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Columnista - 15 diciembre, 2017

El centro

Por lo general los cementerios y los centros de pueblos y ciudades los pintan de blanco, especialmente las casas de tipo colonial o de cierta tradición histórica, porque el blanco significa pureza y claridad, menos aquí en el Valle, donde al decir del famoso arquitecto Héctor Cáliz lo que hay es un feo tuti-fruti de […]

Por lo general los cementerios y los centros de pueblos y ciudades los pintan de blanco, especialmente las casas de tipo colonial o de cierta tradición histórica, porque el blanco significa pureza y claridad, menos aquí en el Valle, donde al decir del famoso arquitecto Héctor Cáliz lo que hay es un feo tuti-fruti de casas pintadas con estrafalarios colores, un colorinche de racamandaca, obra de la Fundación Aviva que consiguió unos recursos con el Ministerio de la Cultura y desarrollaron ese feo proyecto que convirtió “El Centro” en un arcoíris de colores extravagantes, pero que dejaron por fuera algunas casonas que según sus dueños no están en la fuerte rosca que tienen los miembros de esa Fundación.

Ahí están la casa o lo que queda de ella del doctor Ciro Pupo, la de los Uhía Morón hoy del empresario Blas García, la de los Castro Castro donde hoy funciona el Patacón Pisao, las feas tapias de la casa de los Ovalle, el cascarón de la residencia de Los Molina Céspedes que están sin pintar y convertidas en guarida de rateros, maricas y drogadictos, abandonadas y sin dolientes porque son intocables y no se les pueden hacer modificaciones, ahí están cayéndose, podridas e invadidas de maleza y de cuanto chucho hay, ahí están destrozadas esperando que el tiempo las destruya totalmente y entonces en los lotes abrir un parqueadero.

Lo que se debe hacer es seguir el ejemplo de otras ciudades del mundo que le abrieron las puertas al desarrollo y hoy sus centros son elegantes y modernos con construcciones también modernas y costosas que producen mucho dinero como es el caso de la ciudad de Panamá, uno de los más bellos y modernos del mundo.
O atendemos el Centro o lo acabamos, porque el Municipio no ha querido comprar, porque se lo han ofrecido muchas veces la casona semidestruida, pero todavía recuperable del doctor Blas García y en ella hacer un Hostal para todos los acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, verseadores y cantantes que lleguen al Festival y además remodelar lo que fue el Teatro Cesar para un escenario que tanto se necesita, en vez de estar invirtiendo tanto dinero a la tal Casa de la Cultura que sigue siendo un palomar. Por qué no se arrienda la casa del doctor Pupo para el funcionamiento de varias dependencias municipales y no estar haciendo negocios, que dan de que hablar como el local donde funciona la Secretaría de Educación. Y ojo, lo advierto, se los informo, están adecuando, constátenlo, una casa para un lenocinio, un centro de prostitución con piezas incluidas en una de esas casas pintadas. Vean que se los estoy diciendo para que después no digan que no les informaron.

Yo había visto lotes sucios y enmontados, pero el del Ateneo, ese es la tapa, un basurero inmundo, pestilente que le hace la vida imposible a los residentes del Conjunto Rosas del Ateneo y pensar que a la vuelta hay una Inspección de Policía, la plaga, las cucarachas, ratas y ratones unidos a los drogadictos nos tienen locos.

Qué feo y qué incómodo es pasar al frente del Batallón La Popa, cuándo arreglarán esa transitada vía o la tienen así por táctica militar, y este sábado y domingo pa’ Guacoche a comer, bailar y beber sabroso en el Festival de La Tinaja.

Columnista
15 diciembre, 2017

El centro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Por lo general los cementerios y los centros de pueblos y ciudades los pintan de blanco, especialmente las casas de tipo colonial o de cierta tradición histórica, porque el blanco significa pureza y claridad, menos aquí en el Valle, donde al decir del famoso arquitecto Héctor Cáliz lo que hay es un feo tuti-fruti de […]


Por lo general los cementerios y los centros de pueblos y ciudades los pintan de blanco, especialmente las casas de tipo colonial o de cierta tradición histórica, porque el blanco significa pureza y claridad, menos aquí en el Valle, donde al decir del famoso arquitecto Héctor Cáliz lo que hay es un feo tuti-fruti de casas pintadas con estrafalarios colores, un colorinche de racamandaca, obra de la Fundación Aviva que consiguió unos recursos con el Ministerio de la Cultura y desarrollaron ese feo proyecto que convirtió “El Centro” en un arcoíris de colores extravagantes, pero que dejaron por fuera algunas casonas que según sus dueños no están en la fuerte rosca que tienen los miembros de esa Fundación.

Ahí están la casa o lo que queda de ella del doctor Ciro Pupo, la de los Uhía Morón hoy del empresario Blas García, la de los Castro Castro donde hoy funciona el Patacón Pisao, las feas tapias de la casa de los Ovalle, el cascarón de la residencia de Los Molina Céspedes que están sin pintar y convertidas en guarida de rateros, maricas y drogadictos, abandonadas y sin dolientes porque son intocables y no se les pueden hacer modificaciones, ahí están cayéndose, podridas e invadidas de maleza y de cuanto chucho hay, ahí están destrozadas esperando que el tiempo las destruya totalmente y entonces en los lotes abrir un parqueadero.

Lo que se debe hacer es seguir el ejemplo de otras ciudades del mundo que le abrieron las puertas al desarrollo y hoy sus centros son elegantes y modernos con construcciones también modernas y costosas que producen mucho dinero como es el caso de la ciudad de Panamá, uno de los más bellos y modernos del mundo.
O atendemos el Centro o lo acabamos, porque el Municipio no ha querido comprar, porque se lo han ofrecido muchas veces la casona semidestruida, pero todavía recuperable del doctor Blas García y en ella hacer un Hostal para todos los acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, verseadores y cantantes que lleguen al Festival y además remodelar lo que fue el Teatro Cesar para un escenario que tanto se necesita, en vez de estar invirtiendo tanto dinero a la tal Casa de la Cultura que sigue siendo un palomar. Por qué no se arrienda la casa del doctor Pupo para el funcionamiento de varias dependencias municipales y no estar haciendo negocios, que dan de que hablar como el local donde funciona la Secretaría de Educación. Y ojo, lo advierto, se los informo, están adecuando, constátenlo, una casa para un lenocinio, un centro de prostitución con piezas incluidas en una de esas casas pintadas. Vean que se los estoy diciendo para que después no digan que no les informaron.

Yo había visto lotes sucios y enmontados, pero el del Ateneo, ese es la tapa, un basurero inmundo, pestilente que le hace la vida imposible a los residentes del Conjunto Rosas del Ateneo y pensar que a la vuelta hay una Inspección de Policía, la plaga, las cucarachas, ratas y ratones unidos a los drogadictos nos tienen locos.

Qué feo y qué incómodo es pasar al frente del Batallón La Popa, cuándo arreglarán esa transitada vía o la tienen así por táctica militar, y este sábado y domingo pa’ Guacoche a comer, bailar y beber sabroso en el Festival de La Tinaja.