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Deportes - 11 febrero, 2018

Cuando el arbitraje no tiene sexo

Su carrera como jugadora se ‘cercenó’ por culpa de una lesión que la mantuvo alejada de las canchas por más de un año. Fue el pretexto obligado de Yilizeth Vence para incursionar en el oficio de juez.

Yilizeth Vence, silbato vallenato en la Liga Profesional de Baloncesto.
Yilizeth Vence, silbato vallenato en la Liga Profesional de Baloncesto.

Atrás quedó el estereotipo machista dentro del deporte del que se creía que la mujer no puede tener capacidades homologadas al del sexo opuesto. Ese prejuicio poco a poco va quedando atrás con la aparición de algunas de ellas que, gradualmente, van ocupando espacios que en un momento fueron prohibidos.

El arbitraje de baloncesto en Colombia abre espacios para ellas. Terminó el temor de dominar el temperamento de gigantes dentro de cualquier maderamen y ahí hace carrera Yilizeth Vence Alarcón, una vallenata que sueña con llegar a la elite como autoridad en el deporte de la cesta.

A sus 25 años, su pasión es impartir justicia y hacer respetar el reglamento, por eso nunca se aparta de los libros que la enriquecen académica y deportivamente. Es estudiosa de cada parágrafo, para ella no hay interpretación imposible y todo lo que asimila lo guarda para cada reto que se presente en la cancha.

Pero no solo da cátedra de arbitraje, también lo hace en las aulas de clases como docente en al área de Ciencias Naturales en un humilde colegio del municipio de Manaure, La Guajira, en donde su labor de pedagoga no se desliga del concepto enajenado de la rectitud y en lo ético.

“El árbitro también es un pedagogo, por eso no se me dificulta asumir y alternar esta labor con la profesión de docente, del arbitraje no se puede vivir”, reconoció Yilizeth Vence, mientras se disponía asumir una nueva jornada académica en la Institución Educativa Etno Educativo Maracaní de Manaure, en donde enseña y educa a niños de estratos bajos, la mayoría de ellos pescadores o trabajadores de la sal como fuente laboral en esta región de la Alta Guajira.

No tiene prejuicios a la hora de dirigir un partido de baloncesto, para ella no hay nada fácil en una tarea de la que asegura “lo más importante, pero a la vez lo más difícil, es tener la aceptación del público en cada decisión que tome en el juego. El hecho de ser mujer genera muchos comentarios”.

Árbitro por necesidad

Yilizeth Vence tuvo sus tropiezos económicos en su época de estudiante en la Universidad Popular del Cesar, por eso encontró en el arbitraje una forma de ‘ganarse unos pesos’ para ayudarse en sus estudios y aliviar un poco el bolsillo de sus padres.

“Yo me inicié en este oficio como juez en mesa, pero me di cuenta que como árbitro ganaba más, recuerdo que la primera vez que me pagaron me dieron $9.000 en una partido aficionado. Ahí fui ganando terreno como amateur, pero reconozco que al principio pitaba por la plata, pero me quedó gustando esta labor”, dijo la exintegrante de varias selecciones Cesar en las categoría infantil, juvenil y Sub 23, precisamente en esta categoría alcanzó el tercer lugar en el Nacional disputado en Cúcuta en el 2008.

Egresada del Colegio Loperena Garupal, institución con la que participó en varios torneos intercolegiados, la mujer reconoce que “siempre quise colaborarle a mi papá en la matrícula de la universidad, recuerdo que al principio pagaba $120.000 y en la casa a veces habían problemas económicos”.

Su rectitud en la cancha le ha dado credibilidad a Yilizeth Vence en su labor como árbitro de baloncesto.

Su carrera como jugadora se frenó por culpa de una lesión que la mantuvo alejada de las canchas por más de un año. Ese periodo de recuperación coincidió con su grado en Ciencias Naturales en 2014. Fue el pretexto obligado para incursionar en el mundo del arbitraje.

