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Columnista - 12 abril, 2015

Diomedez murió de viejo

El organismo del ser humano viene programado para soportar ciertos gastos y unos consumos determinados manteniendo siempre una reserva de energía que al ser diezmada, del cuerpo solo queda un débil cascarón imposibilitado para resistir el ataque de alguna enfermedad o la falla de cualquier órgano vital. Curiosamente, existe un denominador común en la vida […]

El organismo del ser humano viene programado para soportar ciertos gastos y unos consumos determinados manteniendo siempre una reserva de energía que al ser diezmada, del cuerpo solo queda un débil cascarón imposibilitado para resistir el ataque de alguna enfermedad o la falla de cualquier órgano vital.

Curiosamente, existe un denominador común en la vida de aquellos ídolos populares que en el mundo latino con su canto han sobrevivido a la muerte, como son los casos de Benny Moré de Cuba que solo vivió 43 años, 47 el puertorriqueño Héctor Lavoe, 55 el colombiano Joe Arroyo y 56 el ídolo vallenato Diomedes Díaz, todos ellos de humilde extracción y que después de conocer muy de cerca la pobreza, privaciones y sacrificios, alcanzaron merced a un talento brillante y natural los más altos peldaños de la gloria artística, en una vida llena de profundas contradicciones y traumas personales en la que no supieran manejar el vértigo que a veces produce una fama repentina. En el caso del ‘Cacique’ Diomedes, es claro que cronológicamente no vivió mucho, pero lo hizo intensamente y con el acelerador a fondo, en medio de grandes logros en el mundo del Vallenato y absurdos desórdenes emocionales, y que con su riquísima obra musical se hizo querer y perdonar por sus leales seguidores y admiradores que hoy por obra y gracia de esa resonante telenovela son casi todos los colombianos.

Podemos asegurar que Diomedes aceleró su existencia y que vivió en cincuenta y seis años lo que una persona normal podría vivir en cien o más. Un organismo puede ser muy fuerte y el cuerpo puede estar dotado de gran fortaleza y resistencia, pero sometido constantemente a excesos de todos los calibres y altísimas presiones emocionales poco a poco se irá desmoronando hasta llegar terminalmente al colapso vital.

Mujeres a granel, en racimos y a tutiplén, trago en cantidades oceánicas, continuos trasnochos laborales seguidos de largas amanecidas, el desgaste físico en tarima, mala alimentación, demandas por paternidad irresponsable, el temor y desvelo de un fugitivo, el trauma de un calabozo, el Guillan Barré, cirugías bucales e inguinales, aparatosos accidentes de tránsito, líos laborales por incumplimiento, y muchas otras arandelas de cualquier índole, además de la cruel persecución de los medios capitalinos, lo hicieron descender anímica y económicamente, lo que sumado al estrés de tantos conflictos y problemas le facilitaron a la muerte cerrarle el paso dejando al mundo vallenato, a Colombia y al mundo latino huérfanos de su canto genial y sentimental.

Diomedes pasó por este mundo despilfarrando su suerte, jugando con su vida, sin importarle absolutamente nada ni nadie, prodigándole talento a todos y animando continuamente a su fanaticada que mucho lo comprendió y perdonó.
Lo cierto es que Diomedes murió de viejo, su cuerpo ya no daba para más.

Columnista
12 abril, 2015

Diomedez murió de viejo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

El organismo del ser humano viene programado para soportar ciertos gastos y unos consumos determinados manteniendo siempre una reserva de energía que al ser diezmada, del cuerpo solo queda un débil cascarón imposibilitado para resistir el ataque de alguna enfermedad o la falla de cualquier órgano vital. Curiosamente, existe un denominador común en la vida […]


El organismo del ser humano viene programado para soportar ciertos gastos y unos consumos determinados manteniendo siempre una reserva de energía que al ser diezmada, del cuerpo solo queda un débil cascarón imposibilitado para resistir el ataque de alguna enfermedad o la falla de cualquier órgano vital.

Curiosamente, existe un denominador común en la vida de aquellos ídolos populares que en el mundo latino con su canto han sobrevivido a la muerte, como son los casos de Benny Moré de Cuba que solo vivió 43 años, 47 el puertorriqueño Héctor Lavoe, 55 el colombiano Joe Arroyo y 56 el ídolo vallenato Diomedes Díaz, todos ellos de humilde extracción y que después de conocer muy de cerca la pobreza, privaciones y sacrificios, alcanzaron merced a un talento brillante y natural los más altos peldaños de la gloria artística, en una vida llena de profundas contradicciones y traumas personales en la que no supieran manejar el vértigo que a veces produce una fama repentina. En el caso del ‘Cacique’ Diomedes, es claro que cronológicamente no vivió mucho, pero lo hizo intensamente y con el acelerador a fondo, en medio de grandes logros en el mundo del Vallenato y absurdos desórdenes emocionales, y que con su riquísima obra musical se hizo querer y perdonar por sus leales seguidores y admiradores que hoy por obra y gracia de esa resonante telenovela son casi todos los colombianos.

Podemos asegurar que Diomedes aceleró su existencia y que vivió en cincuenta y seis años lo que una persona normal podría vivir en cien o más. Un organismo puede ser muy fuerte y el cuerpo puede estar dotado de gran fortaleza y resistencia, pero sometido constantemente a excesos de todos los calibres y altísimas presiones emocionales poco a poco se irá desmoronando hasta llegar terminalmente al colapso vital.

Mujeres a granel, en racimos y a tutiplén, trago en cantidades oceánicas, continuos trasnochos laborales seguidos de largas amanecidas, el desgaste físico en tarima, mala alimentación, demandas por paternidad irresponsable, el temor y desvelo de un fugitivo, el trauma de un calabozo, el Guillan Barré, cirugías bucales e inguinales, aparatosos accidentes de tránsito, líos laborales por incumplimiento, y muchas otras arandelas de cualquier índole, además de la cruel persecución de los medios capitalinos, lo hicieron descender anímica y económicamente, lo que sumado al estrés de tantos conflictos y problemas le facilitaron a la muerte cerrarle el paso dejando al mundo vallenato, a Colombia y al mundo latino huérfanos de su canto genial y sentimental.

Diomedes pasó por este mundo despilfarrando su suerte, jugando con su vida, sin importarle absolutamente nada ni nadie, prodigándole talento a todos y animando continuamente a su fanaticada que mucho lo comprendió y perdonó.
Lo cierto es que Diomedes murió de viejo, su cuerpo ya no daba para más.