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Columnista - 26 marzo, 2018

El imperio de los mediocres

Intenté escribir esta columna como lo hubiese hecho Germán Piedrahita, al darse cuenta que un alcalde borraba con rodillo viejo, de manera salvaje y visceral, un mural que formaba parte de la identidad de la región. El alcalde Tuto Uhía y su secretario de cultura, Tomás D. Gutiérrez, demostraron una falta absoluta de conocimiento en […]

Intenté escribir esta columna como lo hubiese hecho Germán Piedrahita, al darse cuenta que un alcalde borraba con rodillo viejo, de manera salvaje y visceral, un mural que formaba parte de la identidad de la región.

El alcalde Tuto Uhía y su secretario de cultura, Tomás D. Gutiérrez, demostraron una falta absoluta de conocimiento en cuanto a lo que representa el arte para una sociedad, al acabar con un icono cultural por simple capricho o fanatismo religioso. Las explicaciones, más vergonzosas aun: “que la pared se iba a caer, que había que salvar vidas”, hasta argumentos de reinas de belleza buscaron para justificarse.

Pero no fue un caso aislado, también en la Gobernación borraron el mural del maestro Gabriel Calle en la biblioteca y cerraron una sala de exposiciones para hacer un café internet.

¿Por qué ocurre esto? Porque vivimos en una sociedad gobernada por políticos egocéntricos que lo único que les interesa es perpetuar sus nombres en saludos vallenatos y el de sus familiares en placas de colegios, bibliotecas, avenidas y coliseos para que la gente los recuerde, a pesar de que ninguno tiene como sacar la bandera de transparencia y buen gobierno, utilizan la cultura de Cenicienta para sacar dinero a través de fundaciones corruptas.

Por estar sometido a este imperio, Valledupar no cuenta con un museo, con un teatro para presentaciones, no se hacen festivales de arte, ni del libro; lo que sí querían hacer rápido y sin investigar era el Museo de la Música Vallenata con un costo de 100.000 millones, seguramente hubiera quedado inconcluso y sabemos de sobra a donde iba a parar el dinero.

En este imperio de los mediocres, los áulicos son muy importantes, Carlos Quintero Romero calificó de insignificante la borrada por no llevarle la contraria al alcalde, de quien se ha convertido en jefe de protocolo; el columnista José Aponte calificó de comunista a Piedrahita ¿Será que sabe que es comunismo? Que yo sepa de lo que sabe es de chinchurria y buche guisao, peor, el “Semanario” La Calle, que censuró una columna de Víctor Martínez porque hablaba del atentado al mural.

El alcalde tiene un problema de idolatría por él mismo, en la alcaldía tapó un mural de ‘El Mono’ Quintero con una imagen de su gobierno, además su foto circula en vallas, afiches, redes sociales, en pisos de parques y hasta en el despacho para recordarse que él es el mejor y que después de él, ni Cristiano Ronaldo y menos la bruja de Blanca Nieves, mostrando falta de seguridad y complejo ¿sabrá el alcalde que tanto estudia la biblia que la idolatría es pecado? Debe regalarse un viaje a Madrid para que visite el Museo del Prado, aunque ojalá no lo confunda con el museo del jamón.

Esperemos que esto sirva para que los artistas nos demos el valor que merecemos, dejemos el miedo y exijamos nuestros derechos, entre ellos crear el Consejo Municipal de Cultura y participar en la agenda cultural desde lo público, no con servilismo, con argumentos. Seguimos esperando las disculpas públicas del alcalde.

Columnista
26 marzo, 2018

El imperio de los mediocres

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Intenté escribir esta columna como lo hubiese hecho Germán Piedrahita, al darse cuenta que un alcalde borraba con rodillo viejo, de manera salvaje y visceral, un mural que formaba parte de la identidad de la región. El alcalde Tuto Uhía y su secretario de cultura, Tomás D. Gutiérrez, demostraron una falta absoluta de conocimiento en […]


Intenté escribir esta columna como lo hubiese hecho Germán Piedrahita, al darse cuenta que un alcalde borraba con rodillo viejo, de manera salvaje y visceral, un mural que formaba parte de la identidad de la región.

El alcalde Tuto Uhía y su secretario de cultura, Tomás D. Gutiérrez, demostraron una falta absoluta de conocimiento en cuanto a lo que representa el arte para una sociedad, al acabar con un icono cultural por simple capricho o fanatismo religioso. Las explicaciones, más vergonzosas aun: “que la pared se iba a caer, que había que salvar vidas”, hasta argumentos de reinas de belleza buscaron para justificarse.

Pero no fue un caso aislado, también en la Gobernación borraron el mural del maestro Gabriel Calle en la biblioteca y cerraron una sala de exposiciones para hacer un café internet.

¿Por qué ocurre esto? Porque vivimos en una sociedad gobernada por políticos egocéntricos que lo único que les interesa es perpetuar sus nombres en saludos vallenatos y el de sus familiares en placas de colegios, bibliotecas, avenidas y coliseos para que la gente los recuerde, a pesar de que ninguno tiene como sacar la bandera de transparencia y buen gobierno, utilizan la cultura de Cenicienta para sacar dinero a través de fundaciones corruptas.

Por estar sometido a este imperio, Valledupar no cuenta con un museo, con un teatro para presentaciones, no se hacen festivales de arte, ni del libro; lo que sí querían hacer rápido y sin investigar era el Museo de la Música Vallenata con un costo de 100.000 millones, seguramente hubiera quedado inconcluso y sabemos de sobra a donde iba a parar el dinero.

En este imperio de los mediocres, los áulicos son muy importantes, Carlos Quintero Romero calificó de insignificante la borrada por no llevarle la contraria al alcalde, de quien se ha convertido en jefe de protocolo; el columnista José Aponte calificó de comunista a Piedrahita ¿Será que sabe que es comunismo? Que yo sepa de lo que sabe es de chinchurria y buche guisao, peor, el “Semanario” La Calle, que censuró una columna de Víctor Martínez porque hablaba del atentado al mural.

El alcalde tiene un problema de idolatría por él mismo, en la alcaldía tapó un mural de ‘El Mono’ Quintero con una imagen de su gobierno, además su foto circula en vallas, afiches, redes sociales, en pisos de parques y hasta en el despacho para recordarse que él es el mejor y que después de él, ni Cristiano Ronaldo y menos la bruja de Blanca Nieves, mostrando falta de seguridad y complejo ¿sabrá el alcalde que tanto estudia la biblia que la idolatría es pecado? Debe regalarse un viaje a Madrid para que visite el Museo del Prado, aunque ojalá no lo confunda con el museo del jamón.

Esperemos que esto sirva para que los artistas nos demos el valor que merecemos, dejemos el miedo y exijamos nuestros derechos, entre ellos crear el Consejo Municipal de Cultura y participar en la agenda cultural desde lo público, no con servilismo, con argumentos. Seguimos esperando las disculpas públicas del alcalde.