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Columnista - 1 octubre, 2017

Educación y competitividad

Un estudio reciente del Foro Económico Mundial concluye que más del sesenta por ciento de los niños que están hoy en el sistema educativo trabajarán en oficios y profesiones que aún no se han creado. Algunos autores consideran que la tecnología va a desplazar al docente y otros – inclusive- se atreven a firmar que […]

Un estudio reciente del Foro Económico Mundial concluye que más del sesenta por ciento de los niños que están hoy en el sistema educativo trabajarán en oficios y profesiones que aún no se han creado. Algunos autores consideran que la tecnología va a desplazar al docente y otros – inclusive- se atreven a firmar que muchas universidades van a desaparecer…

Nos preguntamos: ¿cuál y cómo será la educación del futuro?, ¿cuál debe ser la política educativa con miras a ese futuro, en un país con las características de Colombia?
Las nuevas tecnologías han cambiado todo: la escuela, las universidades, el mundo laboral, la política, la cultura, etc. Estos cambios también se han sentido y mucho en los sistemas educativos, al punto que hay quienes dicen que la gente puede aprender sola, a través de todos estos dispositivos: celulares, computadores, tabletas.

Lo cierto es que la educación es un factor fundamental en el desarrollo de cualquier país y que lo que se haga o deje de hacer será determinante en la competitividad de los mismos.
En el caso de Colombia, hay que reconocer que hemos avanzado mucho en las últimas décadas en materia de educación. Tanto en el gobierno del Presidente Uribe, como en el actual, se progresó en materia de cobertura, principalmente. No obstante, nos falta mucho por avanzar en materia de calidad, educación para el trabajo y formación de capital humano.

Un estudio reciente de la firma Mckinsey sobre las famosas pruebas PISA, que se aplicaron a 540.000 estudiantes en 72 países, en las áreas de matemáticas, ciencia, lectura y solución de problemas, ratifica el rezago de América Latina. No tenemos ninguna escuela en el rango de excelente, tampoco ningún alumno; tenemos muy poco porcentaje en el rango de muy bueno, bueno o aceptable y la gran mayoría, cerca del ochenta y el setenta por ciento, respectivamente, de nuestras escuelas y alumnos se ubican en el la situación de rendimiento pobre. La situación es dramática.

En el caso de Colombia hay mejoras en las últimas pruebas. Pero estas son muy pocas. El país tiene que hacer un inmenso esfuerzo por mejorar la calidad de su sistema educativo a todo nivel, desde la pequeña infancia hasta la educación superior; pero –fundamentalmente- en la primaria y el bachillerato. Son cambios a mediano plazo, para poder obtener avances significativos en la calidad de su educación superior.

Por supuesto que el aumento de la inversión pública y privada influye; lo que se haga en tecnología aporta mucho, sin que esta vaya a desplazar al docente. Por el contrario, la calificación de los docentes es factor fundamental en mejorar la calidad. Igualmente, lo que se haga por aumentar el tiempo efectivo de estudio: la jornada única, revisar el tema de los lunes festivos y el tiempo real que los muchachos estudian, en las aulas y fuera de ellas. El bilingüismo es capítulo aparte, aquí también hay un rezago monumental.

Por supuesto, es clave el tema de la ética, los principios y los valores. El sistema educativo en su conjunto tiene un compromiso titánico por formar un nuevo colombiano, ciudadano responsable, transparente y solidario, que rechace la corrupción y el camino del enriquecimiento fácil.

Los retos en la educación vinculan a la sociedad en su conjunto: a los empresarios, a las familias, a los docentes, etc. Sin cambios rápidos y sustanciales en materia de educación el país no logrará ser más competitivo y transparente, para superar ese cáncer de la corrupción que nos carcome.

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Por Carlos Alberto Maestre Maya

 

 

Columnista
1 octubre, 2017

Educación y competitividad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Pedro Medellín Torres

Un estudio reciente del Foro Económico Mundial concluye que más del sesenta por ciento de los niños que están hoy en el sistema educativo trabajarán en oficios y profesiones que aún no se han creado. Algunos autores consideran que la tecnología va a desplazar al docente y otros – inclusive- se atreven a firmar que […]


Un estudio reciente del Foro Económico Mundial concluye que más del sesenta por ciento de los niños que están hoy en el sistema educativo trabajarán en oficios y profesiones que aún no se han creado. Algunos autores consideran que la tecnología va a desplazar al docente y otros – inclusive- se atreven a firmar que muchas universidades van a desaparecer…

Nos preguntamos: ¿cuál y cómo será la educación del futuro?, ¿cuál debe ser la política educativa con miras a ese futuro, en un país con las características de Colombia?
Las nuevas tecnologías han cambiado todo: la escuela, las universidades, el mundo laboral, la política, la cultura, etc. Estos cambios también se han sentido y mucho en los sistemas educativos, al punto que hay quienes dicen que la gente puede aprender sola, a través de todos estos dispositivos: celulares, computadores, tabletas.

Lo cierto es que la educación es un factor fundamental en el desarrollo de cualquier país y que lo que se haga o deje de hacer será determinante en la competitividad de los mismos.
En el caso de Colombia, hay que reconocer que hemos avanzado mucho en las últimas décadas en materia de educación. Tanto en el gobierno del Presidente Uribe, como en el actual, se progresó en materia de cobertura, principalmente. No obstante, nos falta mucho por avanzar en materia de calidad, educación para el trabajo y formación de capital humano.

Un estudio reciente de la firma Mckinsey sobre las famosas pruebas PISA, que se aplicaron a 540.000 estudiantes en 72 países, en las áreas de matemáticas, ciencia, lectura y solución de problemas, ratifica el rezago de América Latina. No tenemos ninguna escuela en el rango de excelente, tampoco ningún alumno; tenemos muy poco porcentaje en el rango de muy bueno, bueno o aceptable y la gran mayoría, cerca del ochenta y el setenta por ciento, respectivamente, de nuestras escuelas y alumnos se ubican en el la situación de rendimiento pobre. La situación es dramática.

En el caso de Colombia hay mejoras en las últimas pruebas. Pero estas son muy pocas. El país tiene que hacer un inmenso esfuerzo por mejorar la calidad de su sistema educativo a todo nivel, desde la pequeña infancia hasta la educación superior; pero –fundamentalmente- en la primaria y el bachillerato. Son cambios a mediano plazo, para poder obtener avances significativos en la calidad de su educación superior.

Por supuesto que el aumento de la inversión pública y privada influye; lo que se haga en tecnología aporta mucho, sin que esta vaya a desplazar al docente. Por el contrario, la calificación de los docentes es factor fundamental en mejorar la calidad. Igualmente, lo que se haga por aumentar el tiempo efectivo de estudio: la jornada única, revisar el tema de los lunes festivos y el tiempo real que los muchachos estudian, en las aulas y fuera de ellas. El bilingüismo es capítulo aparte, aquí también hay un rezago monumental.

Por supuesto, es clave el tema de la ética, los principios y los valores. El sistema educativo en su conjunto tiene un compromiso titánico por formar un nuevo colombiano, ciudadano responsable, transparente y solidario, que rechace la corrupción y el camino del enriquecimiento fácil.

Los retos en la educación vinculan a la sociedad en su conjunto: a los empresarios, a las familias, a los docentes, etc. Sin cambios rápidos y sustanciales en materia de educación el país no logrará ser más competitivo y transparente, para superar ese cáncer de la corrupción que nos carcome.

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Por Carlos Alberto Maestre Maya