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Columnista - 20 diciembre, 2016

Don Lope de Orozco

Anotaré pocos hechos, de este personaje histórico, y me guío por el libro de E. R. Tirado, con comentarios personales míos. Para comprender algunos rasgos de su personalidad, recordemos que fue contemporáneo del movimiento intelectual llamado Siglo de Oro de la Literatura Española, y por consiguiente, de su paisano Lópe de Vega, el Fénix de […]

Anotaré pocos hechos, de este personaje histórico, y me guío por el libro de E. R. Tirado, con comentarios personales míos.

Para comprender algunos rasgos de su personalidad, recordemos que fue contemporáneo del movimiento intelectual llamado Siglo de Oro de la Literatura Española, y por consiguiente, de su paisano Lópe de Vega, el Fénix de los Ingenios.

Fue gobernador-conquistador de la provincia de Santa Marta, uno de los mejores.

Este arquitecto tuvo especial estima por la región de Valledupar, por cuyo urbanismo se interesó. Y sus apellidos son raíces parentales, llegados hasta nosotros. Aquí están, por ejemplo, los reconocidos constructores Juan Tadeo y Jaime Orozco Orozco, entre otros.

Al comenzar el último tercio del siglo XVI, desembarcaba en las playas marinas del pueblo de la Nueva Salamanca (territorio guajiro).

La comarca a gobernar era más o menos así. Conformada por las porciones de los actuales departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira. El hombre indígena se encontraba asentado sobre las cumbres y llanuras absolutamente fértiles, coronadas por inaccesibles nevados, de donde manaban inacabables corrientes de aguas cristalinas, que bañaban dilatados valles ensoñadores.

Probablemente, de no haber ocurrido la agresiva irrupción de la conquista española, aquí se habría desarrollado una civilización autóctona y autentica, y seguramente sus presuntos habitantes estarían conviviendo en paz.

Pero sucedió de otra manera. Y para mayor tarea del nuevo gobernador, las precedentes colonizaciones habían oscurecido el ambiente social, con sus luchas entre españoles, esclavos negros e indígenas, empeñados éstos en defender sus territorios y derechos.

El gobernador, de buena voluntad, y asistido por las cédulas reales que contenían recomendaciones de buen trato hacia los indígenas, informado de las feraces tierras de Valledupar, determinó una expedición hacia allí, provista, entre otros elementos, de mil vacas, 500 carneros, muchas bestias de montar etc.

Para entonces, la población de Valledupar no contaba sino con 29 vecinos españoles.
Otro gesto personal suyo: enviar a Valledupar a su hijo Alonso Carrillo, para que adelantase la pacificación de los indios arhuacos. Algunos indicios señalan que encontró minas de oro. Este apellido es muy apreciado entre nosotros. Por eso la biblioteca departamental lleva el nombre de Rafael Carrillo, importantísimo filósofo atanquero, estudiado universalmente.

Traigo a colación, narrado por el autor, y reducido por mí, un hecho interesante, ocurrido bajo la gobernación de Lópe de Orozco, revelador del carácter indígena, y porque es como el prolegómeno de La Leyenda Vallenata:

En la ciudad de los Reyes vivía una india con su marido. Su ama, española, por celos infundados, la azotó y le cortó el pelo. Ofendidos se amotinaron los indios tupes, de donde eran. Comaino, principal cacique, se llenó de indignación. Hizo juntar todos sus guerreros, y llegada la noche penetraron al pueblo y quemaron todas las casas, incluida la iglesia.

Muchos combatientes, españoles e indígenas, fueron sacrificados, incluida la pareja que dio lugar a los hechos.

Un poco más de un siglo después, ya en el período colonial, es designado gobernador de la provincia de Santa Marta, Vicente Sebastián Mestre, remoto antepasado de nuestra actual extensa familia Mestre, radicada especialmente en Pueblo Bello.

NOTA: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.

