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Columnista - 23 febrero, 2018

El Dios sobrenatural

“Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?”: Jeremías 32,27, Con la reciente partida a la eternidad de uno de los más grandes generales del Reino de Dios, Billy Graham, recuerdo una palabra profética lanzada hace ya muchos años, que decía que cuando partieran a la […]

“Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?”: Jeremías 32,27,
Con la reciente partida a la eternidad de uno de los más grandes generales del Reino de Dios, Billy Graham, recuerdo una palabra profética lanzada hace ya muchos años, que decía que cuando partieran a la eternidad dos grandes generales -el otro sería Oral Robert- quienes eran los pioneros en la evangelización y las sanidades masivas, se desataría una gran ola de avivamiento en el mundo entero como preámbulo al comienzo de los últimos tiempos.

Cuando observamos lo que acontece en el mundo, podemos darnos cuenta de que todas las profecías bíblicas están cumpliéndose. Los fenómenos naturales y la maldad del hombre se extienden por todas las naciones. La gente busca desesperadamente solución a sus problemas sin hallarla. Nadie, ni el sistema, ni los líderes, ni las naciones, ni la religión, ofrecen soluciones válidas.

La Iglesia de Jesucristo presenta al mundo un Dios histórico, humanizado y sin poder, un Dios sin experiencia sobrenatural y distante de la realidad humana. Un anciano de días, sentado en su trono de gloria, esperando que se cometa algún pecado o delito para castigar.

Amados amigos: Este tipo de Dios, no es el Dios de las Escrituras. Tenemos un Dios vivo, real, que se compadece de nuestras necesidades, que llora con nuestras derrotas y se goza con nuestros triunfos. Un Dios que vive en medio de nosotros y anhela llevarnos a vivir una vida de victoria, aun en medio de las circunstancias más adversas. Un Dios todopoderoso y sobrenatural que obra milagros tal como lo hacía en la antigüedad.

Un Dios que rechaza el pecado, pero ama al pecador. Un Dios que manifestó su amor enviando a su hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar como señal de su infinitud, incondicionalidad y eterno amor. Este Dios es el mismo que hizo sanidades y milagros, señales y maravillas en el Antiguo Testamento, que las siguió haciendo en el tiempo de los apóstoles y de la iglesia primitiva y que hoy lo sigue haciendo a través de todos aquellos que, sujetándose a su autoridad, se disponen a ser canales limpios a través de los cuales pueda fluir su gracia y su poder.

Sin el ingrediente del poder sobrenatural de Dios, es imposible vencer las dificultades, enfrentar las enfermedades, dominar nuestras pasiones y salir vendedores frente a las circunstancias adversas que se levantan en contra nuestra.

Todo esto me lleva a extender una invitación: ¡Busquemos tener una relación real con el Dios vivo y caminemos en el poder sobrenatural de Dios! Atrevámonos a conocer al Dios sobrenatural, poderoso e inmutable, Señor de toda carne, para quien no hay nada imposible.

Abramos un espacio en nuestro ser interior para comprender la obra completa de Jesús en la cruz y cómo desde allí Dios proveyó para suplir cada necesidad. Aprendamos a vivir una vida de fe en medio del entrono difícil e inseguro que nos ha correspondido. Caminemos bajo la unción de Dios y dispongámonos a ser usados como instrumentos de su poder sobrenatural para hacer milagros y bendecir a otros.

Dios es un ser espiritual, sobrenatural, omnisciente, omnipresente, poderoso, inmutable, eterno.

Vive en la dimensión de la eternidad, pero se manifiesta en el tiempo por amor a nosotros. Viene desde la eternidad al tiempo y se revela en forma visible en la dimensión natural. Y puesto que ninguna persona tiene la habilidad para descubrir lo infinito y eterno, envió al Espíritu Santo para que nos ayudara a conocerlo y nos guiara a toda la verdad.

Así, pues, es tiempo de volver nuestros ojos al Dios todopoderoso, de retomar la ruta marcada en las Sagradas Escrituras y de traer la revelación del Dios vivo, manifestada en la muerte y resurrección de Cristo, aplicada a nosotros por la acción del Espíritu de Dios. Fuerte abrazo y muchas bendiciones.

