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Columnista - 24 enero, 2017

Diomedes en la puerta de Alcalá

Sitio emblemático de la ciudad de Madrid, hasta ese lugar llegó ‘El Cacique’, Diomedes Díaz, en su último viaje a España, para satisfacer, tal vez, sin quererlo, uno de sus últimos deseos terrenales, casarse con su compañera Consuelo. En las postrimerías de su vida Diomedes hizo su última gira por la península ibérica, fue a […]

Sitio emblemático de la ciudad de Madrid, hasta ese lugar llegó ‘El Cacique’, Diomedes Díaz, en su último viaje a España, para satisfacer, tal vez, sin quererlo, uno de sus últimos deseos terrenales, casarse con su compañera Consuelo.

En las postrimerías de su vida Diomedes hizo su última gira por la península ibérica, fue a hacer tres conciertos a la colonia colombiana.

Víctor Sánchez recibió al cantante en el aeropuerto de Barajas, él es un periodista de Aracataca, con muchísimos años de residencia en España; amigo del ídolo, publicó el libro en homenaje a Diomedes, ‘El Inmortal’, con impresionante caudal de fotos inéditas.

Diomedes en Madrid se sentía libre, se comportaba como un niño en recreo.

A pesar de su estado de salud limitado y andar en sillas de ruedas, Díaz visitaba los centros comerciales sin ningún contratiempo, sin aglomeraciones, tranquilo, sin miradas inquisidoras, sin acoso, era un ser más.

Cuando estaba en la calle, jugaba con la nieve, se solazaba en ella, hacía figuras, no resistió la tentación de probarla, cogió un puñado y se la llevó a la boca, Diomedes murmuró “lo único que le falta a esta vaina es la cola, para que sepa a cholado”.

Pidió comer carne asada y lo llevaron a ‘La Vaca Argentina’, única en estas delicias en Madrid. Exigió arroz chino, escaso en España, le compraron arroz “chaulafan”, plato típico del Perú, Diomedes reprendió fuertemente a su amigo por querer engañarlo, no sabía que ‘El Cacique’ era experto catador de esta comida oriental.

Después del ocio llegó la hora del trabajo, Diomedes se preparó para su concierto en Madrid, donde ya había tenido éxito al llevar anteriormente cinco mil personas, el optimismo era total, se prepararon para una gran gala, no había tiempo para malos pensamientos.

Lo no previsto llegó, decepción, del cielo bajaron al infierno. El evento se convirtió en un fracaso estruendoso, no alcanzaron a entrar al concierto de la reaparición de Diomedes en Europa cien personas, fue tanta la desolación que el empresario responsable se voló, dejó a Diomedes triste, solo y abandonado a su suerte en el viejo continente.

Los otros dos conciertos fueron aplazados, y como también el matrimonio que tenía planeado realizar allí en la puerta de Alcalá con su última compañera, Consuelo. Ante la situación ilíquida de Diomedes en ese lejano país, su amigo periodista que nunca lo dejó solo, asume los gastos del artista quien decide regresar presuroso a Colombia.

El fracaso del evento afectó emocionalmente mucho a Diomedes, cuando se preparaba para abordar el avión para su regreso al país, tuvo que ser llevado de emergencia al servicio médico ambulatorio del aeropuerto, por la crisis que presentó le aplicaron toda clase de medicamentos, fueron dos horas de reanimación.

Tras la crisis de salud, Diomedes es llevado a la sala de espera para abordar el avión, acude sentado en silla de ruedas, se despide a la distancia, Víctor sabía que no volvería a ver con vida al Cóndor, estaba mal herido.

Columnista
24 enero, 2017

Diomedes en la puerta de Alcalá

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Sitio emblemático de la ciudad de Madrid, hasta ese lugar llegó ‘El Cacique’, Diomedes Díaz, en su último viaje a España, para satisfacer, tal vez, sin quererlo, uno de sus últimos deseos terrenales, casarse con su compañera Consuelo. En las postrimerías de su vida Diomedes hizo su última gira por la península ibérica, fue a […]


Sitio emblemático de la ciudad de Madrid, hasta ese lugar llegó ‘El Cacique’, Diomedes Díaz, en su último viaje a España, para satisfacer, tal vez, sin quererlo, uno de sus últimos deseos terrenales, casarse con su compañera Consuelo.

En las postrimerías de su vida Diomedes hizo su última gira por la península ibérica, fue a hacer tres conciertos a la colonia colombiana.

Víctor Sánchez recibió al cantante en el aeropuerto de Barajas, él es un periodista de Aracataca, con muchísimos años de residencia en España; amigo del ídolo, publicó el libro en homenaje a Diomedes, ‘El Inmortal’, con impresionante caudal de fotos inéditas.

Diomedes en Madrid se sentía libre, se comportaba como un niño en recreo.

A pesar de su estado de salud limitado y andar en sillas de ruedas, Díaz visitaba los centros comerciales sin ningún contratiempo, sin aglomeraciones, tranquilo, sin miradas inquisidoras, sin acoso, era un ser más.

Cuando estaba en la calle, jugaba con la nieve, se solazaba en ella, hacía figuras, no resistió la tentación de probarla, cogió un puñado y se la llevó a la boca, Diomedes murmuró “lo único que le falta a esta vaina es la cola, para que sepa a cholado”.

Pidió comer carne asada y lo llevaron a ‘La Vaca Argentina’, única en estas delicias en Madrid. Exigió arroz chino, escaso en España, le compraron arroz “chaulafan”, plato típico del Perú, Diomedes reprendió fuertemente a su amigo por querer engañarlo, no sabía que ‘El Cacique’ era experto catador de esta comida oriental.

Después del ocio llegó la hora del trabajo, Diomedes se preparó para su concierto en Madrid, donde ya había tenido éxito al llevar anteriormente cinco mil personas, el optimismo era total, se prepararon para una gran gala, no había tiempo para malos pensamientos.

Lo no previsto llegó, decepción, del cielo bajaron al infierno. El evento se convirtió en un fracaso estruendoso, no alcanzaron a entrar al concierto de la reaparición de Diomedes en Europa cien personas, fue tanta la desolación que el empresario responsable se voló, dejó a Diomedes triste, solo y abandonado a su suerte en el viejo continente.

Los otros dos conciertos fueron aplazados, y como también el matrimonio que tenía planeado realizar allí en la puerta de Alcalá con su última compañera, Consuelo. Ante la situación ilíquida de Diomedes en ese lejano país, su amigo periodista que nunca lo dejó solo, asume los gastos del artista quien decide regresar presuroso a Colombia.

El fracaso del evento afectó emocionalmente mucho a Diomedes, cuando se preparaba para abordar el avión para su regreso al país, tuvo que ser llevado de emergencia al servicio médico ambulatorio del aeropuerto, por la crisis que presentó le aplicaron toda clase de medicamentos, fueron dos horas de reanimación.

Tras la crisis de salud, Diomedes es llevado a la sala de espera para abordar el avión, acude sentado en silla de ruedas, se despide a la distancia, Víctor sabía que no volvería a ver con vida al Cóndor, estaba mal herido.