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Columnista - 5 agosto, 2017

Constituyente desconocida

El expresidente Alberto Lleras, respecto a los movimientos insurgentes de distinta orientación en Colombia desde el siglo XIX hasta nuestros días, consideraba que cada guerrillero lleva en su mochila un proyecto de Constitución. Esa tendencia muy colombiana de considerar que los problemas se solucionan cambiando la Constitución y las leyes, ha sido un empeño caracterizado […]

El expresidente Alberto Lleras, respecto a los movimientos insurgentes de distinta orientación en Colombia desde el siglo XIX hasta nuestros días, consideraba que cada guerrillero lleva en su mochila un proyecto de Constitución.

Esa tendencia muy colombiana de considerar que los problemas se solucionan cambiando la Constitución y las leyes, ha sido un empeño caracterizado por el fracasado. La misma historia se escribe en Venezuela, en 18 años la Revolución Bolivariana ha convocado dos Asambleas Nacional Constituyentes. En la primera de 1999, el desaparecido Hugo Chávez Frías, la confeccionó a su medida y caprichos personales. Y la reciente del inepto Nicolás Maduro, procura el mismo propósito, perpetuarse en el poder en el marco de la cruda violencia en las protestas opositoras y el rechazo de la comunidad internacional.

El pronunciamiento de la comunidad internacional hace más frágil las dificultades económicas que padecen el gobierno venezolano y particularmente la ciudadanía. Nicolás Maduro no lo comprende, pero los conceptos gaseosos como la igualdad, la autodeterminación de los pueblos, la soberanía nacional y la injerencia de la derecha imperialista, lograban eco en la década del cincuenta, actualmente, es pura retórica que implica aislamiento y contempla el hundimiento de una nación dependiente de la exportación de petróleo y del 70 % de importación de productos de consumo. El desenmascare por el poder produce ceguera, patología obtusa en un mundo globalizado.

Cada momento es diferente, la Constitución de 1999, contó con el apoyo y protección del Chavismo como primera fuerza política. El contexto actual es incomparable, Venezuela está quebrada, en crisis humanitaria, no hay alimentos ni medicinas, la expectativa de crecimiento económico es del -12 % y el liderazgo de Maduro solo es respaldado por quienes obtienen beneficios del régimen y de los que comparten el pensamiento ideológico.

Con el potencial económico de Venezuela, vale la pena considerar si era necesario someter al sacrificio que atraviesa el pueblo venezolano. Los procesos Revoluciones promueven nuevas disposiciones, todo en la naturaleza es susceptible de cambios, pero lo que acaece en Venezuela, hasta el momento registra referencias con la historia de las revoluciones políticas como la mexicana de 1910 que dejó cerca de dos millones de muertos, la comunista de Mao Zedong, 20 millones y el conflicto colombiano 220 mil muertos. Hugo Chávez y Nicolás Maduro se han equivocado de cabo a rabo, y confirman el juicio que: el problema no es del sistema político–económico, sino responsabilidad de sus dirigentes.

Los lamentables hechos sufridos por Venezuela, repercuten en Colombia. En efecto, el presidente Santos tampoco reconoce el resultado de la Constituyente, por su origen espurio. Este acto estadista fue aprovechado por Nicolás Maduro, para tildarlo de traidor y usufructuado políticamente por el Centro Democrático. Estos hechos determinan que la búsqueda del poder no tiene límites ni consideraciones con la situación deplorable de Venezuela, al punto que compartieron coincidencias.

Latinoamérica explora el declive de los gobiernos o supuesto Socialismo del Siglo XXI, gestado en consecuencia de las fallidas políticas Neoliberales de los 90. El gradual ocaso que experimentan, ponen de presente que gobernar bien y por el interés general no es asunto de ideologías. Este claro mensaje va dirigido a la clase política colombiana, que por un lado nos vaticinan un futuro en manos de comunistas o castrochavistas, y por el otro, la continuidad de la elite dominante de nuestra historia republicana.

Es momento de dedicar las energías en construir nación y a establecer las condiciones necesarias para un desarrollo económico, humano y social armónico, no habría nada más revolucionario que cumplir con este propósito; seguir gastándola haciendo y deshaciendo por la mezquindad del poder nos conducirá a una situación peor que la sufrida por el pueblo hermano venezolano.

