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Columnista - 14 junio, 2018

Croniquilla. Los clérigos masones

Astete y Farías, presbíteros, en sus sendos textos de Catecismo, nos enseñaron que el comunismo y la masonería eran los enemigos de la Iglesia Católica. Fue en nuestra época universitaria cuando entendimos que las logias no eran sectas de religión alguna, ni ateas tampoco. Sin embargo ellas parten de un principio creador que denominan el […]

Astete y Farías, presbíteros, en sus sendos textos de Catecismo, nos enseñaron que el comunismo y la masonería eran los enemigos de la Iglesia Católica. Fue en nuestra época universitaria cuando entendimos que las logias no eran sectas de religión alguna, ni ateas tampoco. Sin embargo ellas parten de un principio creador que denominan el Gran Arquitecto del Universo. Además aprendimos que la masonería exalta las virtudes humanas, que es una sociedad secreta desde sus orígenes, que es exclusivista en la escogencia de sus miembros tanto por moralidad y grado de intelectualidad como por su vocación de servicio cívico y que considera que el hombre puede realizarse a través de la ciencia, el trabajo y la justicia.

Sus orígenes son imprecisos. Se ha pretendido encontrar simbolismos masónicos en las pirámides egipcias, en los templos griegos y en las mastabas mesopotámicas. Se dice que el vocablo “masón” devine del francés con la equivalencia de constructor, albañil, y que el primer templo de Jerusalén fue edificado por el rey Salomón, con iniciados en las logias, y la ayuda de Hiram rey de Fenicia, quien le aportó cedros, mármoles y arquitectos.

Los masones han propiciado cambios sociales en el mundo. Fueron ideólogos de la Revolución Francesa, la independencia de Estados Unidos y de los países hispanoamericanos. Las tertulias literarias de Antonio Nariño y Bruno Espinoza de los Monteros inducían a la liberación de España. Los masones de este tiempo como Simón Bolívar, Francisco Miranda, Santander, fundaron “logias volantes” según los apremios de la guerra. En el resto de América todos los libertadores fueron masones como San Martín en Argentina, O’Higgin en Chile, los curas Morales e Hidalgo en México, Washington, Benjamín Franklin en Estados Unidos y Martí en Cuba, para citar pocos.

A mediados del siglo XIX, con las libras de esterlinas y las telas de Manchester nos llegó la influencia inglesa de las ideas del liberalismo económico con altas dosis de masonería. Los partidos Liberal y Conservador apenas nacían. Del primero eran los librepensadores que abogaban por la libertad de los esclavos y un estado laico libre de la tutela de la Iglesia. Los conservadores aspiraban a que ella siguiera como rectora de nuestras instituciones y que se mantuviera intacta la jerarquía de las castas o sea la continuación del orden social de la Colonia en una República. Entonces la curia hizo cauda con los conservadores, y los liberales con dirigencia de masones se organizaron como anticlericales. Era la época del Olimpo Radical cuya cúpula con Murillo Toro, José Hilario López, Mosquera, Aquileo Parra, Núñez (en un principio) Vargas Vila y otros, tildados como ateos, fueron excomulgados por la curia.

En la época de la independencia los capellanes del ejército patriota eran masones que alternaban el solideo y el mandil como Pablo Lobatón, Ignacio Meriño, Andrés Rosillo, José Félix Blanco (edecán de Bolívar quien vivió después en la ciudad de los Reyes de Valle de Upar) y Juan Fernández Sotomayor, cura de Mompós y después obispo de Cartagena, fue miembro de la logia. En esta ciudad hay un registro de doce sacerdotes y tres en Santa Marta. Se recuentan cuarenta clérigos masones en el resto del país e inclusive obispos como Fernando Caicedo en Bogotá, Mariano García y Gómez Plata en Medellín.

En Valle de Upar, el presbítero José María Triana pertenecía a la logia “Beneficencia de Cartagena”. Este personaje fue representante a la Cámara en 1854 y de él descienden familias aquí como los Palmera Cotes, Vásquez Castilla, Castro Maya, Palmera Baquero, Castro Palmera, Quintero Triana y Maya Quintero.

Las ideas progresistas de las logias chocaban con la postura tradicional de la Iglesia. Hubo bulas y encíclicas que prohibían la masonería, así como regímenes dictatoriales de derecha como Franco en España, Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. El papa Pio XI prohibió las exequias de masones por el rito de la Iglesia y su sepultura en los camposantos católicos, y a través de la Encíclica Apostólica Sedis los excomulgó en 1913. El papa Juan XXIII levantó la excomunión y pidió perdón por la injusticia. Eso explica que en todas las logias haya un óleo de ese pontífice que nos quitó a los masones ese tufillo de azufre luciferino.

