además, Odebrecht estaba servido: por US$6,5 millones se había echado al bolsillo la fase 2 de la Ruta del Sol en 2009, y por US$4,6 millones, en marzo de 2014 y a pocos meses de la campaña presidencial, se quedó con la vía Ocaña – Gamarra, tasada en 1,2 billones de pesos, con el beneplácito interesado de la ministra de Transporte y del Gobierno, con una simple adición y bajo sus propias condiciones. A propósito, nada se sabe del experto, J.J. Rendón, que afirmó haber asesorado gratis a la campaña ganadora.

Creo en Óscar Iván y nunca dudé de su inocencia, que acaba de corroborar la Fiscalía con el archivo de su investigación en el sospechoso caso del hacker. Quizás Odebrecht, seguro de la efectividad de su socio, le apostó a la gran influencia que podría tener Duda en un gobierno triunfante de Óscar Iván, pero le aparecieron unos más avispados que lograron torcer con escándalos el resultado de la primera vuelta.

La justicia estadounidense, la misma que destapó hasta sus entrañas el escándalo FIFA, también exprimió literalmente a Odebrecht hasta determinar que los sobornos en Colombia sumaron los 11 millones de dólares que la opinión conoce. Así que el señor Duda me genera muchas dudas con sus declaraciones a la revista Veja, que no hizo ante las autoridades.

Óscar Iván debe emplazar públicamente a Duda y a Odebrecht. Sabemos de su integridad y no dudamos que otra vez saldrá bien librado. Está de por medio su dignidad, pero también su partido y, sobre todo, el voto de siete millones de colombianos.

Columnista
5 febrero, 2017

Entramado criminal

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

No de otra manera puede calificarse el trhiller de Odebrecht y del señor Duda, a quien en mala hora contrató Óscar Iván Zuluaga como experto en mercadeo político. Hoy está comprobada que Odebrecht era una empresa criminal que sobornó en 12 países por 788 millones de dólares; una multinacional dedicada a comprar contratos; una empresa […]


No de otra manera puede calificarse el trhiller de Odebrecht y del señor Duda, a quien en mala hora contrató Óscar Iván Zuluaga como experto en mercadeo político.

Hoy está comprobada que Odebrecht era una empresa criminal que sobornó en 12 países por 788 millones de dólares; una multinacional dedicada a comprar contratos; una empresa que, según informaciones de prensa, tenía a Duda como instrumento para asesorar campañas políticas en el continente, al ritmo de sus torcidos intereses. Solo hasta ahora se sabe, por informaciones de la justicia brasilera, que Duda era socio en el entramado criminal de Odebrecht; por ello es investigado en su país y hoy busca condiciones favorables a costa de ensuciar a un hombre íntegro como Óscar Iván Zuluaga.

El país tiene derecho a saber por qué Odebrecht, dentro de sus negocios sucios, le pagó a Duda 1,6 millones de dólares, o si se los pagó realmente, pero si el publicista dice que así fue, y que los recibió por servicios a la campaña, pues debe probarlo, y probar también que el candidato consintió en esa oscura triangulación. Él tiene la carga de la prueba.

Es extraño. El mismo Duda afirmó que el pago se hizo después de la campaña, es decir, después de haber perdido, y es también extraño que en 2015 le dieran otra plata con un negocio inmobiliario. Además, Odebrecht estaba servido: por US$6,5 millones se había echado al bolsillo la fase 2 de la Ruta del Sol en 2009, y por US$4,6 millones, en marzo de 2014 y a pocos meses de la campaña presidencial, se quedó con la vía Ocaña – Gamarra, tasada en 1,2 billones de pesos, con el beneplácito interesado de la ministra de Transporte y del Gobierno, con una simple adición y bajo sus propias condiciones. A propósito, nada se sabe del experto, J.J. Rendón, que afirmó haber asesorado gratis a la campaña ganadora.

Creo en Óscar Iván y nunca dudé de su inocencia, que acaba de corroborar la Fiscalía con el archivo de su investigación en el sospechoso caso del hacker. Quizás Odebrecht, seguro de la efectividad de su socio, le apostó a la gran influencia que podría tener Duda en un gobierno triunfante de Óscar Iván, pero le aparecieron unos más avispados que lograron torcer con escándalos el resultado de la primera vuelta.

La justicia estadounidense, la misma que destapó hasta sus entrañas el escándalo FIFA, también exprimió literalmente a Odebrecht hasta determinar que los sobornos en Colombia sumaron los 11 millones de dólares que la opinión conoce. Así que el señor Duda me genera muchas dudas con sus declaraciones a la revista Veja, que no hizo ante las autoridades.

Óscar Iván debe emplazar públicamente a Duda y a Odebrecht. Sabemos de su integridad y no dudamos que otra vez saldrá bien librado. Está de por medio su dignidad, pero también su partido y, sobre todo, el voto de siete millones de colombianos.