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General - 5 agosto, 2017

Cuarenta años detrás del volante

Hoy se celebra el Día del Taxista, por eso EL PILÓN entrevistó a un personaje que ejerce esta labor y es reconocido en el gremio de Valledupar.

Rodrigo Negrete tiene más de 40 años laborando como taxista. Joaquín Ramírez/EL PILÓN
Rodrigo Negrete tiene más de 40 años laborando como taxista. Joaquín Ramírez/EL PILÓN

Nadie le echa cuento de astucia cuando de manejar se trata. Detrás del volante hay decenas de historias escondidas que dejan de ser inéditas como aquel cuento malévolo que refiere sin tapujos amarillistas.

Las verrugas en su rostro hacen juego con las canas, tal vez son la prueba fehaciente de que los años pasan y no se detienen, como queriendo ‘acelerar a fondo’ las alegrías y frustraciones en su oficio como taxista durante más de 40 años.

Rodrigo Enrique Negrete Quiroz, un longevo que aún tiene fuerzas para tomar el timón, habla de las bondades de su profesión sobre ruedas, un conductor de antaño que vio cómo se creció Valledupar y también su gremio.

Todavía recuerda aquel día de 1993 cuando estuvo a punto de ser víctima de una acción criminal. “El tipo me pidió un servicio en el barrio Mareigua para que lo llevara a El Pupo, lo llevé hasta allá y luego comenzó con un visaje raro. Me dijo que lo esperara, entró a una tienda y me pidió tres mil pesos; le respondí que era mi primera carrera y no tenía, luego me pidió que lo llevara a una finca que quedaba por Villalba, eso antes era una trocha, ahí le puse malicia a la situación. Cuando estábamos cerca del lugar me dijo que me detuviera porque iba a orinar, el tipo se bajó y se fue alejando, yo no lo perdí de vista, luego vi que regresaba con otro muchacho que traía un arma en la mano, de inmediato aceleré porque dejé el taxi prendido, llegué a la Estación de Policía Valledupar, habían varios uniformados que reaccionaron, pero que va esos tipos se pisaron”, recordó el hombre de 75 años, que nació en el corazón del barrio El Cerezo, antigua calle del Cesar.

Al borde de la muerte

Hace nueve meses, la vida le dio una nueva oportunidad; Dios lo quiso así cuando estuvo a punto de hacer ‘una carrera’ hacia la eternidad; una isquemia cerebral por poco lo saca de su ruta que durante 40 años le sirvió para criar y sacar adelante a sus cuatro hijos. “Eso fue feo, me dio un escalofrío, una braza de candela se apoderó de mi cuerpo, la lengua se me empelotó y luego me dio una arritmia cardiaca. Días antes mi memoria quedó en blanco cuando iba manejando, afortunadamente estoy vivo para echar el cuento”, recordó Rodrigo Enrique Negrete Quiroz, uno de los 2.500 taxistas de Valledupar que hoy celebran su día.

No esconde su acento del hombre cuyas raíces vallenatas empalman con un historial anecdótico que solo él conoce. “Antes, la gente tenía que tomar un taxi en el sector de Cinco Esquinas, ahora hay mucha tecnología o lo puedes tomar en cualquier parte de Valledupar. Yo manejo desde los 15 años cuando las carreras eran a 500 pesos, luego fui ayudante de los buses que viajaban a Maicao, después fue chofer en esa misma ruta, pero siempre pensé que era mejor tener carro propio, hice un préstamo en un banco y lo hice y lo compré por 150 mil pesos. Mire, antes rendía más la plata, ahora hay mucha gente que no quiere pagar lo que en realidad cuesta una carrera”, lamentó.

En pleno corazón del barrio La Guajira, en uno de los típicos y coloniales callejones, donde se respira el olor de lo que cocina el vecino más cercano, don Rodrigo reconoce las bondades y también los riesgos en esta labor.

“Ya somos pocos los viejos que estamos en este gremio que creció en Valledupar, algunos no nos conocemos antes me parqueaba en lo que es ahora el Éxito, ahora por mis problemas de salud solo trabajo tres o cuatro horas en la mañana. Ahora hay muchas situaciones que se pueden evitar porque veo que hay mucha solidaridad entre los taxistas, pero hay algunos que vienen de afuera a delinquir porque son ‘torcidos’. Esa gente daña la plaza”, explicó.