@LuchoDiaz12

Por Luis Elquis Díaz

 

Columnista
5 agosto, 2017

Constituyente desconocida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

El expresidente Alberto Lleras, respecto a los movimientos insurgentes de distinta orientación en Colombia desde el siglo XIX hasta nuestros días, consideraba que cada guerrillero lleva en su mochila un proyecto de Constitución. Esa tendencia muy colombiana de considerar que los problemas se solucionan cambiando la Constitución y las leyes, ha sido un empeño caracterizado […]


El expresidente Alberto Lleras, respecto a los movimientos insurgentes de distinta orientación en Colombia desde el siglo XIX hasta nuestros días, consideraba que cada guerrillero lleva en su mochila un proyecto de Constitución.

Esa tendencia muy colombiana de considerar que los problemas se solucionan cambiando la Constitución y las leyes, ha sido un empeño caracterizado por el fracasado. La misma historia se escribe en Venezuela, en 18 años la Revolución Bolivariana ha convocado dos Asambleas Nacional Constituyentes. En la primera de 1999, el desaparecido Hugo Chávez Frías, la confeccionó a su medida y caprichos personales. Y la reciente del inepto Nicolás Maduro, procura el mismo propósito, perpetuarse en el poder en el marco de la cruda violencia en las protestas opositoras y el rechazo de la comunidad internacional.

El pronunciamiento de la comunidad internacional hace más frágil las dificultades económicas que padecen el gobierno venezolano y particularmente la ciudadanía. Nicolás Maduro no lo comprende, pero los conceptos gaseosos como la igualdad, la autodeterminación de los pueblos, la soberanía nacional y la injerencia de la derecha imperialista, lograban eco en la década del cincuenta, actualmente, es pura retórica que implica aislamiento y contempla el hundimiento de una nación dependiente de la exportación de petróleo y del 70 % de importación de productos de consumo. El desenmascare por el poder produce ceguera, patología obtusa en un mundo globalizado.

Cada momento es diferente, la Constitución de 1999, contó con el apoyo y protección del Chavismo como primera fuerza política. El contexto actual es incomparable, Venezuela está quebrada, en crisis humanitaria, no hay alimentos ni medicinas, la expectativa de crecimiento económico es del -12 % y el liderazgo de Maduro solo es respaldado por quienes obtienen beneficios del régimen y de los que comparten el pensamiento ideológico.

Con el potencial económico de Venezuela, vale la pena considerar si era necesario someter al sacrificio que atraviesa el pueblo venezolano. Los procesos Revoluciones promueven nuevas disposiciones, todo en la naturaleza es susceptible de cambios, pero lo que acaece en Venezuela, hasta el momento registra referencias con la historia de las revoluciones políticas como la mexicana de 1910 que dejó cerca de dos millones de muertos, la comunista de Mao Zedong, 20 millones y el conflicto colombiano 220 mil muertos. Hugo Chávez y Nicolás Maduro se han equivocado de cabo a rabo, y confirman el juicio que: el problema no es del sistema político–económico, sino responsabilidad de sus dirigentes.

Los lamentables hechos sufridos por Venezuela, repercuten en Colombia. En efecto, el presidente Santos tampoco reconoce el resultado de la Constituyente, por su origen espurio. Este acto estadista fue aprovechado por Nicolás Maduro, para tildarlo de traidor y usufructuado políticamente por el Centro Democrático. Estos hechos determinan que la búsqueda del poder no tiene límites ni consideraciones con la situación deplorable de Venezuela, al punto que compartieron coincidencias.

Latinoamérica explora el declive de los gobiernos o supuesto Socialismo del Siglo XXI, gestado en consecuencia de las fallidas políticas Neoliberales de los 90. El gradual ocaso que experimentan, ponen de presente que gobernar bien y por el interés general no es asunto de ideologías. Este claro mensaje va dirigido a la clase política colombiana, que por un lado nos vaticinan un futuro en manos de comunistas o castrochavistas, y por el otro, la continuidad de la elite dominante de nuestra historia republicana.

Es momento de dedicar las energías en construir nación y a establecer las condiciones necesarias para un desarrollo económico, humano y social armónico, no habría nada más revolucionario que cumplir con este propósito; seguir gastándola haciendo y deshaciendo por la mezquindad del poder nos conducirá a una situación peor que la sufrida por el pueblo hermano venezolano.

@LuchoDiaz12

Por Luis Elquis Díaz