Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 21 junio, 2018

El discurso del presidente electo

En la segunda vuelta electoral, posiblemente, nadie esperaba 8.034.189 votos para Gustavo Petro,  porque en la primera vuelta había obtenido 4.855.069 votos, y en la contienda definitoria contaba con menos adhesiones  que Iván Duque, a quien, tanto en los corrillos como en las encuestas, le vaticinaban un triunfo rotundo con una diferencia de votos mucho más amplia que […]

En la segunda vuelta electoral, posiblemente, nadie esperaba 8.034.189 votos para Gustavo Petro,  porque en la primera vuelta había obtenido 4.855.069 votos, y en la contienda definitoria contaba con menos adhesiones  que Iván Duque, a quien, tanto en los corrillos como en las encuestas, le vaticinaban un triunfo rotundo con una diferencia de votos mucho más amplia que la lograda en la primera vuelta.

Después de saberse que Iván Duque fue elegido como Presidente de la República, según la tradición, primero escuchamos el discurso del candidato perdedor, que comienza reconociendo su derrota y a la vez manifestando su complacencia ante el respaldo otorgado por más de ocho millones de  ciudadanos, sorprendente resultado que lo deja como líder de la oposición, con opción de llegar a ser presidente del país en el periodo 2022-2026. Cargo que,  Gustavo Petro, como senador, seguirá buscando con empeño, ya que hará minucioso control político, como lo hizo cuando Álvaro Uribe Vélez fue presidente. Por ende, inferimos que de la actuación del nuevo presidente, depende que Gustavo Petro llegue a ser inquilino de la Casa de Nariño.

A continuación, Iván Duque, en efusiva disertación como candidato triunfador, muestra una actitud conciliadora, convocando a la búsqueda de la unidad nacional para erradicar la polarización presente en nuestro país, para convivir pacíficamente sin rencores ni desconfianzas mutuas, tolerando nuestras diversas diferencias. Trabajando honradamente con voluntad y sentido de pertenencia en procura de tener el bienestar que todos deseamos.

De veras, el discurso del presidente electo me parece más emotivo que razonable, ya que ignora la realidad del país, especialmente, porque la mayoría de quienes los ayudaron a ser elegido Presidente de la República, nada menos que la rancia dirigencia política, acostumbrada a repartirse la administración pública y a despilfarrar el erario de todos los colombianos, comportamiento egoísta que deja a mucha población pobre sin oportunidades de mejorar sus condiciones deplorables; además, retrasa el progreso del país, y tal situación hace crecer el narcotráfico, cuya consecuencia es la mayor proliferación de la delincuencia y el aumento de la inseguridad, que nos quita la tranquilidad, porque en nuestro país, los atracos, las extorsiones y los asesinatos ocurren por dondequiera vive y transita la gente.

El discurso del presidente electo, reitero, es una quimera, porque cómo se va a liberar del padrinazgo que lo respalda, requetebién conocido como malgastador con creces del recurso público nacional. Esta corrupción despiadada, es la razón principal por la cual soy uno de los 3.179.120 (apreciado lector, réstele los 4.855.069 votos depositados a Gustavo Petro en la primera vuelta a los 8.034.189 votos conquistados el pasado 17 de junio) ciudadanos  inconformes que en esta ocasión acompañamos a Gustavo Petro.

 

Columnista
21 junio, 2018

El discurso del presidente electo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

En la segunda vuelta electoral, posiblemente, nadie esperaba 8.034.189 votos para Gustavo Petro,  porque en la primera vuelta había obtenido 4.855.069 votos, y en la contienda definitoria contaba con menos adhesiones  que Iván Duque, a quien, tanto en los corrillos como en las encuestas, le vaticinaban un triunfo rotundo con una diferencia de votos mucho más amplia que […]


En la segunda vuelta electoral, posiblemente, nadie esperaba 8.034.189 votos para Gustavo Petro,  porque en la primera vuelta había obtenido 4.855.069 votos, y en la contienda definitoria contaba con menos adhesiones  que Iván Duque, a quien, tanto en los corrillos como en las encuestas, le vaticinaban un triunfo rotundo con una diferencia de votos mucho más amplia que la lograda en la primera vuelta.

Después de saberse que Iván Duque fue elegido como Presidente de la República, según la tradición, primero escuchamos el discurso del candidato perdedor, que comienza reconociendo su derrota y a la vez manifestando su complacencia ante el respaldo otorgado por más de ocho millones de  ciudadanos, sorprendente resultado que lo deja como líder de la oposición, con opción de llegar a ser presidente del país en el periodo 2022-2026. Cargo que,  Gustavo Petro, como senador, seguirá buscando con empeño, ya que hará minucioso control político, como lo hizo cuando Álvaro Uribe Vélez fue presidente. Por ende, inferimos que de la actuación del nuevo presidente, depende que Gustavo Petro llegue a ser inquilino de la Casa de Nariño.

A continuación, Iván Duque, en efusiva disertación como candidato triunfador, muestra una actitud conciliadora, convocando a la búsqueda de la unidad nacional para erradicar la polarización presente en nuestro país, para convivir pacíficamente sin rencores ni desconfianzas mutuas, tolerando nuestras diversas diferencias. Trabajando honradamente con voluntad y sentido de pertenencia en procura de tener el bienestar que todos deseamos.

De veras, el discurso del presidente electo me parece más emotivo que razonable, ya que ignora la realidad del país, especialmente, porque la mayoría de quienes los ayudaron a ser elegido Presidente de la República, nada menos que la rancia dirigencia política, acostumbrada a repartirse la administración pública y a despilfarrar el erario de todos los colombianos, comportamiento egoísta que deja a mucha población pobre sin oportunidades de mejorar sus condiciones deplorables; además, retrasa el progreso del país, y tal situación hace crecer el narcotráfico, cuya consecuencia es la mayor proliferación de la delincuencia y el aumento de la inseguridad, que nos quita la tranquilidad, porque en nuestro país, los atracos, las extorsiones y los asesinatos ocurren por dondequiera vive y transita la gente.

El discurso del presidente electo, reitero, es una quimera, porque cómo se va a liberar del padrinazgo que lo respalda, requetebién conocido como malgastador con creces del recurso público nacional. Esta corrupción despiadada, es la razón principal por la cual soy uno de los 3.179.120 (apreciado lector, réstele los 4.855.069 votos depositados a Gustavo Petro en la primera vuelta a los 8.034.189 votos conquistados el pasado 17 de junio) ciudadanos  inconformes que en esta ocasión acompañamos a Gustavo Petro.