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Columnista - 3 mayo, 2017

Desempleo, modelo 2017

Después del éxtasis que nos genera el Festival, que cómo a Remedios la Bella nos eleva a las alturas, viene el guayabo y la caída a la dura realidad. En Valledupar hay 25.000 personas desocupadas, según el último dato que acaba de publicar la semana pasada el Dane. Hace un año eran 21.000. Es decir, […]

Después del éxtasis que nos genera el Festival, que cómo a Remedios la Bella nos eleva a las alturas, viene el guayabo y la caída a la dura realidad. En Valledupar hay 25.000 personas desocupadas, según el último dato que acaba de publicar la semana pasada el Dane. Hace un año eran 21.000. Es decir, vamos cómo el cangrejo. 25.000 desocupados son entre 80.000-100.000 personas sufriendo una serie de necesidades, si tenemos en cuenta que de cada una de las personas desempleadas dependen sus hijos u otros familiares. Son personas en riesgo de hambre y desnutrición, especialmente los niños, o en riesgo de caer en el pandillismo, el robo y la droga.

Si Valledupar es una ciudad de 450.000 habitantes, miren que el tamaño de la problemática es bastante crítico. Casi una de cada cuatro personas se encuentra en dicha situación.

Por estas razones, es que Valledupar está ocupando el tercer lugar en el ranking de pobreza de las ciudades capitales del país, con un 35.5 % de su población, después de Quibdó y Riohacha. Este último dato de desempleo para nada va a ayudar a mejorar la situación. Lo que preocupa es que no se ven las estrategias y acciones reales para combatir éste problema. Las respuestas que leí de las autoridades sobre las acciones para contrarrestar el aumento de la pobreza en Valledupar dejan mucho que desear sobre el entendimiento de dicha problemática. Eso sí, anuncios y más anuncios, pero cómo vemos con este último dato, eso no está funcionando. Los perjudicados son los vallenatos.

La administración debería ponerse la mano en el corazón y de manera sincera preguntarse qué es lo que no está haciendo o que está haciendo que no está funcionando, porque el camino se ve culebrero y difícil.

Hay una relación directa y obvia entre desempleo y pobreza. Son directamente proporcionales. Lo que nos muestra éste último dato, que dice que el desempleo pasó en un año del 12 al 13.4 %, es que no nos hagamos ilusiones con el comportamiento de la pobreza, ni que el gobierno haga promesas que no se ven en las cifras.

Hace apenas seis meses escribía que para entender el problema del desempleo, pero sobre todo para diseñar políticas y estrategias diferenciales y concretas, había que averiguar quiénes eran los desempleados: ¿Son los jóvenes o los mayores? ¿Son los calificados o los no calificados? ¿Son hombres o mujeres? ¿Son personas en situación de desplazamiento o no? Esto debe hacerlo el Gobierno municipal si quiere diseñar políticas públicas y si quiere saber que puerta tocar para que lo ayuden: Sena, DPS, Mintrabajo, etc.

¡Pero si no sabe cuál es la enfermedad, no va a saber a qué medico ir y el enfermo sigue empeorando! ¡Cuidado y se le muere!

Por Fernando Herrera Araújo

 

Columnista
3 mayo, 2017

Desempleo, modelo 2017

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fernando Herrera Araújo

Después del éxtasis que nos genera el Festival, que cómo a Remedios la Bella nos eleva a las alturas, viene el guayabo y la caída a la dura realidad. En Valledupar hay 25.000 personas desocupadas, según el último dato que acaba de publicar la semana pasada el Dane. Hace un año eran 21.000. Es decir, […]


Después del éxtasis que nos genera el Festival, que cómo a Remedios la Bella nos eleva a las alturas, viene el guayabo y la caída a la dura realidad. En Valledupar hay 25.000 personas desocupadas, según el último dato que acaba de publicar la semana pasada el Dane. Hace un año eran 21.000. Es decir, vamos cómo el cangrejo. 25.000 desocupados son entre 80.000-100.000 personas sufriendo una serie de necesidades, si tenemos en cuenta que de cada una de las personas desempleadas dependen sus hijos u otros familiares. Son personas en riesgo de hambre y desnutrición, especialmente los niños, o en riesgo de caer en el pandillismo, el robo y la droga.

Si Valledupar es una ciudad de 450.000 habitantes, miren que el tamaño de la problemática es bastante crítico. Casi una de cada cuatro personas se encuentra en dicha situación.

Por estas razones, es que Valledupar está ocupando el tercer lugar en el ranking de pobreza de las ciudades capitales del país, con un 35.5 % de su población, después de Quibdó y Riohacha. Este último dato de desempleo para nada va a ayudar a mejorar la situación. Lo que preocupa es que no se ven las estrategias y acciones reales para combatir éste problema. Las respuestas que leí de las autoridades sobre las acciones para contrarrestar el aumento de la pobreza en Valledupar dejan mucho que desear sobre el entendimiento de dicha problemática. Eso sí, anuncios y más anuncios, pero cómo vemos con este último dato, eso no está funcionando. Los perjudicados son los vallenatos.

La administración debería ponerse la mano en el corazón y de manera sincera preguntarse qué es lo que no está haciendo o que está haciendo que no está funcionando, porque el camino se ve culebrero y difícil.

Hay una relación directa y obvia entre desempleo y pobreza. Son directamente proporcionales. Lo que nos muestra éste último dato, que dice que el desempleo pasó en un año del 12 al 13.4 %, es que no nos hagamos ilusiones con el comportamiento de la pobreza, ni que el gobierno haga promesas que no se ven en las cifras.

Hace apenas seis meses escribía que para entender el problema del desempleo, pero sobre todo para diseñar políticas y estrategias diferenciales y concretas, había que averiguar quiénes eran los desempleados: ¿Son los jóvenes o los mayores? ¿Son los calificados o los no calificados? ¿Son hombres o mujeres? ¿Son personas en situación de desplazamiento o no? Esto debe hacerlo el Gobierno municipal si quiere diseñar políticas públicas y si quiere saber que puerta tocar para que lo ayuden: Sena, DPS, Mintrabajo, etc.

¡Pero si no sabe cuál es la enfermedad, no va a saber a qué medico ir y el enfermo sigue empeorando! ¡Cuidado y se le muere!

Por Fernando Herrera Araújo