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Columnista - 22 marzo, 2017

El Presidente debe renunciar

En pleno escándalo del proceso 8.000 el doctor Álvaro Gómez Hurtado manifestó en la que sería su última entrevista que el presidente Ernesto Samper no se caería, pero tampoco podía quedarse y apuntaba además que la caída del presidente sería lo de menor y agregaba que lo que debía caer era el régimen porque podría […]

En pleno escándalo del proceso 8.000 el doctor Álvaro Gómez Hurtado manifestó en la que sería su última entrevista que el presidente Ernesto Samper no se caería, pero tampoco podía quedarse y apuntaba además que la caída del presidente sería lo de menor y agregaba que lo que debía caer era el régimen porque podría venir otro del mismo régimen y sería igual o peor.

Todo lo revelado hasta el momento relacionado con los ofrecimientos y pagos a funcionarios públicos para asegurar la adjudicación de obras en las que resultó favorecida la firma Odebrecht y el aporte de este contratista a las últimas campañas presidenciales nos llevan casi que a repetir episodios y discusiones similares a las de mediados de los 90, una de esas discusiones es la renuncia del presidente Juan Manuel Santos.

Ante las últimas afirmaciones del señor Roberto Prieto revelando el ingreso de dineros de Odebrecht a la campaña presidencial del 2010, surgen elementos muy espinosos y es muy difícil creerle al presidente cuando en su defensa solo declara que no sabía de esos aportes; vale la pena decir que el país ya está cansado de semejante excusa, de evadir las responsabilidades políticas que se deriven de los actos de quienes ostentan el poder.

Aceptando ingenuamente que el presidente Santos ignoraba el movimiento financiero de su propia campaña y de las actividades del señor Prieto y otros miembros de la misma, no le resta responsabilidad política al actual presidente que le impide liderar con éxito temas ambiciosos y de vital importancia para el país como el proceso de paz y la misma lucha contra la corrupción.

Los niveles de rechazo del actual gobierno son inéditos, ni el de Pastrana del Caguán había logrado semejante hazaña, por eso todo lo que proponga y trate de impulsar este gobierno personificado en la imagen de Juan Manuel Santos no tendrá vocación de éxito ni mucho menos respaldo popular.

Ante la renuncia del señor Germán Vargas Lleras para atender sus asuntos como candidato presidencial, cosa que nunca dejó de hacer aprovechando su posición, se puede abrir una gran oportunidad para Colombia, al menos para lo que falta de estos cuatro años, a lo mejor y una de esas alucinaciones como las que relata el maestre Julio Oñate Martínez en su canción, sería no la designación del general Naranjo como vicepresidente de Colombia, sino su ascenso como próximo presidente y no lo es por la intención que tenga el señor Naranjo de ser candidato, ya no puede serlo, al aceptar ser el segundo al mando en este barco queda inhabilitado para postularse a las campaña del 2018, pero por la intensidad de este huracán llamado Odebrecht la única forma de salvar los pendientes del gobierno Santo como el proceso de paz es un relevo en el mando, que permita mayor apoyo, mayor legitimidad y respeto a la institución de la Presidencia de la República y en estos momento puede ser el General Naranjo quien “Salve la Patria”.

Si el presidente piensa por un momento en la dignidad del país, de la presidencia, del Nobel de paz y en que está en juego no solamente su imagen, debería contemplar la posibilidad de dar un paso al lado dando, incluso un ejemplo histórico de sacrificio dándole prelación a los altos intereses del Estado y asumiendo la responsabilidad política que le corresponde.

Por Carlos Andrés Añez Maestre

 

Columnista
22 marzo, 2017

El Presidente debe renunciar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

En pleno escándalo del proceso 8.000 el doctor Álvaro Gómez Hurtado manifestó en la que sería su última entrevista que el presidente Ernesto Samper no se caería, pero tampoco podía quedarse y apuntaba además que la caída del presidente sería lo de menor y agregaba que lo que debía caer era el régimen porque podría […]


En pleno escándalo del proceso 8.000 el doctor Álvaro Gómez Hurtado manifestó en la que sería su última entrevista que el presidente Ernesto Samper no se caería, pero tampoco podía quedarse y apuntaba además que la caída del presidente sería lo de menor y agregaba que lo que debía caer era el régimen porque podría venir otro del mismo régimen y sería igual o peor.

Todo lo revelado hasta el momento relacionado con los ofrecimientos y pagos a funcionarios públicos para asegurar la adjudicación de obras en las que resultó favorecida la firma Odebrecht y el aporte de este contratista a las últimas campañas presidenciales nos llevan casi que a repetir episodios y discusiones similares a las de mediados de los 90, una de esas discusiones es la renuncia del presidente Juan Manuel Santos.

Ante las últimas afirmaciones del señor Roberto Prieto revelando el ingreso de dineros de Odebrecht a la campaña presidencial del 2010, surgen elementos muy espinosos y es muy difícil creerle al presidente cuando en su defensa solo declara que no sabía de esos aportes; vale la pena decir que el país ya está cansado de semejante excusa, de evadir las responsabilidades políticas que se deriven de los actos de quienes ostentan el poder.

Aceptando ingenuamente que el presidente Santos ignoraba el movimiento financiero de su propia campaña y de las actividades del señor Prieto y otros miembros de la misma, no le resta responsabilidad política al actual presidente que le impide liderar con éxito temas ambiciosos y de vital importancia para el país como el proceso de paz y la misma lucha contra la corrupción.

Los niveles de rechazo del actual gobierno son inéditos, ni el de Pastrana del Caguán había logrado semejante hazaña, por eso todo lo que proponga y trate de impulsar este gobierno personificado en la imagen de Juan Manuel Santos no tendrá vocación de éxito ni mucho menos respaldo popular.

Ante la renuncia del señor Germán Vargas Lleras para atender sus asuntos como candidato presidencial, cosa que nunca dejó de hacer aprovechando su posición, se puede abrir una gran oportunidad para Colombia, al menos para lo que falta de estos cuatro años, a lo mejor y una de esas alucinaciones como las que relata el maestre Julio Oñate Martínez en su canción, sería no la designación del general Naranjo como vicepresidente de Colombia, sino su ascenso como próximo presidente y no lo es por la intención que tenga el señor Naranjo de ser candidato, ya no puede serlo, al aceptar ser el segundo al mando en este barco queda inhabilitado para postularse a las campaña del 2018, pero por la intensidad de este huracán llamado Odebrecht la única forma de salvar los pendientes del gobierno Santo como el proceso de paz es un relevo en el mando, que permita mayor apoyo, mayor legitimidad y respeto a la institución de la Presidencia de la República y en estos momento puede ser el General Naranjo quien “Salve la Patria”.

Si el presidente piensa por un momento en la dignidad del país, de la presidencia, del Nobel de paz y en que está en juego no solamente su imagen, debería contemplar la posibilidad de dar un paso al lado dando, incluso un ejemplo histórico de sacrificio dándole prelación a los altos intereses del Estado y asumiendo la responsabilidad política que le corresponde.

Por Carlos Andrés Añez Maestre