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Columnista - 7 noviembre, 2017

Debate de quinta

Ya se acerca la época de elecciones y con ella las malas prácticas que lamentablemente le son propias. Por estos días es posible apreciar como el debate se encuentra reducido a gritos, mentiras, injurias, calumnias, y sólo en ocasiones, a verdades, de esas que les convienen a unos y desfavorecen a otros, que celebran los […]

Ya se acerca la época de elecciones y con ella las malas prácticas que lamentablemente le son propias. Por estos días es posible apreciar como el debate se encuentra reducido a gritos, mentiras, injurias, calumnias, y sólo en ocasiones, a verdades, de esas que les convienen a unos y desfavorecen a otros, que celebran los amigos de Pedro y que trasnochan a los socios de Juan. El nivel del debate que abraza la vida nacional es demasiado ruin, cuando en un país como el nuestro, en vía de desarrollo en todas sus dimensiones, las disertaciones políticas deberían estar nutridas con más objetos sociales, económicos, culturales y humanitarios que cualquier otra cosa, pero no es así, aquí la mala conducta siempre gana la partida.

Produce pena, desconcierto, que no haya un debate preelectoral con altura, donde, sin desconocer que el hecho de que estos sean en muchas ocasiones álgidos, efusivos, hace parte de su naturaleza políticocultural, haya un ambiente propositivo en temas sensibles como pobreza, desempleo, productividad, competitividad y en las fórmulas de reinvención a las que les hemos venido huyendo desde hace mucho.

Hay que entender que la intensidad del debate es una cosa y elevarlo al bochorno es otra, siendo este último evento el que termina tornando el debate agobiante, lo que no contribuye en nada a la construcción de democracia en el interior de un Estado.

En una de sus más recientes columnas de opinión, Yolanda Ruiz, directora de noticias RCN Radio, manifestaba que en nuestro país se pelea mucho y se debate poco, mucha razón tiene al aseverar tal cosa. En Colombia se ha vuelto excepción hablar de tópicos como los sistemas de salud y educación, porque la regla consiste en arremeter contra el otro a como dé lugar. No creo mucho en aquello de que en la política todo se vale, yo diría más bien que todo se puede, pero no todo es legal ni legítimo, eso es lo que muchos actores de la política nacional aún no han logrado asimilar, es esa la razón por la que hoy estamos como estamos, sumamente mal.

En una sociedad no todos debemos estar de acuerdo, esa es una de las premisas fundamentales de la democracia moderna, decía John F. Kennedy que “sino podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”, entonces, aquí el asunto se basa en que debemos respetar las ideas de cada quien y darle al debate la altura que se merece, estamos hablando del futuro de un país, no de una finca agrícola o una cadena de supermercados, son más de cuarenta millones de colombianos los que estamos de por medio, es por eso que hay que centrarse en lo que verdaderamente importa y no en necedades.

Si el hecho de que en Colombia el debate político se personalizara fue algo grave, ahora tenemos algo peor, se ha despersonalizado para expandir su campo de acción a los núcleos familiares, esto con el fin de atacar por doble vía a quien se tenga al frente, tanto su persona como a padres, hermanos, tíos, sobrinos, etc., ¿Qué tal la valía del debate? Qué horror que hayamos llegado hasta estas instancias tan deplorables, pierde el crecimiento, la democracia y toda una Nación.

Sin embargo, hay que resaltar el comportamiento de quienes han sabido manejar la situación y hasta el momento no han caído en ese juego tan nefasto. Personajes como Sergio Fajardo, Iván Duque y Humberto De la Calle, por nombrar algunos, no han entrado a ese círculo vicioso de volver la escena política un ring de boxeo.

No podemos seguir despotricándonos unos a otros, ese no es el comportamiento adecuado de una ciudadanía que se supone anhela un verdadero Estado Social y Democrático de Derecho, un territorio de paz, desarrollo y progreso. Es inadmisible lo que hoy está pasando, en Colombia agoniza el debate político: ¡Debate de quinta!

