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Columnista - 19 febrero, 2018

Conticinio, la palabra bonita

Todos los años se realiza en España el Día del Libro, en medio de ese festejo se lleva a cabo el concurso de la palabra más bonita. Se escoge de las que proponen personas de los distintos países de habla hispana. En el primer concurso ganó la palabra Querétaro, propuesta por el actor Gael García […]

Todos los años se realiza en España el Día del Libro, en medio de ese festejo se lleva a cabo el concurso de la palabra más bonita. Se escoge de las que proponen personas de los distintos países de habla hispana.

En el primer concurso ganó la palabra Querétaro, propuesta por el actor Gael García Bernal, y esa vez escribí que no era una palabra bonita, pero creo que se escogió más por la belleza de la ciudad mexicana que por su origen indígena; el año pasado cuando estuve en ella, me deslumbró, sentí esa sensación de quererse quedar a vivir en ella, es de esos retazos de mundo que no se desbordan en una belleza que empalaga, no, su belleza es serena y desborda una magia especial.

Hace unos pocos años se propuso la palabra conticinio y ganó. No la conocía, me la envió mi hija Silvana, para algunos no es una palabra bonita y de difícil pronunciación, pero creo que su significado poético, profundo, sobrecogedor, la hizo ganadora. Es exquisita y desde ahora está considerada la palabra más bella del castellano. Según la Real Academia Española de la Lengua: “Es el momento de la noche en que se produce el silencio absoluto. No es una hora específica, sino un momento, un instante, un segundo, en que la noche se hace más profunda, cuando todo calla, calla”.

Hay un vals venezolano. Quizás el más conocido en ese país, la música fue compuesta por Laudelino Mejías y la letra es de Egisto Delgado, con el nombre de Conticinio. De la letra es este fragmento el que más me gusta: “Habrá silencios en donde quedarse,/ tiempos para alejarse,/ todos menos rendirse…”

Sirva este comentario para que nos animemos, en las clases de Literatura Creativa o Creación Literaria para que los estudiantes escriban con palabras que se escogen por la belleza de su significado, por su sonido agradable. Cuando se les pregunta cuáles son las palabras más bonitas que conocen, ya tienen una lista emocional y curtida de la que no salen nunca: amor, mamá, beso, cielo, cariño, luna y algunas de la jerga juvenil que estén usando. Si bien estas palabras son bonitas (para mi todas lo son y las respeto) ya se conocen muy bien y me atrevo a decir que hacen parte del lenguaje cotidiano, empobrecido, sin nada nuevo.

Propendamos porque los alumnos vayan más allá, busquen sonidos y significado por ejemplo Libélula, melancolía, resiliencia, melifluo, iridiscencia, arrebol, epifanía, aurora. Esta última la usa Homero en la Odisea: “…las manos rosadas de la aurora aparecieron en el horizonte”. Es un buen ejercicio buscar en el diccionario las palabras que les gusten y las usen de manera correcta. El periodista Juan Gossaín es lector impenitente de los diccionarios y hasta inventó una palabra que todo el mundo usa: “afugia”, no existe en el diccionario, pero el uso la llevará a él.

Hay una interesante propuesta que va hasta el treinta de mayo y consiste en adoptar una palabra huérfana, así le dicen a esos términos olvidados, el propósito es desempolvarlas y ponerlas de nuevo en movimiento, buena idea para el Día del Idioma que se festeja el 23 de abril, dejar un poco las danzas y las tamboras y llevar a los jóvenes por la ruta del universo inexplorado de las palabras. Y algo para recordar siempre: “Los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo”, Ludwig Wittgenstein-

Columnista
19 febrero, 2018

Conticinio, la palabra bonita

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Todos los años se realiza en España el Día del Libro, en medio de ese festejo se lleva a cabo el concurso de la palabra más bonita. Se escoge de las que proponen personas de los distintos países de habla hispana. En el primer concurso ganó la palabra Querétaro, propuesta por el actor Gael García […]


Todos los años se realiza en España el Día del Libro, en medio de ese festejo se lleva a cabo el concurso de la palabra más bonita. Se escoge de las que proponen personas de los distintos países de habla hispana.

En el primer concurso ganó la palabra Querétaro, propuesta por el actor Gael García Bernal, y esa vez escribí que no era una palabra bonita, pero creo que se escogió más por la belleza de la ciudad mexicana que por su origen indígena; el año pasado cuando estuve en ella, me deslumbró, sentí esa sensación de quererse quedar a vivir en ella, es de esos retazos de mundo que no se desbordan en una belleza que empalaga, no, su belleza es serena y desborda una magia especial.

Hace unos pocos años se propuso la palabra conticinio y ganó. No la conocía, me la envió mi hija Silvana, para algunos no es una palabra bonita y de difícil pronunciación, pero creo que su significado poético, profundo, sobrecogedor, la hizo ganadora. Es exquisita y desde ahora está considerada la palabra más bella del castellano. Según la Real Academia Española de la Lengua: “Es el momento de la noche en que se produce el silencio absoluto. No es una hora específica, sino un momento, un instante, un segundo, en que la noche se hace más profunda, cuando todo calla, calla”.

Hay un vals venezolano. Quizás el más conocido en ese país, la música fue compuesta por Laudelino Mejías y la letra es de Egisto Delgado, con el nombre de Conticinio. De la letra es este fragmento el que más me gusta: “Habrá silencios en donde quedarse,/ tiempos para alejarse,/ todos menos rendirse…”

Sirva este comentario para que nos animemos, en las clases de Literatura Creativa o Creación Literaria para que los estudiantes escriban con palabras que se escogen por la belleza de su significado, por su sonido agradable. Cuando se les pregunta cuáles son las palabras más bonitas que conocen, ya tienen una lista emocional y curtida de la que no salen nunca: amor, mamá, beso, cielo, cariño, luna y algunas de la jerga juvenil que estén usando. Si bien estas palabras son bonitas (para mi todas lo son y las respeto) ya se conocen muy bien y me atrevo a decir que hacen parte del lenguaje cotidiano, empobrecido, sin nada nuevo.

Propendamos porque los alumnos vayan más allá, busquen sonidos y significado por ejemplo Libélula, melancolía, resiliencia, melifluo, iridiscencia, arrebol, epifanía, aurora. Esta última la usa Homero en la Odisea: “…las manos rosadas de la aurora aparecieron en el horizonte”. Es un buen ejercicio buscar en el diccionario las palabras que les gusten y las usen de manera correcta. El periodista Juan Gossaín es lector impenitente de los diccionarios y hasta inventó una palabra que todo el mundo usa: “afugia”, no existe en el diccionario, pero el uso la llevará a él.

Hay una interesante propuesta que va hasta el treinta de mayo y consiste en adoptar una palabra huérfana, así le dicen a esos términos olvidados, el propósito es desempolvarlas y ponerlas de nuevo en movimiento, buena idea para el Día del Idioma que se festeja el 23 de abril, dejar un poco las danzas y las tamboras y llevar a los jóvenes por la ruta del universo inexplorado de las palabras. Y algo para recordar siempre: “Los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo”, Ludwig Wittgenstein-