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Columnista - 19 noviembre, 2016

Diagnóstico de Valledupar

Las ciudades son sinónimo de civilización, de hecho, constituyen sus cimientos. Han sido siempre el principal escenario donde ha evolucionado y prosperado la cultura humana más sublime y desde los albores de la ciencia han sido también el motor de nuestro creciente conocimiento del planeta, de sus ecosistemas y del lugar que ocupamos dentro de […]

Las ciudades son sinónimo de civilización, de hecho, constituyen sus cimientos. Han sido siempre el principal escenario donde ha evolucionado y prosperado la cultura humana más sublime y desde los albores de la ciencia han sido también el motor de nuestro creciente conocimiento del planeta, de sus ecosistemas y del lugar que ocupamos dentro de ellos. Las ciudades constituyen, con razón, un rayo de esperanza y una fuente de inspiración para millones de personas, y durante las próximas décadas seguirán creciendo a medida que gentes de todos los continentes emigran a zonas urbanas en busca de una vida mejor.

Las consideraciones de Eduardo da Costa Paes, actual alcalde de Rio de Janeiro y autor del prólogo del libro ‘Ciudades Sostenibles del Sueño a la Acción, la situación del mundo 2016, Informe Anual del Worldwatch Instituto’, fueron condensadas durante la conferencia de las Naciones Unidas Hábitat III que tuvo lugar en Quito el mes pasado. Una de las principales lecciones que dejó este encuentro fue denominado la nueva agenda urbana, la cual recoge seis conceptos que deben ser el objetivo para conseguir ciudades compactas, inclusivas, participativas, resilientes, seguras y sostenibles.

La ciudad perfecta no existe, pero  sus habitantes y los alcaldes de todo el mundo buscan acercarse a ese objetivo. Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se prevé que para 2050, esa cifra se amplíe y llegue casi al 70 %.

El crecimiento significativo de la población, el cambio de su estructura, el proceso de envejecimiento y la creciente urbanización, son los principales eventos que anuncian el establecimiento de una megatendencia capaz de generar cambios globales de carácter estructural.

Estos escenarios conciben estructura programática e impugna los mamotretos de propuestas, con sustento retorico y sin análisis concreto, derivando en improvisación. Esta práctica lamentablemente es particular de la dirigencia territorial colombiana.

Valledupar, la ciudad de los Santos Reyes ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su crecimiento. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia. De este modo, no podemos esperar nada distinto a los problemas en materia fiscal, ambiental, seguridad, servicios públicos, retraso en materia vial, movilidad y transporte. No hemos entendido que la ciudad ya no es de casitas de bahareque, y que debe ser gobernada como sistema de evolución.

Nuestra ciudad requiere subirse al tren del desarrollo, sin soslayar tendencias de crecimiento de la población y el modelo de ciudad sostenible. Para lograrlo es pertinente eficiencia y transparencia en el uso de los recursos. El actual mandatario heredó los problemas congénitos de la ciudad, pero eso no es excusa, le asiste el deber de estructurar la visión del territorio con base en planes con horizontes de corto, mediano y largo plazo, naturalmente, garantizando su ejecución con asignación de recursos.
@LuchoDiaz12

Columnista
19 noviembre, 2016

Diagnóstico de Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Las ciudades son sinónimo de civilización, de hecho, constituyen sus cimientos. Han sido siempre el principal escenario donde ha evolucionado y prosperado la cultura humana más sublime y desde los albores de la ciencia han sido también el motor de nuestro creciente conocimiento del planeta, de sus ecosistemas y del lugar que ocupamos dentro de […]


Las ciudades son sinónimo de civilización, de hecho, constituyen sus cimientos. Han sido siempre el principal escenario donde ha evolucionado y prosperado la cultura humana más sublime y desde los albores de la ciencia han sido también el motor de nuestro creciente conocimiento del planeta, de sus ecosistemas y del lugar que ocupamos dentro de ellos. Las ciudades constituyen, con razón, un rayo de esperanza y una fuente de inspiración para millones de personas, y durante las próximas décadas seguirán creciendo a medida que gentes de todos los continentes emigran a zonas urbanas en busca de una vida mejor.

Las consideraciones de Eduardo da Costa Paes, actual alcalde de Rio de Janeiro y autor del prólogo del libro ‘Ciudades Sostenibles del Sueño a la Acción, la situación del mundo 2016, Informe Anual del Worldwatch Instituto’, fueron condensadas durante la conferencia de las Naciones Unidas Hábitat III que tuvo lugar en Quito el mes pasado. Una de las principales lecciones que dejó este encuentro fue denominado la nueva agenda urbana, la cual recoge seis conceptos que deben ser el objetivo para conseguir ciudades compactas, inclusivas, participativas, resilientes, seguras y sostenibles.

La ciudad perfecta no existe, pero  sus habitantes y los alcaldes de todo el mundo buscan acercarse a ese objetivo. Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se prevé que para 2050, esa cifra se amplíe y llegue casi al 70 %.

El crecimiento significativo de la población, el cambio de su estructura, el proceso de envejecimiento y la creciente urbanización, son los principales eventos que anuncian el establecimiento de una megatendencia capaz de generar cambios globales de carácter estructural.

Estos escenarios conciben estructura programática e impugna los mamotretos de propuestas, con sustento retorico y sin análisis concreto, derivando en improvisación. Esta práctica lamentablemente es particular de la dirigencia territorial colombiana.

Valledupar, la ciudad de los Santos Reyes ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su crecimiento. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia. De este modo, no podemos esperar nada distinto a los problemas en materia fiscal, ambiental, seguridad, servicios públicos, retraso en materia vial, movilidad y transporte. No hemos entendido que la ciudad ya no es de casitas de bahareque, y que debe ser gobernada como sistema de evolución.

Nuestra ciudad requiere subirse al tren del desarrollo, sin soslayar tendencias de crecimiento de la población y el modelo de ciudad sostenible. Para lograrlo es pertinente eficiencia y transparencia en el uso de los recursos. El actual mandatario heredó los problemas congénitos de la ciudad, pero eso no es excusa, le asiste el deber de estructurar la visión del territorio con base en planes con horizontes de corto, mediano y largo plazo, naturalmente, garantizando su ejecución con asignación de recursos.
@LuchoDiaz12