 

Por Camilo Pinto Morón

@camilopintom

Columnista
7 noviembre, 2017

Debate de quinta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Camilo Pinto

Ya se acerca la época de elecciones y con ella las malas prácticas que lamentablemente le son propias. Por estos días es posible apreciar como el debate se encuentra reducido a gritos, mentiras, injurias, calumnias, y sólo en ocasiones, a verdades, de esas que les convienen a unos y desfavorecen a otros, que celebran los […]


Ya se acerca la época de elecciones y con ella las malas prácticas que lamentablemente le son propias. Por estos días es posible apreciar como el debate se encuentra reducido a gritos, mentiras, injurias, calumnias, y sólo en ocasiones, a verdades, de esas que les convienen a unos y desfavorecen a otros, que celebran los amigos de Pedro y que trasnochan a los socios de Juan. El nivel del debate que abraza la vida nacional es demasiado ruin, cuando en un país como el nuestro, en vía de desarrollo en todas sus dimensiones, las disertaciones políticas deberían estar nutridas con más objetos sociales, económicos, culturales y humanitarios que cualquier otra cosa, pero no es así, aquí la mala conducta siempre gana la partida.

Produce pena, desconcierto, que no haya un debate preelectoral con altura, donde, sin desconocer que el hecho de que estos sean en muchas ocasiones álgidos, efusivos, hace parte de su naturaleza políticocultural, haya un ambiente propositivo en temas sensibles como pobreza, desempleo, productividad, competitividad y en las fórmulas de reinvención a las que les hemos venido huyendo desde hace mucho.

Hay que entender que la intensidad del debate es una cosa y elevarlo al bochorno es otra, siendo este último evento el que termina tornando el debate agobiante, lo que no contribuye en nada a la construcción de democracia en el interior de un Estado.

En una de sus más recientes columnas de opinión, Yolanda Ruiz, directora de noticias RCN Radio, manifestaba que en nuestro país se pelea mucho y se debate poco, mucha razón tiene al aseverar tal cosa. En Colombia se ha vuelto excepción hablar de tópicos como los sistemas de salud y educación, porque la regla consiste en arremeter contra el otro a como dé lugar. No creo mucho en aquello de que en la política todo se vale, yo diría más bien que todo se puede, pero no todo es legal ni legítimo, eso es lo que muchos actores de la política nacional aún no han logrado asimilar, es esa la razón por la que hoy estamos como estamos, sumamente mal.

En una sociedad no todos debemos estar de acuerdo, esa es una de las premisas fundamentales de la democracia moderna, decía John F. Kennedy que “sino podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”, entonces, aquí el asunto se basa en que debemos respetar las ideas de cada quien y darle al debate la altura que se merece, estamos hablando del futuro de un país, no de una finca agrícola o una cadena de supermercados, son más de cuarenta millones de colombianos los que estamos de por medio, es por eso que hay que centrarse en lo que verdaderamente importa y no en necedades.

Si el hecho de que en Colombia el debate político se personalizara fue algo grave, ahora tenemos algo peor, se ha despersonalizado para expandir su campo de acción a los núcleos familiares, esto con el fin de atacar por doble vía a quien se tenga al frente, tanto su persona como a padres, hermanos, tíos, sobrinos, etc., ¿Qué tal la valía del debate? Qué horror que hayamos llegado hasta estas instancias tan deplorables, pierde el crecimiento, la democracia y toda una Nación.

Sin embargo, hay que resaltar el comportamiento de quienes han sabido manejar la situación y hasta el momento no han caído en ese juego tan nefasto. Personajes como Sergio Fajardo, Iván Duque y Humberto De la Calle, por nombrar algunos, no han entrado a ese círculo vicioso de volver la escena política un ring de boxeo.

No podemos seguir despotricándonos unos a otros, ese no es el comportamiento adecuado de una ciudadanía que se supone anhela un verdadero Estado Social y Democrático de Derecho, un territorio de paz, desarrollo y progreso. Es inadmisible lo que hoy está pasando, en Colombia agoniza el debate político: ¡Debate de quinta!

 

Por Camilo Pinto Morón

@camilopintom