[email protected]

Columnista
20 diciembre, 2016

Don Lope de Orozco

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Anotaré pocos hechos, de este personaje histórico, y me guío por el libro de E. R. Tirado, con comentarios personales míos. Para comprender algunos rasgos de su personalidad, recordemos que fue contemporáneo del movimiento intelectual llamado Siglo de Oro de la Literatura Española, y por consiguiente, de su paisano Lópe de Vega, el Fénix de […]


Anotaré pocos hechos, de este personaje histórico, y me guío por el libro de E. R. Tirado, con comentarios personales míos.

Para comprender algunos rasgos de su personalidad, recordemos que fue contemporáneo del movimiento intelectual llamado Siglo de Oro de la Literatura Española, y por consiguiente, de su paisano Lópe de Vega, el Fénix de los Ingenios.

Fue gobernador-conquistador de la provincia de Santa Marta, uno de los mejores.

Este arquitecto tuvo especial estima por la región de Valledupar, por cuyo urbanismo se interesó. Y sus apellidos son raíces parentales, llegados hasta nosotros. Aquí están, por ejemplo, los reconocidos constructores Juan Tadeo y Jaime Orozco Orozco, entre otros.

Al comenzar el último tercio del siglo XVI, desembarcaba en las playas marinas del pueblo de la Nueva Salamanca (territorio guajiro).

La comarca a gobernar era más o menos así. Conformada por las porciones de los actuales departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira. El hombre indígena se encontraba asentado sobre las cumbres y llanuras absolutamente fértiles, coronadas por inaccesibles nevados, de donde manaban inacabables corrientes de aguas cristalinas, que bañaban dilatados valles ensoñadores.

Probablemente, de no haber ocurrido la agresiva irrupción de la conquista española, aquí se habría desarrollado una civilización autóctona y autentica, y seguramente sus presuntos habitantes estarían conviviendo en paz.

Pero sucedió de otra manera. Y para mayor tarea del nuevo gobernador, las precedentes colonizaciones habían oscurecido el ambiente social, con sus luchas entre españoles, esclavos negros e indígenas, empeñados éstos en defender sus territorios y derechos.

El gobernador, de buena voluntad, y asistido por las cédulas reales que contenían recomendaciones de buen trato hacia los indígenas, informado de las feraces tierras de Valledupar, determinó una expedición hacia allí, provista, entre otros elementos, de mil vacas, 500 carneros, muchas bestias de montar etc.

Para entonces, la población de Valledupar no contaba sino con 29 vecinos españoles.
Otro gesto personal suyo: enviar a Valledupar a su hijo Alonso Carrillo, para que adelantase la pacificación de los indios arhuacos. Algunos indicios señalan que encontró minas de oro. Este apellido es muy apreciado entre nosotros. Por eso la biblioteca departamental lleva el nombre de Rafael Carrillo, importantísimo filósofo atanquero, estudiado universalmente.

Traigo a colación, narrado por el autor, y reducido por mí, un hecho interesante, ocurrido bajo la gobernación de Lópe de Orozco, revelador del carácter indígena, y porque es como el prolegómeno de La Leyenda Vallenata:

En la ciudad de los Reyes vivía una india con su marido. Su ama, española, por celos infundados, la azotó y le cortó el pelo. Ofendidos se amotinaron los indios tupes, de donde eran. Comaino, principal cacique, se llenó de indignación. Hizo juntar todos sus guerreros, y llegada la noche penetraron al pueblo y quemaron todas las casas, incluida la iglesia.

Muchos combatientes, españoles e indígenas, fueron sacrificados, incluida la pareja que dio lugar a los hechos.

Un poco más de un siglo después, ya en el período colonial, es designado gobernador de la provincia de Santa Marta, Vicente Sebastián Mestre, remoto antepasado de nuestra actual extensa familia Mestre, radicada especialmente en Pueblo Bello.

NOTA: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.

[email protected]