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Columnista - 22 junio, 2016

El Bronx de Bogotá

La reciente intervención de las autoridades competentes, quizás en el principal Bronx de Bogotá –porque se sabe que existen varios más y probablemente en otras ciudades del país-, ha sacado a la luz pública lo que acuciosos de ese aspecto de la realidad social sabían, lo mismo que no pocos funcionarios conocedores de esa desgracia, […]

La reciente intervención de las autoridades competentes, quizás en el principal Bronx de Bogotá –porque se sabe que existen varios más y probablemente en otras ciudades del país-, ha sacado a la luz pública lo que acuciosos de ese aspecto de la realidad social sabían, lo mismo que no pocos funcionarios conocedores de esa desgracia, pero que no se habían atrevido a proceder en consecuencia. El tape y tape termina por abortar lo inocultable, los problemas que incumben a todos.

Esos desdichados eran gentes normales pero un día probaron la droga maldita –tal vez para ejercer el derecho al “libre desarrollo de la personalidad” defendido por la C. Constitucional y que ahora refuerza la ley manga ancha que autoriza el uso medicinal de la marihuana– y los más débiles comenzaron a rodar por el plano inclinado que finalmente los condujo a la máxima degradación humana.

Los concupiscentes de ese negocio escandaloso están en el comienzo de su desgracia, favorecidos por las autoridades conniventes y los políticos corruptos, quienes han preferido hacerse los de la vista gorda y apostarle a la carrera del crecimiento económico independientemente de la justicia conmutativa y distributiva, sombreados por un Estado improvidente y desinteresado del genuino bien común.

La desigualdad de los recursos educativos y económicos y la debilidad del Estado insuficiente para controlar y gobernar bien, están conduciendo al país a abismos tenebrosos, que los burócratas especialmente de las ciudades capitales no quieren reconocer. Desde luego que los más responsables de esta situación son los representantes de los poderes públicos asentados en la capital de la República. Vecinos del Bronx de Bogotá, son sordos y ciegos.
Si, los desdichados del Bronx no son los únicos responsables de su miseria, ellos son los últimos de una cadena nefasta, que comenzó como ya dije y termina en la ingenuidad de los más frágiles.

¿Cuál sería la solución para esos desafortunados y los que serán sus continuadores? Ellos son los desesperanzados que padecen la grave enfermedad del alma que consiste en la inconsciencia, víctimas de los dirigentes políticos, quienes urgentemente requieren un cambio de mentalidad, que transforme la que ahora tienen, por otra fundada en la realidad del hombre integral.

A dichos dirigentes, urge impartirles una reeducación-formación verdaderamente humanas, que les permita ser obsecuentes servidores de su prójimo y no los expoliadores de los más urgidos de apoyo solidario tanto en los aspectos de la vida material como en lo cultural y espiritual, sin los cuales el hombre queda condenado a permanecer en una servidumbre abyecta.

El individualismo mata a las sociedades. De eso está herida mortalmente la sociedad colombiana. En el país están pasando cosas gordas por cuenta del gobierno acomodaticio y la mayoría de los políticos adherentes a él.
********************

Nota poética, del Doctor José Antonio Murgas:
“Digo: Pueblo Bello, y digo una campiña/desplegada con espigas de fuego/un vibrato de acordeón que pasa con el viento/un Danubio Azul que se oye a lo lejos/y dislumbro otra cosa, y digo: Pueblo Bello es una proeza de Dios sobre los cerros”.

Nota Bene: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.

Columnista
22 junio, 2016

El Bronx de Bogotá

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

La reciente intervención de las autoridades competentes, quizás en el principal Bronx de Bogotá –porque se sabe que existen varios más y probablemente en otras ciudades del país-, ha sacado a la luz pública lo que acuciosos de ese aspecto de la realidad social sabían, lo mismo que no pocos funcionarios conocedores de esa desgracia, […]


La reciente intervención de las autoridades competentes, quizás en el principal Bronx de Bogotá –porque se sabe que existen varios más y probablemente en otras ciudades del país-, ha sacado a la luz pública lo que acuciosos de ese aspecto de la realidad social sabían, lo mismo que no pocos funcionarios conocedores de esa desgracia, pero que no se habían atrevido a proceder en consecuencia. El tape y tape termina por abortar lo inocultable, los problemas que incumben a todos.

Esos desdichados eran gentes normales pero un día probaron la droga maldita –tal vez para ejercer el derecho al “libre desarrollo de la personalidad” defendido por la C. Constitucional y que ahora refuerza la ley manga ancha que autoriza el uso medicinal de la marihuana– y los más débiles comenzaron a rodar por el plano inclinado que finalmente los condujo a la máxima degradación humana.

Los concupiscentes de ese negocio escandaloso están en el comienzo de su desgracia, favorecidos por las autoridades conniventes y los políticos corruptos, quienes han preferido hacerse los de la vista gorda y apostarle a la carrera del crecimiento económico independientemente de la justicia conmutativa y distributiva, sombreados por un Estado improvidente y desinteresado del genuino bien común.

La desigualdad de los recursos educativos y económicos y la debilidad del Estado insuficiente para controlar y gobernar bien, están conduciendo al país a abismos tenebrosos, que los burócratas especialmente de las ciudades capitales no quieren reconocer. Desde luego que los más responsables de esta situación son los representantes de los poderes públicos asentados en la capital de la República. Vecinos del Bronx de Bogotá, son sordos y ciegos.
Si, los desdichados del Bronx no son los únicos responsables de su miseria, ellos son los últimos de una cadena nefasta, que comenzó como ya dije y termina en la ingenuidad de los más frágiles.

¿Cuál sería la solución para esos desafortunados y los que serán sus continuadores? Ellos son los desesperanzados que padecen la grave enfermedad del alma que consiste en la inconsciencia, víctimas de los dirigentes políticos, quienes urgentemente requieren un cambio de mentalidad, que transforme la que ahora tienen, por otra fundada en la realidad del hombre integral.

A dichos dirigentes, urge impartirles una reeducación-formación verdaderamente humanas, que les permita ser obsecuentes servidores de su prójimo y no los expoliadores de los más urgidos de apoyo solidario tanto en los aspectos de la vida material como en lo cultural y espiritual, sin los cuales el hombre queda condenado a permanecer en una servidumbre abyecta.

El individualismo mata a las sociedades. De eso está herida mortalmente la sociedad colombiana. En el país están pasando cosas gordas por cuenta del gobierno acomodaticio y la mayoría de los políticos adherentes a él.
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Nota poética, del Doctor José Antonio Murgas:
“Digo: Pueblo Bello, y digo una campiña/desplegada con espigas de fuego/un vibrato de acordeón que pasa con el viento/un Danubio Azul que se oye a lo lejos/y dislumbro otra cosa, y digo: Pueblo Bello es una proeza de Dios sobre los cerros”.

Nota Bene: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.