Su labor como profesional del volante también lo llevó a trabajar como conductor de una ambulancia en el Hospital Rosario Pumarejo de López, donde prestó sus servicios por más de cinco años. “En el año 1965 trabajé en el hospital y me ganaba 500 pesos mensuales, pero le repito, antes rendía más la platica, aunque los pagos eran atrasados”, puntualizó el veterano conductor, mientras mira los frondosos árboles que inundan de sombra a su vivienda, la misma que levantó a punta de carreras.

Sus nietos y bisnietos hacen parte de su felicidad. No rompe la tradición afectiva de esposo, padre y abuelo. El amor en su hogar perdura como resultado de una labor que durante más de 40 años viene desempeñando detrás del volante.

“En Valledupar hay una inseguridad bárbara, yo tengo mucha astucia para detectar cuando el pasajero tiene malas intenciones, eso lo aprendí con la experiencia que tengo manejando taxis”: Rodrigo Negrete.

Las autoridades

El secretario de tránsito municipal, Víctor Arismendy Arias, reconoció que este gremio trae muchos beneficios a la ciudad porque es un servicio reglamentado por Ley. “En parte tiene algún grado de informalidad porque nos son empleados de las empresas, situación que relativamente les favorece por no tener sueldo sino que sus ingresos son diarios. Estamos en el proceso de formalización y profesionalización de algunos a través de programas con el Sena. En la actualidad tenemos más de 2.500 taxis en la ciudad y 3.300 taxistas”.

Sobre la piratería, el funcionario dijo que “estamos haciendo operativos y controles diarios con vehículos que algunas veces vienen de Bosconia o Codazzi, hemos hecho varias inmovilizaciones y suspendido licencias a los infractores. El domingo apoyaremos una actividad en la que compartiremos con los taxistas, haremos rifas y ofreceremos un almuerzo para conocer de cerca las necesidades de este gremio”.

 

Nibaldo Bustamante/EL PILÓN

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5 agosto, 2017

Cuarenta años detrás del volante

Hoy se celebra el Día del Taxista, por eso EL PILÓN entrevistó a un personaje que ejerce esta labor y es reconocido en el gremio de Valledupar.


Rodrigo Negrete tiene más de 40 años laborando como taxista. Joaquín Ramírez/EL PILÓN
Rodrigo Negrete tiene más de 40 años laborando como taxista. Joaquín Ramírez/EL PILÓN

Nadie le echa cuento de astucia cuando de manejar se trata. Detrás del volante hay decenas de historias escondidas que dejan de ser inéditas como aquel cuento malévolo que refiere sin tapujos amarillistas.

Las verrugas en su rostro hacen juego con las canas, tal vez son la prueba fehaciente de que los años pasan y no se detienen, como queriendo ‘acelerar a fondo’ las alegrías y frustraciones en su oficio como taxista durante más de 40 años.

Rodrigo Enrique Negrete Quiroz, un longevo que aún tiene fuerzas para tomar el timón, habla de las bondades de su profesión sobre ruedas, un conductor de antaño que vio cómo se creció Valledupar y también su gremio.

Todavía recuerda aquel día de 1993 cuando estuvo a punto de ser víctima de una acción criminal. “El tipo me pidió un servicio en el barrio Mareigua para que lo llevara a El Pupo, lo llevé hasta allá y luego comenzó con un visaje raro. Me dijo que lo esperara, entró a una tienda y me pidió tres mil pesos; le respondí que era mi primera carrera y no tenía, luego me pidió que lo llevara a una finca que quedaba por Villalba, eso antes era una trocha, ahí le puse malicia a la situación. Cuando estábamos cerca del lugar me dijo que me detuviera porque iba a orinar, el tipo se bajó y se fue alejando, yo no lo perdí de vista, luego vi que regresaba con otro muchacho que traía un arma en la mano, de inmediato aceleré porque dejé el taxi prendido, llegué a la Estación de Policía Valledupar, habían varios uniformados que reaccionaron, pero que va esos tipos se pisaron”, recordó el hombre de 75 años, que nació en el corazón del barrio El Cerezo, antigua calle del Cesar.

