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Editorial - 16 diciembre, 2016

Camino de la reparación colectiva

En el departamento del Cesar existen modelos avanzados del proceso de reparación colectiva a las etnias indígenas, que no es otra cosa que el consenso al que llega la misma comunidad que un día fue afectada por la violencia en todas sus manifestaciones. No es un proceso fácil, tampoco imposible, pero sí un aprendizaje comunitario […]

En el departamento del Cesar existen modelos avanzados del proceso de reparación colectiva a las etnias indígenas, que no es otra cosa que el consenso al que llega la misma comunidad que un día fue afectada por la violencia en todas sus manifestaciones.

No es un proceso fácil, tampoco imposible, pero sí un aprendizaje comunitario que une a sus miembros alrededor de una causa común: el reencuentro con sus raíces culturales, sociales y organizativas.

En el Cesar sobresalen los procesos de reparación colectiva de los kankuamos y yukpas, dos comunidades que han sorteado dificultades, desavenencias y desencuentros con cada jornada cumplida para llegar a la meta.

La etnia kankuama, una de las comunidades más golpeadas por el conflicto armado, avanza en su proceso de reparación, acaba de realizar su consulta previa y ahora entrará a cuantificar los daños causados por la violencia.

La organización y la unidad de los kankuamos ha sido fundamental para sacar adelante este proceso, el que es fortalecido ahora con el fallo que acaba de emitir el Tribunal de Justicia y Paz de Barranquilla, en el que exige una reparación colectiva e individual al pueblo indígena y además exhorta a los distintos ministerios del Gobierno Nacional a continuar con el plan de salvaguardia de la etnia.

Destacamos el trabajo de los cabildos gobernadores, de los líderes de las etnias y de las comunidades todas, que con esfuerzo y compromiso han puesto toda la voluntad para salir adelante en este camino de la reparación colectiva de la mano de la Unidad de Víctimas.

En ese mismo camino transitan los yukpas que ya hicieron su consulta interna y están en la caracterización del daño. También acaban de entrar los arhuacos al Registro Único de Víctimas, y los wayuu adelantan el mismo trabajo con la comunidad de Nuevo Espinal que también tienen sentencia del Tribunal de Justicia y Paz, al igual que los indígenas de Portete, en la alta Guajira.

La reparación colectiva es un derecho fundamental de los grupos, pueblos y organizaciones sociales y políticas que hayan sido afectadas por la violación de los derechos colectivos, la violación de los derechos individuales de los miembros de los colectivos o el impacto colectivo de la violación de derechos individuales.

En este proceso la Unidad de Víctimas es solo un orientador, pero los que deciden cómo quieren ser reparados, son los mismos indígenas. Al final de este camino de reparación, deben quedar unas organizaciones sociales fortalecidas, ajustadas a la realidad del país y del mundo porque es un proceso que cambia la forma de mirar su entorno.

Editorial
16 diciembre, 2016

Camino de la reparación colectiva

En el departamento del Cesar existen modelos avanzados del proceso de reparación colectiva a las etnias indígenas, que no es otra cosa que el consenso al que llega la misma comunidad que un día fue afectada por la violencia en todas sus manifestaciones. No es un proceso fácil, tampoco imposible, pero sí un aprendizaje comunitario […]


En el departamento del Cesar existen modelos avanzados del proceso de reparación colectiva a las etnias indígenas, que no es otra cosa que el consenso al que llega la misma comunidad que un día fue afectada por la violencia en todas sus manifestaciones.

No es un proceso fácil, tampoco imposible, pero sí un aprendizaje comunitario que une a sus miembros alrededor de una causa común: el reencuentro con sus raíces culturales, sociales y organizativas.

En el Cesar sobresalen los procesos de reparación colectiva de los kankuamos y yukpas, dos comunidades que han sorteado dificultades, desavenencias y desencuentros con cada jornada cumplida para llegar a la meta.

La etnia kankuama, una de las comunidades más golpeadas por el conflicto armado, avanza en su proceso de reparación, acaba de realizar su consulta previa y ahora entrará a cuantificar los daños causados por la violencia.

La organización y la unidad de los kankuamos ha sido fundamental para sacar adelante este proceso, el que es fortalecido ahora con el fallo que acaba de emitir el Tribunal de Justicia y Paz de Barranquilla, en el que exige una reparación colectiva e individual al pueblo indígena y además exhorta a los distintos ministerios del Gobierno Nacional a continuar con el plan de salvaguardia de la etnia.

Destacamos el trabajo de los cabildos gobernadores, de los líderes de las etnias y de las comunidades todas, que con esfuerzo y compromiso han puesto toda la voluntad para salir adelante en este camino de la reparación colectiva de la mano de la Unidad de Víctimas.

En ese mismo camino transitan los yukpas que ya hicieron su consulta interna y están en la caracterización del daño. También acaban de entrar los arhuacos al Registro Único de Víctimas, y los wayuu adelantan el mismo trabajo con la comunidad de Nuevo Espinal que también tienen sentencia del Tribunal de Justicia y Paz, al igual que los indígenas de Portete, en la alta Guajira.

La reparación colectiva es un derecho fundamental de los grupos, pueblos y organizaciones sociales y políticas que hayan sido afectadas por la violación de los derechos colectivos, la violación de los derechos individuales de los miembros de los colectivos o el impacto colectivo de la violación de derechos individuales.

En este proceso la Unidad de Víctimas es solo un orientador, pero los que deciden cómo quieren ser reparados, son los mismos indígenas. Al final de este camino de reparación, deben quedar unas organizaciones sociales fortalecidas, ajustadas a la realidad del país y del mundo porque es un proceso que cambia la forma de mirar su entorno.