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Columnista - 6 abril, 2018

El cetro de Judá

“No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh…”: Génesis 49,10. Durante su camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel encontró muchos obstáculos; entre ellos la terrible oposición de la tribu de Moab. Llegando al extremo que su rey Balac contratara los […]

“No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh…”: Génesis 49,10.

Durante su camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel encontró muchos obstáculos; entre ellos la terrible oposición de la tribu de Moab. Llegando al extremo que su rey Balac contratara los servicios de un profeta corrupto llamado Balaam para maldecir el pueblo de Israel. Dios no lo permitió, sino que hizo que Balaam profetizara que saldría estrella de Jacob y se levantaría cetro en Israel que vencería a Moab.

Todo estudiante bíblico reconoce que esta profecía se refería al mesías por venir. Cristo posee ese cetro de autoridad. Él mismo declaró que toda autoridad le había sido dada en el cielo y en la tierra. Así, Cristo tiene el cetro, el bastón de mando y la plena autoridad de Dios sobre todas las cosas, en este mundo y en el venidero. Un cetro puede ser una vara, un bastón que simboliza autoridad. A los generales se les entrega un bastón de mando. Los reyes y reinas también usan como una insignia su cetro finamente adornado. También puede referirse a la persona investida de potestad, otorgándole soberanía y autoridad real. En la historia bíblica de Tamar y su embarazo de gemelos, después de ese furtivo encuentro, y para evitar ser quemada, ella pudo identificar al padre, por las prendas que había obtenido en garantía de pago: Un sello, un cordón y su bastón.

En el conmovedor relato de Ester, en época del poderoso rey Asuero, el Jerjes de la historia, cuyo reinado iba desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias, y ante el maléfico plan de exterminio del pueblo judío orquestado por el consejero del rey llamado Amán, se hacía necesario advertir al rey y solicitar su benevolencia. Sin embargo, el protocolo registraba una ley que condenaba a muerte a cualquiera que entrara, al patio interior para ver al rey, sin haber sido llamado; salvo aquel a quien el rey, extendiendo su cetro de oro, le perdonara la vida.

Ester entró al patio interior de la casa del rey y cuando el rey la vio, la miró complacido y le extendió el cetro de oro que tenía en su mano. Entonces se acercó Ester y tocó la punta del cetro. El rey dijo: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará. ¡La reina había tocado el símbolo de autoridad y todo el poder representado en ese cetro estaba a su disposición!

Amados amigos, lo mismo sucede cuando venimos al Padre en el nombre de Jesús, quien tiene el cetro prometido. El ejercicio de nuestra autoridad en Cristo significa que podemos orar en el Nombre de Jesús y ordenar que las circunstancias se alineen y las adversidades cambien conforme a sus propósitos de amor. Un fuerte abrazo y muchas bendiciones del Señor.

Columnista
6 abril, 2018

El cetro de Judá

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh…”: Génesis 49,10. Durante su camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel encontró muchos obstáculos; entre ellos la terrible oposición de la tribu de Moab. Llegando al extremo que su rey Balac contratara los […]


“No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh…”: Génesis 49,10.

Durante su camino hacia la tierra prometida, el pueblo de Israel encontró muchos obstáculos; entre ellos la terrible oposición de la tribu de Moab. Llegando al extremo que su rey Balac contratara los servicios de un profeta corrupto llamado Balaam para maldecir el pueblo de Israel. Dios no lo permitió, sino que hizo que Balaam profetizara que saldría estrella de Jacob y se levantaría cetro en Israel que vencería a Moab.

Todo estudiante bíblico reconoce que esta profecía se refería al mesías por venir. Cristo posee ese cetro de autoridad. Él mismo declaró que toda autoridad le había sido dada en el cielo y en la tierra. Así, Cristo tiene el cetro, el bastón de mando y la plena autoridad de Dios sobre todas las cosas, en este mundo y en el venidero. Un cetro puede ser una vara, un bastón que simboliza autoridad. A los generales se les entrega un bastón de mando. Los reyes y reinas también usan como una insignia su cetro finamente adornado. También puede referirse a la persona investida de potestad, otorgándole soberanía y autoridad real. En la historia bíblica de Tamar y su embarazo de gemelos, después de ese furtivo encuentro, y para evitar ser quemada, ella pudo identificar al padre, por las prendas que había obtenido en garantía de pago: Un sello, un cordón y su bastón.

En el conmovedor relato de Ester, en época del poderoso rey Asuero, el Jerjes de la historia, cuyo reinado iba desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias, y ante el maléfico plan de exterminio del pueblo judío orquestado por el consejero del rey llamado Amán, se hacía necesario advertir al rey y solicitar su benevolencia. Sin embargo, el protocolo registraba una ley que condenaba a muerte a cualquiera que entrara, al patio interior para ver al rey, sin haber sido llamado; salvo aquel a quien el rey, extendiendo su cetro de oro, le perdonara la vida.

Ester entró al patio interior de la casa del rey y cuando el rey la vio, la miró complacido y le extendió el cetro de oro que tenía en su mano. Entonces se acercó Ester y tocó la punta del cetro. El rey dijo: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará. ¡La reina había tocado el símbolo de autoridad y todo el poder representado en ese cetro estaba a su disposición!

Amados amigos, lo mismo sucede cuando venimos al Padre en el nombre de Jesús, quien tiene el cetro prometido. El ejercicio de nuestra autoridad en Cristo significa que podemos orar en el Nombre de Jesús y ordenar que las circunstancias se alineen y las adversidades cambien conforme a sus propósitos de amor. Un fuerte abrazo y muchas bendiciones del Señor.