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Columnista - 25 marzo, 2015

Consultorios en garajes de Valledupar

Se está haciendo costumbre en Valledupar que en cualquier punto de la ciudad haya una IPS en medio de ventas callejeras, tumultos de gentes o en lugares inadecuados y faltos de las más elementales estructuras para su funcionamiento, por Dios. Igual, las secretarias de Salud Departamental y la Municipal son simples entidades en donde los […]

Se está haciendo costumbre en Valledupar que en cualquier punto de la ciudad haya una IPS en medio de ventas callejeras, tumultos de gentes o en lugares inadecuados y faltos de las más elementales estructuras para su funcionamiento, por Dios.

Igual, las secretarias de Salud Departamental y la Municipal son simples entidades en donde los secretarios no tienen ninguna potestad. Muchos afirman que en la Departamental no se mueve una hoja sin la autorización del gobernador Monsalvo o de la primera dama, Cielo Gnecco, que horror.

Tampoco existe control de los medicamentos en las farmacias y mucho menos se hace control de precios, porque cada quien vende al precio que le da la gana.
Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan son testigos de excepción de que en unas farmacias venden el sobre de Dolex en $ 8 mil y en otras a $ 6 mil y en otras ciudades vale $ 4 mil. Igual, hay medicamentos que son comerciales y llevan nombres de laboratorios que solo Dios sabrá si existen.

Todo es lamentable y sucede en Valledupar, ciudad que se da el lujo de albergar al Presidente, a sus ministros y a una recua de encorbatados, mientras que miles de desplazados y víctimas del conflicto armado padecen en Valledupar y el Cesar de la infamia más grande de la historia reciente del país contra su gente y de las letras muertas de la Ley de Víctimas (1448).

Este es un país de (…), para no decir la misma palabra que escribió Gabriel García Márquez para finalizar su novela ‘El Coronel no tiene quien le escriba’, en donde en cada esquina se paran el magistrado Pretel, el fiscal Montenegro, Santos y Uribe a lanzarse dardos y se vituperan mientras que los medios masivos de comunicación están ahí sacándole punta a sus acusaciones y se convierten en bobos útiles… y el país se desborona.

Este es un país de las maravillas perversas. Un Valledupar en donde el Gobernador “A salvo” se da el lujo de ordenar la demolición de la Zona de Carreteras y hoy -después de seis meses- aún no se sabe qué se va a construir en ese escenario, porque ahora el Gobernador le pide ayuda al Presidente para financiar una obra que no ha tenido ninguna planeación, mientras que los diputados, Alcalde, congresistas, concejales y la dirigencia privada están muda, con vendas en sus bocas y sus ojos. Dios mío.

Igual pasa con la Nueva EPS porque los dueños de las IPS, siguen ejecutando el “paseo de la muerte” contra sus pacientes en Valledupar.
A los pacientes los remiten para donde el Otorrino a una casa de nombre Audiocaribe en la carrera 11 No 12 – 6, lo que se asimila a un garaje, pero no los atienden porque el especialista de nombre Fernando García llega cada dos o tres meses de Barranquilla y él es quien da la agenda de atenciones. “El Doctor es quién dice cuándo atiende”, responde la secretaria.

Lo extraño es que en Valledupar hay otorrinolaringólogos, pero no los contratan. ¿Por qué será? ¿Quién responde? Hasta la próxima semana con el tema: Diplomas falsos. [email protected] @tiochiro.

Columnista
25 marzo, 2015

Consultorios en garajes de Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Se está haciendo costumbre en Valledupar que en cualquier punto de la ciudad haya una IPS en medio de ventas callejeras, tumultos de gentes o en lugares inadecuados y faltos de las más elementales estructuras para su funcionamiento, por Dios. Igual, las secretarias de Salud Departamental y la Municipal son simples entidades en donde los […]


Se está haciendo costumbre en Valledupar que en cualquier punto de la ciudad haya una IPS en medio de ventas callejeras, tumultos de gentes o en lugares inadecuados y faltos de las más elementales estructuras para su funcionamiento, por Dios.

Igual, las secretarias de Salud Departamental y la Municipal son simples entidades en donde los secretarios no tienen ninguna potestad. Muchos afirman que en la Departamental no se mueve una hoja sin la autorización del gobernador Monsalvo o de la primera dama, Cielo Gnecco, que horror.

Tampoco existe control de los medicamentos en las farmacias y mucho menos se hace control de precios, porque cada quien vende al precio que le da la gana.
Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan son testigos de excepción de que en unas farmacias venden el sobre de Dolex en $ 8 mil y en otras a $ 6 mil y en otras ciudades vale $ 4 mil. Igual, hay medicamentos que son comerciales y llevan nombres de laboratorios que solo Dios sabrá si existen.

Todo es lamentable y sucede en Valledupar, ciudad que se da el lujo de albergar al Presidente, a sus ministros y a una recua de encorbatados, mientras que miles de desplazados y víctimas del conflicto armado padecen en Valledupar y el Cesar de la infamia más grande de la historia reciente del país contra su gente y de las letras muertas de la Ley de Víctimas (1448).

Este es un país de (…), para no decir la misma palabra que escribió Gabriel García Márquez para finalizar su novela ‘El Coronel no tiene quien le escriba’, en donde en cada esquina se paran el magistrado Pretel, el fiscal Montenegro, Santos y Uribe a lanzarse dardos y se vituperan mientras que los medios masivos de comunicación están ahí sacándole punta a sus acusaciones y se convierten en bobos útiles… y el país se desborona.

Este es un país de las maravillas perversas. Un Valledupar en donde el Gobernador “A salvo” se da el lujo de ordenar la demolición de la Zona de Carreteras y hoy -después de seis meses- aún no se sabe qué se va a construir en ese escenario, porque ahora el Gobernador le pide ayuda al Presidente para financiar una obra que no ha tenido ninguna planeación, mientras que los diputados, Alcalde, congresistas, concejales y la dirigencia privada están muda, con vendas en sus bocas y sus ojos. Dios mío.

Igual pasa con la Nueva EPS porque los dueños de las IPS, siguen ejecutando el “paseo de la muerte” contra sus pacientes en Valledupar.
A los pacientes los remiten para donde el Otorrino a una casa de nombre Audiocaribe en la carrera 11 No 12 – 6, lo que se asimila a un garaje, pero no los atienden porque el especialista de nombre Fernando García llega cada dos o tres meses de Barranquilla y él es quien da la agenda de atenciones. “El Doctor es quién dice cuándo atiende”, responde la secretaria.

Lo extraño es que en Valledupar hay otorrinolaringólogos, pero no los contratan. ¿Por qué será? ¿Quién responde? Hasta la próxima semana con el tema: Diplomas falsos. [email protected] @tiochiro.