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Editorial - 8 febrero, 2016

El Balígrafo: la generación de la paz

Diciendo y haciendo. Del dicho al hecho. Son algunas de las frases con las que los colombianos piden pasar de la retórica a la acción. Las buenas intenciones abundan y el sector educativo en el país es uno de los que tiene más proyección, más promesas: la jornada única, las becas de Ser Pilo Paga, […]

Diciendo y haciendo. Del dicho al hecho. Son algunas de las frases con las que los colombianos piden pasar de la retórica a la acción. Las buenas intenciones abundan y el sector educativo en el país es uno de los que tiene más proyección, más promesas: la jornada única, las becas de Ser Pilo Paga, la construcción de aulas (cerca de 30 mil), sumada a la gratuidad en primaria y secundaria.

El escenario que se abre en el país con las trompetas que anuncian aires de paz, vienen con nuevos ingredientes. El Ministerio de Educación en diciembre pasado sorprendió con un detalle que llegó a las salas de redacción de diferentes medios de comunicación, debidamente empacado en una caja de madera. Su contenido sorprendió, era una bala de fusil que en su punta no tenía un proyectil sino un lapicero.

Se trataba del Balígrafo, ?un símbolo? con el que el Ministerio de Educación representa la transición de los elementos que un día sirvieron para la guerra y ahora educarán para la paz. Lo enviaron a periodistas, escritores y niños de algunos colegios para que comenzarán a escribir un país en paz. El Gobierno Nacional se trazó una meta: que el país vea crecer a la primera generación que no tenga que vivir un solo día en guerra y la ha llamado la generación de la paz.

Este gobierno está convencido que la educación será el legado más valioso que podrá dejar a las nuevas generaciones, porque será desde las aulas de clase donde comience a reescribirse la historia de una Colombia en paz. En esta empresa está el Ministerio trabajando con un socio, la firma McCann Worldgroup que trabaja bajo una premisa desde 1912: la verdad bien dicha.

Es sin duda una bonita idea, soñadora, simbólica, que hace pensar en un país diferente. Pero cuando se visita una institución educativa en cualquier región del país, en Valledupar por ejemplo o en cualquier municipio del Cesar, la realidad es otra. Se observan niños y niñas carentes de todo, ni siquiera tienen aulas dignas, con buenas condiciones ni un comedor donde almorzar decentemente. La nueva generación de la paz debe sentirse, primero, con sus necesidades básicas satisfechas para contribuir a la paz. Un joven sin oportunidades educativas y laborales difícilmente se sentirá en paz.

Que este Balígrafo no se quede solo en los escritorios de los periodistas, ni escritores, sino que llegue la educación, la salud, las oportunidades a las regiones pobres y afectadas por la violencia que quieren ver cambiar la realidad. Solo así se puede escribir la paz.

Editorial
8 febrero, 2016

El Balígrafo: la generación de la paz

Diciendo y haciendo. Del dicho al hecho. Son algunas de las frases con las que los colombianos piden pasar de la retórica a la acción. Las buenas intenciones abundan y el sector educativo en el país es uno de los que tiene más proyección, más promesas: la jornada única, las becas de Ser Pilo Paga, […]


Diciendo y haciendo. Del dicho al hecho. Son algunas de las frases con las que los colombianos piden pasar de la retórica a la acción. Las buenas intenciones abundan y el sector educativo en el país es uno de los que tiene más proyección, más promesas: la jornada única, las becas de Ser Pilo Paga, la construcción de aulas (cerca de 30 mil), sumada a la gratuidad en primaria y secundaria.

El escenario que se abre en el país con las trompetas que anuncian aires de paz, vienen con nuevos ingredientes. El Ministerio de Educación en diciembre pasado sorprendió con un detalle que llegó a las salas de redacción de diferentes medios de comunicación, debidamente empacado en una caja de madera. Su contenido sorprendió, era una bala de fusil que en su punta no tenía un proyectil sino un lapicero.

Se trataba del Balígrafo, ?un símbolo? con el que el Ministerio de Educación representa la transición de los elementos que un día sirvieron para la guerra y ahora educarán para la paz. Lo enviaron a periodistas, escritores y niños de algunos colegios para que comenzarán a escribir un país en paz. El Gobierno Nacional se trazó una meta: que el país vea crecer a la primera generación que no tenga que vivir un solo día en guerra y la ha llamado la generación de la paz.

Este gobierno está convencido que la educación será el legado más valioso que podrá dejar a las nuevas generaciones, porque será desde las aulas de clase donde comience a reescribirse la historia de una Colombia en paz. En esta empresa está el Ministerio trabajando con un socio, la firma McCann Worldgroup que trabaja bajo una premisa desde 1912: la verdad bien dicha.

Es sin duda una bonita idea, soñadora, simbólica, que hace pensar en un país diferente. Pero cuando se visita una institución educativa en cualquier región del país, en Valledupar por ejemplo o en cualquier municipio del Cesar, la realidad es otra. Se observan niños y niñas carentes de todo, ni siquiera tienen aulas dignas, con buenas condiciones ni un comedor donde almorzar decentemente. La nueva generación de la paz debe sentirse, primero, con sus necesidades básicas satisfechas para contribuir a la paz. Un joven sin oportunidades educativas y laborales difícilmente se sentirá en paz.

Que este Balígrafo no se quede solo en los escritorios de los periodistas, ni escritores, sino que llegue la educación, la salud, las oportunidades a las regiones pobres y afectadas por la violencia que quieren ver cambiar la realidad. Solo así se puede escribir la paz.