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Columnista - 14 julio, 2017

Buen viaje don Armando

He ido a muchas ceremonias fúnebres, pues me gusta cumplir con el sagrado deber de despedir a los familiares y amigos y acompañar a los deudos para compartir su dolor; los indolentes me lo critican y los devotos me lo aplauden, a los primeros los ignoro y me río de ellos y a los segundos […]

He ido a muchas ceremonias fúnebres, pues me gusta cumplir con el sagrado deber de despedir a los familiares y amigos y acompañar a los deudos para compartir su dolor; los indolentes me lo critican y los devotos me lo aplauden, a los primeros los ignoro y me río de ellos y a los segundos les agradezco.

No hay muerto malo dice un adagio, sí los hay, pero bueno, correcto, servicial, generoso y ejemplar en todos los quehaceres de la vida son pocos. Hoy me tocó despedir a uno de esos seres excepcionales y derramar unas lágrimas por el dolor que me produjo su desaparición, llamado Armando José Cuello Gutiérrez; papi le decían con ternura y mucho amor sus hijos, abuelo Mando sus nietos y biznietos, tío Armando todos sus sobrinos que lo querían y respetaban, Don Armando el común de la gente, entre ellos su yerno José Jorge Dangond, pocos muy pocos, tal vez sus hermanos y algunos amigos contemporáneos Armando a secas y quizás su yerno Jorge Eliécer Quintero que tutea al Papa, a Trump y a Manuel Germán le decía Man, lo hacía, como también lo hacía yo, pero por petición de él.

Los hermanos Cuello Gutiérrez fueron bastante: Julio Alberto, Bernardo, Moisés, Óscar, Sara, Margoth, Manuel Germán, Delio, Armando y Esteban. Todos tienen un común denominador que más parecen ingleses que junteros, la puntualidad para ellos es sagrada, las tres son las tres y nada más, son austeros sin llegar a la mediocridad y persistentes en sus propósitos, cuando se habla de uno de ellos parece que se hablara de todos, además son exigentes, pero respetuosos.

Como familiar Don Armando no dejó quejas, ejemplar papá, huella que han seguido sus hijos Margarita, Toty, Armando Eugenio, Eduardo, Javier y Óscar, quienes hoy brillan como ciudadanos ejemplares en la ciudad de Barranquilla, bueno y afectuoso hermano, solícito y oportuno familiar y generoso y servicial amigo. No exagero, quizás me quedo corto, eso era Armando Cuello Gutiérrez, a quien hoy despedimos con mucha tristeza.

Fue un hombre de buena suerte o muy juicioso, en todo le fue bien hasta para morir cuando él quiso y Dios como premio mayor le dio de compañera a una mujer fascinante, bella, culta, pero sobretodo generosa que alegre lo espera en el Cielo como siempre lo hizo en su casa con una amplia sonrisa y los brazos abiertos: María Elisa Lacouture.

Paz en su tumba y buen viaje mi querido Armando.

En alguna oportunidad hice un negocio con Armando en donde él tenía que recibir una camioneta Ford full equipo en parte de pago. Yo sabía que él no cambiaba su Patrol, en buen estado pero sin ese confort “ni por la silla del Gobernador” y entonces le dije que se llevara para Barranquilla la camioneta, bajo mi responsabilidad y que cuando regresara hablábamos. A los tres días regresó y me dijo: he viajado en Avianca terrestre, mira como vengo, limpiecito y sin empolvar, el negocio está hecho. Desde entonces, creo que no se bajó más nunca de una Ford, a pesar de tener todas las comodidades para poseer una Hyundai de cualquier gama.
48

Por José M. Aponte Martínez

 

 

 

 

Columnista
14 julio, 2017

Buen viaje don Armando

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

He ido a muchas ceremonias fúnebres, pues me gusta cumplir con el sagrado deber de despedir a los familiares y amigos y acompañar a los deudos para compartir su dolor; los indolentes me lo critican y los devotos me lo aplauden, a los primeros los ignoro y me río de ellos y a los segundos […]


He ido a muchas ceremonias fúnebres, pues me gusta cumplir con el sagrado deber de despedir a los familiares y amigos y acompañar a los deudos para compartir su dolor; los indolentes me lo critican y los devotos me lo aplauden, a los primeros los ignoro y me río de ellos y a los segundos les agradezco.

No hay muerto malo dice un adagio, sí los hay, pero bueno, correcto, servicial, generoso y ejemplar en todos los quehaceres de la vida son pocos. Hoy me tocó despedir a uno de esos seres excepcionales y derramar unas lágrimas por el dolor que me produjo su desaparición, llamado Armando José Cuello Gutiérrez; papi le decían con ternura y mucho amor sus hijos, abuelo Mando sus nietos y biznietos, tío Armando todos sus sobrinos que lo querían y respetaban, Don Armando el común de la gente, entre ellos su yerno José Jorge Dangond, pocos muy pocos, tal vez sus hermanos y algunos amigos contemporáneos Armando a secas y quizás su yerno Jorge Eliécer Quintero que tutea al Papa, a Trump y a Manuel Germán le decía Man, lo hacía, como también lo hacía yo, pero por petición de él.

Los hermanos Cuello Gutiérrez fueron bastante: Julio Alberto, Bernardo, Moisés, Óscar, Sara, Margoth, Manuel Germán, Delio, Armando y Esteban. Todos tienen un común denominador que más parecen ingleses que junteros, la puntualidad para ellos es sagrada, las tres son las tres y nada más, son austeros sin llegar a la mediocridad y persistentes en sus propósitos, cuando se habla de uno de ellos parece que se hablara de todos, además son exigentes, pero respetuosos.

Como familiar Don Armando no dejó quejas, ejemplar papá, huella que han seguido sus hijos Margarita, Toty, Armando Eugenio, Eduardo, Javier y Óscar, quienes hoy brillan como ciudadanos ejemplares en la ciudad de Barranquilla, bueno y afectuoso hermano, solícito y oportuno familiar y generoso y servicial amigo. No exagero, quizás me quedo corto, eso era Armando Cuello Gutiérrez, a quien hoy despedimos con mucha tristeza.

Fue un hombre de buena suerte o muy juicioso, en todo le fue bien hasta para morir cuando él quiso y Dios como premio mayor le dio de compañera a una mujer fascinante, bella, culta, pero sobretodo generosa que alegre lo espera en el Cielo como siempre lo hizo en su casa con una amplia sonrisa y los brazos abiertos: María Elisa Lacouture.

Paz en su tumba y buen viaje mi querido Armando.

En alguna oportunidad hice un negocio con Armando en donde él tenía que recibir una camioneta Ford full equipo en parte de pago. Yo sabía que él no cambiaba su Patrol, en buen estado pero sin ese confort “ni por la silla del Gobernador” y entonces le dije que se llevara para Barranquilla la camioneta, bajo mi responsabilidad y que cuando regresara hablábamos. A los tres días regresó y me dijo: he viajado en Avianca terrestre, mira como vengo, limpiecito y sin empolvar, el negocio está hecho. Desde entonces, creo que no se bajó más nunca de una Ford, a pesar de tener todas las comodidades para poseer una Hyundai de cualquier gama.
48

Por José M. Aponte Martínez