Al borde de la muerte

Hace nueve meses, la vida le dio una nueva oportunidad; Dios lo quiso así cuando estuvo a punto de hacer ‘una carrera’ hacia la eternidad; una isquemia cerebral por poco lo saca de su ruta que durante 40 años le sirvió para criar y sacar adelante a sus cuatro hijos. “Eso fue feo, me dio un escalofrío, una braza de candela se apoderó de mi cuerpo, la lengua se me empelotó y luego me dio una arritmia cardiaca. Días antes mi memoria quedó en blanco cuando iba manejando, afortunadamente estoy vivo para echar el cuento”, recordó Rodrigo Enrique Negrete Quiroz, uno de los 2.500 taxistas de Valledupar que hoy celebran su día.

No esconde su acento del hombre cuyas raíces vallenatas empalman con un historial anecdótico que solo él conoce. “Antes, la gente tenía que tomar un taxi en el sector de Cinco Esquinas, ahora hay mucha tecnología o lo puedes tomar en cualquier parte de Valledupar. Yo manejo desde los 15 años cuando las carreras eran a 500 pesos, luego fui ayudante de los buses que viajaban a Maicao, después fue chofer en esa misma ruta, pero siempre pensé que era mejor tener carro propio, hice un préstamo en un banco y lo hice y lo compré por 150 mil pesos. Mire, antes rendía más la plata, ahora hay mucha gente que no quiere pagar lo que en realidad cuesta una carrera”, lamentó.

En pleno corazón del barrio La Guajira, en uno de los típicos y coloniales callejones, donde se respira el olor de lo que cocina el vecino más cercano, don Rodrigo reconoce las bondades y también los riesgos en esta labor.

“Ya somos pocos los viejos que estamos en este gremio que creció en Valledupar, algunos no nos conocemos antes me parqueaba en lo que es ahora el Éxito, ahora por mis problemas de salud solo trabajo tres o cuatro horas en la mañana. Ahora hay muchas situaciones que se pueden evitar porque veo que hay mucha solidaridad entre los taxistas, pero hay algunos que vienen de afuera a delinquir porque son ‘torcidos’. Esa gente daña la plaza”, explicó.

Su labor como profesional del volante también lo llevó a trabajar como conductor de una ambulancia en el Hospital Rosario Pumarejo de López, donde prestó sus servicios por más de cinco años. “En el año 1965 trabajé en el hospital y me ganaba 500 pesos mensuales, pero le repito, antes rendía más la platica, aunque los pagos eran atrasados”, puntualizó el veterano conductor, mientras mira los frondosos árboles que inundan de sombra a su vivienda, la misma que levantó a punta de carreras.

Sus nietos y bisnietos hacen parte de su felicidad. No rompe la tradición afectiva de esposo, padre y abuelo. El amor en su hogar perdura como resultado de una labor que durante más de 40 años viene desempeñando detrás del volante.

“En Valledupar hay una inseguridad bárbara, yo tengo mucha astucia para detectar cuando el pasajero tiene malas intenciones, eso lo aprendí con la experiencia que tengo manejando taxis”: Rodrigo Negrete.

Las autoridades

El secretario de tránsito municipal, Víctor Arismendy Arias, reconoció que este gremio trae muchos beneficios a la ciudad porque es un servicio reglamentado por Ley. “En parte tiene algún grado de informalidad porque nos son empleados de las empresas, situación que relativamente les favorece por no tener sueldo sino que sus ingresos son diarios. Estamos en el proceso de formalización y profesionalización de algunos a través de programas con el Sena. En la actualidad tenemos más de 2.500 taxis en la ciudad y 3.300 taxistas”.

Sobre la piratería, el funcionario dijo que “estamos haciendo operativos y controles diarios con vehículos que algunas veces vienen de Bosconia o Codazzi, hemos hecho varias inmovilizaciones y suspendido licencias a los infractores. El domingo apoyaremos una actividad en la que compartiremos con los taxistas, haremos rifas y ofreceremos un almuerzo para conocer de cerca las necesidades de este gremio”.

 

Nibaldo Bustamante/EL PILÓN