 

Columnista
14 junio, 2018

Croniquilla. Los clérigos masones

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Ortega Montero

Astete y Farías, presbíteros, en sus sendos textos de Catecismo, nos enseñaron que el comunismo y la masonería eran los enemigos de la Iglesia Católica. Fue en nuestra época universitaria cuando entendimos que las logias no eran sectas de religión alguna, ni ateas tampoco. Sin embargo ellas parten de un principio creador que denominan el […]


Astete y Farías, presbíteros, en sus sendos textos de Catecismo, nos enseñaron que el comunismo y la masonería eran los enemigos de la Iglesia Católica. Fue en nuestra época universitaria cuando entendimos que las logias no eran sectas de religión alguna, ni ateas tampoco. Sin embargo ellas parten de un principio creador que denominan el Gran Arquitecto del Universo. Además aprendimos que la masonería exalta las virtudes humanas, que es una sociedad secreta desde sus orígenes, que es exclusivista en la escogencia de sus miembros tanto por moralidad y grado de intelectualidad como por su vocación de servicio cívico y que considera que el hombre puede realizarse a través de la ciencia, el trabajo y la justicia.

Sus orígenes son imprecisos. Se ha pretendido encontrar simbolismos masónicos en las pirámides egipcias, en los templos griegos y en las mastabas mesopotámicas. Se dice que el vocablo “masón” devine del francés con la equivalencia de constructor, albañil, y que el primer templo de Jerusalén fue edificado por el rey Salomón, con iniciados en las logias, y la ayuda de Hiram rey de Fenicia, quien le aportó cedros, mármoles y arquitectos.

Los masones han propiciado cambios sociales en el mundo. Fueron ideólogos de la Revolución Francesa, la independencia de Estados Unidos y de los países hispanoamericanos. Las tertulias literarias de Antonio Nariño y Bruno Espinoza de los Monteros inducían a la liberación de España. Los masones de este tiempo como Simón Bolívar, Francisco Miranda, Santander, fundaron “logias volantes” según los apremios de la guerra. En el resto de América todos los libertadores fueron masones como San Martín en Argentina, O’Higgin en Chile, los curas Morales e Hidalgo en México, Washington, Benjamín Franklin en Estados Unidos y Martí en Cuba, para citar pocos.

A mediados del siglo XIX, con las libras de esterlinas y las telas de Manchester nos llegó la influencia inglesa de las ideas del liberalismo económico con altas dosis de masonería. Los partidos Liberal y Conservador apenas nacían. Del primero eran los librepensadores que abogaban por la libertad de los esclavos y un estado laico libre de la tutela de la Iglesia. Los conservadores aspiraban a que ella siguiera como rectora de nuestras instituciones y que se mantuviera intacta la jerarquía de las castas o sea la continuación del orden social de la Colonia en una República. Entonces la curia hizo cauda con los conservadores, y los liberales con dirigencia de masones se organizaron como anticlericales. Era la época del Olimpo Radical cuya cúpula con Murillo Toro, José Hilario López, Mosquera, Aquileo Parra, Núñez (en un principio) Vargas Vila y otros, tildados como ateos, fueron excomulgados por la curia.

En la época de la independencia los capellanes del ejército patriota eran masones que alternaban el solideo y el mandil como Pablo Lobatón, Ignacio Meriño, Andrés Rosillo, José Félix Blanco (edecán de Bolívar quien vivió después en la ciudad de los Reyes de Valle de Upar) y Juan Fernández Sotomayor, cura de Mompós y después obispo de Cartagena, fue miembro de la logia. En esta ciudad hay un registro de doce sacerdotes y tres en Santa Marta. Se recuentan cuarenta clérigos masones en el resto del país e inclusive obispos como Fernando Caicedo en Bogotá, Mariano García y Gómez Plata en Medellín.

En Valle de Upar, el presbítero José María Triana pertenecía a la logia “Beneficencia de Cartagena”. Este personaje fue representante a la Cámara en 1854 y de él descienden familias aquí como los Palmera Cotes, Vásquez Castilla, Castro Maya, Palmera Baquero, Castro Palmera, Quintero Triana y Maya Quintero.

Las ideas progresistas de las logias chocaban con la postura tradicional de la Iglesia. Hubo bulas y encíclicas que prohibían la masonería, así como regímenes dictatoriales de derecha como Franco en España, Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. El papa Pio XI prohibió las exequias de masones por el rito de la Iglesia y su sepultura en los camposantos católicos, y a través de la Encíclica Apostólica Sedis los excomulgó en 1913. El papa Juan XXIII levantó la excomunión y pidió perdón por la injusticia. Eso explica que en todas las logias haya un óleo de ese pontífice que nos quitó a los masones ese tufillo de azufre luciferino.