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Columnista - 18 enero, 2018

#Dante2018

Una tarde, en alguna pared de la ciudad, vi un grafiti que decía: “Leer da sueños”. Desprevenido, pensé que el escritor tenía razón, pues la palabra “lectura” se asocia con la idea de castigo o aburrimiento, y es que todos, alguna vez en la vida, fuimos obligados a leer. Esta relación de lectura-castigo-aburrimiento hace que […]

Una tarde, en alguna pared de la ciudad, vi un grafiti que decía: “Leer da sueños”. Desprevenido, pensé que el escritor tenía razón, pues la palabra “lectura” se asocia con la idea de castigo o aburrimiento, y es que todos, alguna vez en la vida, fuimos obligados a leer.

Esta relación de lectura-castigo-aburrimiento hace que miremos con recelo los clásicos de la literatura universal. Nos dejamos intimidar por su fama, su extensión o nuestra pequeñez. Es cierto, obras como ‘Guerra y Paz’ de Tolstoi, ‘Absalón, Absalón’ de Faulkner o ‘Moby Dick’ de Melville infunden tanto temor que llegan, incluso, a convertirse en asignaturas pendientes para alguien asiduo a la lectura. Es entonces cuando necesitamos motivos o excusas para leer, y las redes sociales, en este momento, están brindando un buen motivo: #Dante2018.

Todo comenzó cuando el usuario Pablo Maurette (@maurette79) propuso iniciar el 2018 leyendo un canto por día de la Divina Comedia, de manera que en cien jornadas se leería por completo. Cada lector, sin importar su ubicación geográfica o su formación intelectual, utilizando el Hashtag #Dante2018, puede ir compartiendo su punto de vista, sus impresiones, sus dudas.

Un ejercicio de libertad completa y absoluta. La consigna es: un canto por día y comentar citando el hashtag en Twitter y en Facebook, especificando el canto del que se está hablando (por ejemplo “Inf. 13”). La iniciativa ha sido acogida con generosidad, tanto que ya es tendencia y empieza a hablarse del “grupo de lectura más grande de la historia”. No es la primera vez que algo parecido sucede en torno a la Comedia. En 1373, en Florencia y a cargo de Bocaccio, se realizó una lectura pública de esta obra dantesca, pero, lastimosamente, la iniciativa quedó inconclusa por la muerte del autor del Decamerón en 1375.

La práctica es interesante y solo exige algo de tiempo y ganas. Los participantes son diversos, distintos y distantes. Podemos encontrar eruditos y especialistas como Humberto Ballesteros Capasso (@Graograman), experto en literatura italiana, que nos enriquece con un ensayo diario del canto respectivo, pero también los hay novatos, como yo, que solo me limito a preguntar y aprender, dejándome guiar, igual que Dante con Virgilio.

‘La Comedia’ es una amalgama de filosofía aristotélica y escolástica, teología, recursos poéticos, política, literatura antigua, mitología cristiana y pagana que se renueva en cada ser humano que lee sus páginas. Como alguna vez escribió Jorge Luis Borges, “La Comedia nos sigue asombrando, y durará más allá de nuestra vida, mucho más allá de nuestras vigilias viéndose enriquecida por cada generación de lectores.

Hoy, después de realizar esfuerzos sobrehumanos para terminar la lectura de algunos libros, y luego de haber comprendido al argentino que dijo que la lectura es una fuente de placer, pude entender el verdadero sentido de aquel grafiti: leer da sueños, porque abre la mente del lector a nuevas maneras de comprender el mundo, a la esperanza de un futuro mejor, al mismo tiempo que le permite cultivar el espíritu crítico que tanto necesitamos para tomar decisiones correctas, sobre todo en esta época de politiquería.

Sería genial que la experiencia #Dante2018 salte del mundo virtual a nuestra realidad. Sería interesante que en la ciudad se llevaran a cabo campañas culturales atractivas –grupos de lectura, concursos de pintura o literarios, publicaciones y programas radiales especializados en temas culturales-, que utilicen y le saquen provecho a todas las herramientas que ofrece la era digital. Estoy seguro que dejaríamos de ser tan acordeón-dependientes y nuestro horizonte se expandiría.
Post scriptum: Cuando me refiero a “dejar de ser acordeón-dependientes” no quiero decir que olvidemos nuestra esencia; es una invitación a que empecemos a comprender que nuestro folclor y la cultura vallenata es mucho más que la música de acordeón.