En tercera

En la actualidad, Yilizeth Vence aparece en el listado nacional de jueces del tercer nivel y se alista para incursionar de nuevo en la Liga Profesional de Baloncesto. “Hay que mirar si Valledupar tendrá equipo en el certamen porque eso facilitaría mis designaciones dentro del panel de árbitros. Uno se prepara para un juego desde el mismo momento que lo notifican para un partido específico y antes del mismo hacemos una charla y luego al final. Me preparo físicamente haciendo repeticiones de movimientos que regularmente hacemos dentro de la cancha, voy al gimnasio, leo y veo vídeos sobre situaciones que puedan ocurrir en el juego y leyendo modificaciones cuando las hay”, explicó.

Llegó a estas instancias como resultado de las clínicas realizadas en Valledupar y Bogotá. Fiel enamorada de la actualidad en el deporte de la cesta, por eso disfruta lo que hace. “Realicé varias clínicas y afortunadamente me fue bien, siempre hay unas pruebas físicas, escritas y técnicas, lo importante es aprender cada día”, dijo.

El hecho de ser mujer no representa temor alguno a la hora de impartir justicia en la cancha, cuando precisamente es un juego de hombres. “Hasta ahora no he tenido inconvenientes, el año pasado dirigí cinco partidos y no tuve problemas, a veces hay jugadores que intentan asustar a uno, pero en nada me afecta. Estar en el torneo más grande y quizás más importante de tu país, como lo es la Liga Profesional de Baloncesto, es algo que no tiene comparación. Son muchas emociones que se viven, experiencias enriquecedoras tanto en lo arbitral, como en lo personal y más cuando se es el sexo débil así como lo ven algunas personas”, aclaró.

Yilizeth Vence conoce a fondo los secretos de su oficio dentro de cualquier maderamen. Aprendió mecánicamente los gestos técnicos como árbitro de baloncesto por eso no desconoce los golpes generados por el uso ilegal de la mano o un chequeo derivado por la acción de un jugador cuando pone su mano en la cintura. Asegura que la disciplina, la honestidad, la sencillez pero sobre todo la humildad dentro y fuera de la cancha deben caracterizar a un buen árbitro.

Deportes
11 febrero, 2018

Cuando el arbitraje no tiene sexo

Su carrera como jugadora se ‘cercenó’ por culpa de una lesión que la mantuvo alejada de las canchas por más de un año. Fue el pretexto obligado de Yilizeth Vence para incursionar en el oficio de juez.


Yilizeth Vence, silbato vallenato en la Liga Profesional de Baloncesto.
Yilizeth Vence, silbato vallenato en la Liga Profesional de Baloncesto.

Atrás quedó el estereotipo machista dentro del deporte del que se creía que la mujer no puede tener capacidades homologadas al del sexo opuesto. Ese prejuicio poco a poco va quedando atrás con la aparición de algunas de ellas que, gradualmente, van ocupando espacios que en un momento fueron prohibidos.

El arbitraje de baloncesto en Colombia abre espacios para ellas. Terminó el temor de dominar el temperamento de gigantes dentro de cualquier maderamen y ahí hace carrera Yilizeth Vence Alarcón, una vallenata que sueña con llegar a la elite como autoridad en el deporte de la cesta.

A sus 25 años, su pasión es impartir justicia y hacer respetar el reglamento, por eso nunca se aparta de los libros que la enriquecen académica y deportivamente. Es estudiosa de cada parágrafo, para ella no hay interpretación imposible y todo lo que asimila lo guarda para cada reto que se presente en la cancha.

Pero no solo da cátedra de arbitraje, también lo hace en las aulas de clases como docente en al área de Ciencias Naturales en un humilde colegio del municipio de Manaure, La Guajira, en donde su labor de pedagoga no se desliga del concepto enajenado de la rectitud y en lo ético.

“El árbitro también es un pedagogo, por eso no se me dificulta asumir y alternar esta labor con la profesión de docente, del arbitraje no se puede vivir”, reconoció Yilizeth Vence, mientras se disponía asumir una nueva jornada académica en la Institución Educativa Etno Educativo Maracaní de Manaure, en donde enseña y educa a niños de estratos bajos, la mayoría de ellos pescadores o trabajadores de la sal como fuente laboral en esta región de la Alta Guajira.