Columnista
23 febrero, 2018

El Dios sobrenatural

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?”: Jeremías 32,27, Con la reciente partida a la eternidad de uno de los más grandes generales del Reino de Dios, Billy Graham, recuerdo una palabra profética lanzada hace ya muchos años, que decía que cuando partieran a la […]


“Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?”: Jeremías 32,27,
Con la reciente partida a la eternidad de uno de los más grandes generales del Reino de Dios, Billy Graham, recuerdo una palabra profética lanzada hace ya muchos años, que decía que cuando partieran a la eternidad dos grandes generales -el otro sería Oral Robert- quienes eran los pioneros en la evangelización y las sanidades masivas, se desataría una gran ola de avivamiento en el mundo entero como preámbulo al comienzo de los últimos tiempos.

Cuando observamos lo que acontece en el mundo, podemos darnos cuenta de que todas las profecías bíblicas están cumpliéndose. Los fenómenos naturales y la maldad del hombre se extienden por todas las naciones. La gente busca desesperadamente solución a sus problemas sin hallarla. Nadie, ni el sistema, ni los líderes, ni las naciones, ni la religión, ofrecen soluciones válidas.

La Iglesia de Jesucristo presenta al mundo un Dios histórico, humanizado y sin poder, un Dios sin experiencia sobrenatural y distante de la realidad humana. Un anciano de días, sentado en su trono de gloria, esperando que se cometa algún pecado o delito para castigar.

Amados amigos: Este tipo de Dios, no es el Dios de las Escrituras. Tenemos un Dios vivo, real, que se compadece de nuestras necesidades, que llora con nuestras derrotas y se goza con nuestros triunfos. Un Dios que vive en medio de nosotros y anhela llevarnos a vivir una vida de victoria, aun en medio de las circunstancias más adversas. Un Dios todopoderoso y sobrenatural que obra milagros tal como lo hacía en la antigüedad.

Un Dios que rechaza el pecado, pero ama al pecador. Un Dios que manifestó su amor enviando a su hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar como señal de su infinitud, incondicionalidad y eterno amor. Este Dios es el mismo que hizo sanidades y milagros, señales y maravillas en el Antiguo Testamento, que las siguió haciendo en el tiempo de los apóstoles y de la iglesia primitiva y que hoy lo sigue haciendo a través de todos aquellos que, sujetándose a su autoridad, se disponen a ser canales limpios a través de los cuales pueda fluir su gracia y su poder.

Sin el ingrediente del poder sobrenatural de Dios, es imposible vencer las dificultades, enfrentar las enfermedades, dominar nuestras pasiones y salir vendedores frente a las circunstancias adversas que se levantan en contra nuestra.

Todo esto me lleva a extender una invitación: ¡Busquemos tener una relación real con el Dios vivo y caminemos en el poder sobrenatural de Dios! Atrevámonos a conocer al Dios sobrenatural, poderoso e inmutable, Señor de toda carne, para quien no hay nada imposible.

Abramos un espacio en nuestro ser interior para comprender la obra completa de Jesús en la cruz y cómo desde allí Dios proveyó para suplir cada necesidad. Aprendamos a vivir una vida de fe en medio del entrono difícil e inseguro que nos ha correspondido. Caminemos bajo la unción de Dios y dispongámonos a ser usados como instrumentos de su poder sobrenatural para hacer milagros y bendecir a otros.

Dios es un ser espiritual, sobrenatural, omnisciente, omnipresente, poderoso, inmutable, eterno.

Vive en la dimensión de la eternidad, pero se manifiesta en el tiempo por amor a nosotros. Viene desde la eternidad al tiempo y se revela en forma visible en la dimensión natural. Y puesto que ninguna persona tiene la habilidad para descubrir lo infinito y eterno, envió al Espíritu Santo para que nos ayudara a conocerlo y nos guiara a toda la verdad.

Así, pues, es tiempo de volver nuestros ojos al Dios todopoderoso, de retomar la ruta marcada en las Sagradas Escrituras y de traer la revelación del Dios vivo, manifestada en la muerte y resurrección de Cristo, aplicada a nosotros por la acción del Espíritu de Dios. Fuerte abrazo y muchas bendiciones.