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Columnista - 3 abril, 2017

¡Contrario sensu!

La locución latina contrario sensu, que significa en sentido contrario, parece ser la frase que mejor define a nuestra democracia, pues eso de que sea el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo expresó Abrahán Lincoln, no aplica en nuestro país. Me explico. La semana pasada se convocó a los […]

La locución latina contrario sensu, que significa en sentido contrario, parece ser la frase que mejor define a nuestra democracia, pues eso de que sea el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo expresó Abrahán Lincoln, no aplica en nuestro país. Me explico. La semana pasada se convocó a los ciudadanos de Cajamarca (Tolima) a una consulta popular, que entre otras cosas, fue avalada por la Registraduría Nacional, la cual tuvo por finalidad conocer la opinión de los electores en torno a la pregunta: ¿Esta de usted de acuerdo Sí o No que en el municipio de Cajamarca se ejecuten proyectos y actividades mineras?

Pues bien, el escrutinio arrojó 6.165 votos por el No equivalente al 97.92 %, y 76 votos por el Sí, equivalente al 1.21 %. Ahora que se conoció el resultado de este ejercicio democrático, ahora que el pueblo hizo sentir su voz, y ahora que dicho ejercicio democrático superó con creces el umbral que le da plena validez, se discute si una consulta popular tiene o no la facultad de revocar los derechos adquiridos a través de títulos mineros reconocidos por el Estado colombiano. Asimismo, se discute si esta consulta tiene efectos retroactivos, o aplica únicamente para los proyectos de minería que se ejecuten en un futuro.

Lo cierto es que esta consulta es una “papa caliente” en las manos del Gobierno Nacional, que está jugado hace rato por la locomotora de la minería, a ultranza del recurso hídrico y de la vocación agrícola del pueblo de Cajamarca, y puestas así las cosas debemos dolorosamente concluir que: Multinacional La Colosal, mata Consulta Popular.

Contrario sensu, a lo que ocurre en nuestro país, las consultas populares realizada en otros países tienen plena validez y producen efectos inmediatos, como la renuncia de quienes promovieron la tesis que resultó vencida en las urnas, bástese mencionar el Brexit (Acrónimo de Bre: Gran Bretaña y Exit: salida: Salida de Gran Bretaña de la Unión Europea), que le costó la dimisión al señor David Cameron. Curiosamente, la Gran Bretaña tiene una monarquía parlamentaria, que no democrática, pero que respeta la decisión soberana del pueblo. Es muy reprochable desde todo punto de vista que Colombia siendo un Estado Social de Derecho, democrático y participativo al tenor del artículo 1° de la Carta Política, se quiera hacer el de la vista gorda frente al clamor popular del pueblo de Cajamarca, haciendo prevalecer intereses mezquinos, que representan un grave deterioro ambiental, y que solo dejan a su paso desolación, sed y miseria. Es hora de ponernos serios y respetar la voluntad popular, pues solo así avanzaremos hacia una verdadera y auténtica democracia, en tiempos del posconflicto.

Por Darío Arregocés

[email protected]

Columnista
3 abril, 2017

¡Contrario sensu!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

La locución latina contrario sensu, que significa en sentido contrario, parece ser la frase que mejor define a nuestra democracia, pues eso de que sea el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo expresó Abrahán Lincoln, no aplica en nuestro país. Me explico. La semana pasada se convocó a los […]


La locución latina contrario sensu, que significa en sentido contrario, parece ser la frase que mejor define a nuestra democracia, pues eso de que sea el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo expresó Abrahán Lincoln, no aplica en nuestro país. Me explico. La semana pasada se convocó a los ciudadanos de Cajamarca (Tolima) a una consulta popular, que entre otras cosas, fue avalada por la Registraduría Nacional, la cual tuvo por finalidad conocer la opinión de los electores en torno a la pregunta: ¿Esta de usted de acuerdo Sí o No que en el municipio de Cajamarca se ejecuten proyectos y actividades mineras?

Pues bien, el escrutinio arrojó 6.165 votos por el No equivalente al 97.92 %, y 76 votos por el Sí, equivalente al 1.21 %. Ahora que se conoció el resultado de este ejercicio democrático, ahora que el pueblo hizo sentir su voz, y ahora que dicho ejercicio democrático superó con creces el umbral que le da plena validez, se discute si una consulta popular tiene o no la facultad de revocar los derechos adquiridos a través de títulos mineros reconocidos por el Estado colombiano. Asimismo, se discute si esta consulta tiene efectos retroactivos, o aplica únicamente para los proyectos de minería que se ejecuten en un futuro.

Lo cierto es que esta consulta es una “papa caliente” en las manos del Gobierno Nacional, que está jugado hace rato por la locomotora de la minería, a ultranza del recurso hídrico y de la vocación agrícola del pueblo de Cajamarca, y puestas así las cosas debemos dolorosamente concluir que: Multinacional La Colosal, mata Consulta Popular.

Contrario sensu, a lo que ocurre en nuestro país, las consultas populares realizada en otros países tienen plena validez y producen efectos inmediatos, como la renuncia de quienes promovieron la tesis que resultó vencida en las urnas, bástese mencionar el Brexit (Acrónimo de Bre: Gran Bretaña y Exit: salida: Salida de Gran Bretaña de la Unión Europea), que le costó la dimisión al señor David Cameron. Curiosamente, la Gran Bretaña tiene una monarquía parlamentaria, que no democrática, pero que respeta la decisión soberana del pueblo. Es muy reprochable desde todo punto de vista que Colombia siendo un Estado Social de Derecho, democrático y participativo al tenor del artículo 1° de la Carta Política, se quiera hacer el de la vista gorda frente al clamor popular del pueblo de Cajamarca, haciendo prevalecer intereses mezquinos, que representan un grave deterioro ambiental, y que solo dejan a su paso desolación, sed y miseria. Es hora de ponernos serios y respetar la voluntad popular, pues solo así avanzaremos hacia una verdadera y auténtica democracia, en tiempos del posconflicto.

Por Darío Arregocés

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