No tiene prejuicios a la hora de dirigir un partido de baloncesto, para ella no hay nada fácil en una tarea de la que asegura “lo más importante, pero a la vez lo más difícil, es tener la aceptación del público en cada decisión que tome en el juego. El hecho de ser mujer genera muchos comentarios”.

Árbitro por necesidad

Yilizeth Vence tuvo sus tropiezos económicos en su época de estudiante en la Universidad Popular del Cesar, por eso encontró en el arbitraje una forma de ‘ganarse unos pesos’ para ayudarse en sus estudios y aliviar un poco el bolsillo de sus padres.

“Yo me inicié en este oficio como juez en mesa, pero me di cuenta que como árbitro ganaba más, recuerdo que la primera vez que me pagaron me dieron $9.000 en una partido aficionado. Ahí fui ganando terreno como amateur, pero reconozco que al principio pitaba por la plata, pero me quedó gustando esta labor”, dijo la exintegrante de varias selecciones Cesar en las categoría infantil, juvenil y Sub 23, precisamente en esta categoría alcanzó el tercer lugar en el Nacional disputado en Cúcuta en el 2008.

Egresada del Colegio Loperena Garupal, institución con la que participó en varios torneos intercolegiados, la mujer reconoce que “siempre quise colaborarle a mi papá en la matrícula de la universidad, recuerdo que al principio pagaba $120.000 y en la casa a veces habían problemas económicos”.

Su rectitud en la cancha le ha dado credibilidad a Yilizeth Vence en su labor como árbitro de baloncesto.

Su carrera como jugadora se frenó por culpa de una lesión que la mantuvo alejada de las canchas por más de un año. Ese periodo de recuperación coincidió con su grado en Ciencias Naturales en 2014. Fue el pretexto obligado para incursionar en el mundo del arbitraje.

En tercera

En la actualidad, Yilizeth Vence aparece en el listado nacional de jueces del tercer nivel y se alista para incursionar de nuevo en la Liga Profesional de Baloncesto. “Hay que mirar si Valledupar tendrá equipo en el certamen porque eso facilitaría mis designaciones dentro del panel de árbitros. Uno se prepara para un juego desde el mismo momento que lo notifican para un partido específico y antes del mismo hacemos una charla y luego al final. Me preparo físicamente haciendo repeticiones de movimientos que regularmente hacemos dentro de la cancha, voy al gimnasio, leo y veo vídeos sobre situaciones que puedan ocurrir en el juego y leyendo modificaciones cuando las hay”, explicó.

Llegó a estas instancias como resultado de las clínicas realizadas en Valledupar y Bogotá. Fiel enamorada de la actualidad en el deporte de la cesta, por eso disfruta lo que hace. “Realicé varias clínicas y afortunadamente me fue bien, siempre hay unas pruebas físicas, escritas y técnicas, lo importante es aprender cada día”, dijo.

El hecho de ser mujer no representa temor alguno a la hora de impartir justicia en la cancha, cuando precisamente es un juego de hombres. “Hasta ahora no he tenido inconvenientes, el año pasado dirigí cinco partidos y no tuve problemas, a veces hay jugadores que intentan asustar a uno, pero en nada me afecta. Estar en el torneo más grande y quizás más importante de tu país, como lo es la Liga Profesional de Baloncesto, es algo que no tiene comparación. Son muchas emociones que se viven, experiencias enriquecedoras tanto en lo arbitral, como en lo personal y más cuando se es el sexo débil así como lo ven algunas personas”, aclaró.

Yilizeth Vence conoce a fondo los secretos de su oficio dentro de cualquier maderamen. Aprendió mecánicamente los gestos técnicos como árbitro de baloncesto por eso no desconoce los golpes generados por el uso ilegal de la mano o un chequeo derivado por la acción de un jugador cuando pone su mano en la cintura. Asegura que la disciplina, la honestidad, la sencillez pero sobre todo la humildad dentro y fuera de la cancha deben caracterizar a un buen árbitro.