Columnista
18 enero, 2018

#Dante2018

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Liñan Pitre

Una tarde, en alguna pared de la ciudad, vi un grafiti que decía: “Leer da sueños”. Desprevenido, pensé que el escritor tenía razón, pues la palabra “lectura” se asocia con la idea de castigo o aburrimiento, y es que todos, alguna vez en la vida, fuimos obligados a leer. Esta relación de lectura-castigo-aburrimiento hace que […]


Una tarde, en alguna pared de la ciudad, vi un grafiti que decía: “Leer da sueños”. Desprevenido, pensé que el escritor tenía razón, pues la palabra “lectura” se asocia con la idea de castigo o aburrimiento, y es que todos, alguna vez en la vida, fuimos obligados a leer.

Esta relación de lectura-castigo-aburrimiento hace que miremos con recelo los clásicos de la literatura universal. Nos dejamos intimidar por su fama, su extensión o nuestra pequeñez. Es cierto, obras como ‘Guerra y Paz’ de Tolstoi, ‘Absalón, Absalón’ de Faulkner o ‘Moby Dick’ de Melville infunden tanto temor que llegan, incluso, a convertirse en asignaturas pendientes para alguien asiduo a la lectura. Es entonces cuando necesitamos motivos o excusas para leer, y las redes sociales, en este momento, están brindando un buen motivo: #Dante2018.

Todo comenzó cuando el usuario Pablo Maurette (@maurette79) propuso iniciar el 2018 leyendo un canto por día de la Divina Comedia, de manera que en cien jornadas se leería por completo. Cada lector, sin importar su ubicación geográfica o su formación intelectual, utilizando el Hashtag #Dante2018, puede ir compartiendo su punto de vista, sus impresiones, sus dudas.

Un ejercicio de libertad completa y absoluta. La consigna es: un canto por día y comentar citando el hashtag en Twitter y en Facebook, especificando el canto del que se está hablando (por ejemplo “Inf. 13”). La iniciativa ha sido acogida con generosidad, tanto que ya es tendencia y empieza a hablarse del “grupo de lectura más grande de la historia”. No es la primera vez que algo parecido sucede en torno a la Comedia. En 1373, en Florencia y a cargo de Bocaccio, se realizó una lectura pública de esta obra dantesca, pero, lastimosamente, la iniciativa quedó inconclusa por la muerte del autor del Decamerón en 1375.

La práctica es interesante y solo exige algo de tiempo y ganas. Los participantes son diversos, distintos y distantes. Podemos encontrar eruditos y especialistas como Humberto Ballesteros Capasso (@Graograman), experto en literatura italiana, que nos enriquece con un ensayo diario del canto respectivo, pero también los hay novatos, como yo, que solo me limito a preguntar y aprender, dejándome guiar, igual que Dante con Virgilio.

‘La Comedia’ es una amalgama de filosofía aristotélica y escolástica, teología, recursos poéticos, política, literatura antigua, mitología cristiana y pagana que se renueva en cada ser humano que lee sus páginas. Como alguna vez escribió Jorge Luis Borges, “La Comedia nos sigue asombrando, y durará más allá de nuestra vida, mucho más allá de nuestras vigilias viéndose enriquecida por cada generación de lectores.

Hoy, después de realizar esfuerzos sobrehumanos para terminar la lectura de algunos libros, y luego de haber comprendido al argentino que dijo que la lectura es una fuente de placer, pude entender el verdadero sentido de aquel grafiti: leer da sueños, porque abre la mente del lector a nuevas maneras de comprender el mundo, a la esperanza de un futuro mejor, al mismo tiempo que le permite cultivar el espíritu crítico que tanto necesitamos para tomar decisiones correctas, sobre todo en esta época de politiquería.

Sería genial que la experiencia #Dante2018 salte del mundo virtual a nuestra realidad. Sería interesante que en la ciudad se llevaran a cabo campañas culturales atractivas –grupos de lectura, concursos de pintura o literarios, publicaciones y programas radiales especializados en temas culturales-, que utilicen y le saquen provecho a todas las herramientas que ofrece la era digital. Estoy seguro que dejaríamos de ser tan acordeón-dependientes y nuestro horizonte se expandiría.
Post scriptum: Cuando me refiero a “dejar de ser acordeón-dependientes” no quiero decir que olvidemos nuestra esencia; es una invitación a que empecemos a comprender que nuestro folclor y la cultura vallenata es mucho más que la música de acordeón.