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Columnista - 30 diciembre, 2016

El cumpleaños de Emilianito

El veintisiete del presente mes después de hacerle un poco de inteligencia a Emilianito Zuleta me enteré que a las once de la mañana estaría en la Alcaldía pagando impuestos y allí debajo del palo de mango en la plaza, le monté el operativo; lo vi entrar y al salir encachuchado y medio camuflado le […]

El veintisiete del presente mes después de hacerle un poco de inteligencia a Emilianito Zuleta me enteré que a las once de la mañana estaría en la Alcaldía pagando impuestos y allí debajo del palo de mango en la plaza, le monté el operativo; lo vi entrar y al salir encachuchado y medio camuflado le caí abrazándolo fuertemente, dándole por adelantado la felicitación del cumpleaños que inexorablemente sería el día siguiente, es decir el veintiocho, fecha que desde el año 1944 lo persigue cada año.

Le comenté, como tu mañana te vuelves alcanfor, misteriosamente desapareces y no contestas el celular, por anticipado te deseo que Dios te proteja y te de mucho salud y bienestar querido amigo; un poco nostálgico confeso: si mi mamá siempre hacia lo mismo, me buscaba un día antes y me felicitaba porque yo el veintiocho me perdía; hace bastante tiempo me ocurrió algo que me obliga a tomar esta actitud, “pero quizás algún día te la comente porque ahora voy de afán y no quiero correr el riesgo que venga otro necio como tú con el mismo cuento, así que ni nos hemos visto, ni nos conocemos, cambio y fuera”.

Personalmente analizando esta conducta de Emilianito es evidente que existe en él un tipo de fobia o incomodidad al sentirse asediado o manoseado por familiares y amigos el día de su cumpleaños, con lo cual pienso que esto puede ser una forma de temor a la vejez, pues cada año que le cae es uno menos en su periodo vital o quizás uno más en su existencia que le va acortando la vida y al ir está disminuyendo, las posibilidades comienzan a debilitarse y muchas puertas comienzan a cerrarse.

Por otra parte, este aislamiento sin dudas le permite realizar un autoanálisis y valorar y juzgar el año que acaba de pasar y lo que ha sido la vida en este tiempo y en lugar de compartir este día prefiere hacer este ejercicio para encontrarse consigo mismo y lograr un mejor autoconocimiento.

El jueves veintinueve me sorprendió Emilianito llegándome temprano: “Te digo Julito que ese día de ayer es el mejor día para mí en todo el año, que día tan sabroso y tan tranquilo, sin tener que aguantarme el abuso de una bellaca que llama a las siete de la mañana pa’ recordarme el pago de la tarjeta de crédito, o los vendedores de cuanta vaina hay ofreciendo, hasta lapidas de muerto, estando uno vivo, pero sinceramente te confieso que lo más maravilloso de este día es que como me desconecto de todo y a lo mejor me pierdo de un buen regalo de algún amigo, es el día que verdaderamente me ofrece garantía de que mi hermano Poncho no me friegue, porque sin toque, sin caseta y sin parranda no hay chance para el garrote, ve Julito y decímele a toda la gente que lee El Pilón que les deseo un feliz y próspero año nuevo, pero eso sí, sin manoseo, sin abrazao y sin fregantina que yo no gusto de necio”.

Columnista
30 diciembre, 2016

El cumpleaños de Emilianito

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

El veintisiete del presente mes después de hacerle un poco de inteligencia a Emilianito Zuleta me enteré que a las once de la mañana estaría en la Alcaldía pagando impuestos y allí debajo del palo de mango en la plaza, le monté el operativo; lo vi entrar y al salir encachuchado y medio camuflado le […]


El veintisiete del presente mes después de hacerle un poco de inteligencia a Emilianito Zuleta me enteré que a las once de la mañana estaría en la Alcaldía pagando impuestos y allí debajo del palo de mango en la plaza, le monté el operativo; lo vi entrar y al salir encachuchado y medio camuflado le caí abrazándolo fuertemente, dándole por adelantado la felicitación del cumpleaños que inexorablemente sería el día siguiente, es decir el veintiocho, fecha que desde el año 1944 lo persigue cada año.

Le comenté, como tu mañana te vuelves alcanfor, misteriosamente desapareces y no contestas el celular, por anticipado te deseo que Dios te proteja y te de mucho salud y bienestar querido amigo; un poco nostálgico confeso: si mi mamá siempre hacia lo mismo, me buscaba un día antes y me felicitaba porque yo el veintiocho me perdía; hace bastante tiempo me ocurrió algo que me obliga a tomar esta actitud, “pero quizás algún día te la comente porque ahora voy de afán y no quiero correr el riesgo que venga otro necio como tú con el mismo cuento, así que ni nos hemos visto, ni nos conocemos, cambio y fuera”.

Personalmente analizando esta conducta de Emilianito es evidente que existe en él un tipo de fobia o incomodidad al sentirse asediado o manoseado por familiares y amigos el día de su cumpleaños, con lo cual pienso que esto puede ser una forma de temor a la vejez, pues cada año que le cae es uno menos en su periodo vital o quizás uno más en su existencia que le va acortando la vida y al ir está disminuyendo, las posibilidades comienzan a debilitarse y muchas puertas comienzan a cerrarse.

Por otra parte, este aislamiento sin dudas le permite realizar un autoanálisis y valorar y juzgar el año que acaba de pasar y lo que ha sido la vida en este tiempo y en lugar de compartir este día prefiere hacer este ejercicio para encontrarse consigo mismo y lograr un mejor autoconocimiento.

El jueves veintinueve me sorprendió Emilianito llegándome temprano: “Te digo Julito que ese día de ayer es el mejor día para mí en todo el año, que día tan sabroso y tan tranquilo, sin tener que aguantarme el abuso de una bellaca que llama a las siete de la mañana pa’ recordarme el pago de la tarjeta de crédito, o los vendedores de cuanta vaina hay ofreciendo, hasta lapidas de muerto, estando uno vivo, pero sinceramente te confieso que lo más maravilloso de este día es que como me desconecto de todo y a lo mejor me pierdo de un buen regalo de algún amigo, es el día que verdaderamente me ofrece garantía de que mi hermano Poncho no me friegue, porque sin toque, sin caseta y sin parranda no hay chance para el garrote, ve Julito y decímele a toda la gente que lee El Pilón que les deseo un feliz y próspero año nuevo, pero eso sí, sin manoseo, sin abrazao y sin fregantina que yo no gusto de necio”.