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Columnista - 14 agosto, 2018

Decisiones fatales

Dolorosos los hechos que tienden a volverse rutinarios en Valledupar. Como si fuéramos endémicos a la enfermedad mental, cíclicamente se recrudece la ocurrencia de casos de suicidio en la capital del departamento del Cesar, convirtiéndose su reducción en el reto para las autoridades de salud del momento. Las decisiones fatales no tienen que ver con […]

Dolorosos los hechos que tienden a volverse rutinarios en Valledupar. Como si fuéramos endémicos a la enfermedad mental, cíclicamente se recrudece la ocurrencia de casos de suicidio en la capital del departamento del Cesar, convirtiéndose su reducción en el reto para las autoridades de salud del momento.

Las decisiones fatales no tienen que ver con sexo, edad, estrato social, raza o cualquier variable que pueda marcar diferencia en su aparición, nos puede afectar a todos y por lo tanto su incidencia es tan alta que constituye un evento de salud pública de obligatoria notificación y vigilancia epidemiológica. Así muchas veces éstas sean reportadas como intoxicaciones accidentales o cualquier tipo de evento fortuito, produciendo un irregular subregistro que impide con certeza conocer la magnitud del problema.

La situación es compleja y no podemos seguir impasibles, llevando la contabilidad de los ciudadanos que en equivocadas decisiones resuelven atentar contra su existencia. Es necesario enfrentar este flagelo, por muy difícil que sea, uniendo los esfuerzos institucionales del departamento y el municipio desde lo oficial y las Empresas Promotoras de Salud-EPS desde lo privado, estrenando el esquema de las Rutas Integrales de Atención en Salud, donde el gran integrador sea el municipio como responsable de las políticas públicas de salud.

En esta oportunidad la elevada tasa de mortalidad está asociada al Programa de Salud Mental, que representa solo un capítulo dentro del Plan de Salud Pública. Desde allí se deben implementar inmediatas estrategias para llevar la atención psicoterapéutica a todas aquellas personas que se sienten olvidadas en la desesperanza y contemplan como única solución acabar con su vida.

En la intervención debemos participar todos. La oferta institucional quitando las barreras burocráticas que impiden recibir una inmediata atención, no se trata solo de atender en los Centros de Escucha que ya están funcionando pero que un gran porcentaje de la población no saben de su existencia, muchas vidas se salvan con solo escuchar y guiar oportunamente, así no se tenga los estudios para diagnosticar y atender somáticamente una enfermedad mental.

La prensa es fundamental en estos momentos, una cosa es registrar la noticia y otra muy diferente compendiar en una nota el decálogo del suicida. El componente espiritual también se debe aprovechar, las iglesias ayudan a difundir el amor a la vida desde la comprensión de las dificultades y el fortalecimiento de los valores. El concurso de la familia y amigos también es importante por cuanto cualquier cambio de personalidad advierte la letal decisión y hay que estar atentos.

Muy posiblemente nadie tenga el secreto para frenar la ocurrencia de estas infortunadas conductas, lo importante será que se haga algo y pronto, porque con una vida que se logre arrancar de las garras de la muerte, estaremos devolviendo en servicio la confianza que la gente tiene cuando escoge a sus autoridades. Un abrazo.

Por Antonio María Araújo Calderón
@antoniomariaA

Columnista
14 agosto, 2018

Decisiones fatales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Dolorosos los hechos que tienden a volverse rutinarios en Valledupar. Como si fuéramos endémicos a la enfermedad mental, cíclicamente se recrudece la ocurrencia de casos de suicidio en la capital del departamento del Cesar, convirtiéndose su reducción en el reto para las autoridades de salud del momento. Las decisiones fatales no tienen que ver con […]


Dolorosos los hechos que tienden a volverse rutinarios en Valledupar. Como si fuéramos endémicos a la enfermedad mental, cíclicamente se recrudece la ocurrencia de casos de suicidio en la capital del departamento del Cesar, convirtiéndose su reducción en el reto para las autoridades de salud del momento.

Las decisiones fatales no tienen que ver con sexo, edad, estrato social, raza o cualquier variable que pueda marcar diferencia en su aparición, nos puede afectar a todos y por lo tanto su incidencia es tan alta que constituye un evento de salud pública de obligatoria notificación y vigilancia epidemiológica. Así muchas veces éstas sean reportadas como intoxicaciones accidentales o cualquier tipo de evento fortuito, produciendo un irregular subregistro que impide con certeza conocer la magnitud del problema.

La situación es compleja y no podemos seguir impasibles, llevando la contabilidad de los ciudadanos que en equivocadas decisiones resuelven atentar contra su existencia. Es necesario enfrentar este flagelo, por muy difícil que sea, uniendo los esfuerzos institucionales del departamento y el municipio desde lo oficial y las Empresas Promotoras de Salud-EPS desde lo privado, estrenando el esquema de las Rutas Integrales de Atención en Salud, donde el gran integrador sea el municipio como responsable de las políticas públicas de salud.

En esta oportunidad la elevada tasa de mortalidad está asociada al Programa de Salud Mental, que representa solo un capítulo dentro del Plan de Salud Pública. Desde allí se deben implementar inmediatas estrategias para llevar la atención psicoterapéutica a todas aquellas personas que se sienten olvidadas en la desesperanza y contemplan como única solución acabar con su vida.

En la intervención debemos participar todos. La oferta institucional quitando las barreras burocráticas que impiden recibir una inmediata atención, no se trata solo de atender en los Centros de Escucha que ya están funcionando pero que un gran porcentaje de la población no saben de su existencia, muchas vidas se salvan con solo escuchar y guiar oportunamente, así no se tenga los estudios para diagnosticar y atender somáticamente una enfermedad mental.

La prensa es fundamental en estos momentos, una cosa es registrar la noticia y otra muy diferente compendiar en una nota el decálogo del suicida. El componente espiritual también se debe aprovechar, las iglesias ayudan a difundir el amor a la vida desde la comprensión de las dificultades y el fortalecimiento de los valores. El concurso de la familia y amigos también es importante por cuanto cualquier cambio de personalidad advierte la letal decisión y hay que estar atentos.

Muy posiblemente nadie tenga el secreto para frenar la ocurrencia de estas infortunadas conductas, lo importante será que se haga algo y pronto, porque con una vida que se logre arrancar de las garras de la muerte, estaremos devolviendo en servicio la confianza que la gente tiene cuando escoge a sus autoridades. Un abrazo.

Por Antonio María Araújo Calderón
@antoniomariaA