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Columnista - 24 abril, 2017

En un beso la vida

Me lo contó un guía de turismo: “La pareja paseaba con su hijito por el parque. Había otros niños y adultos disfrutando del frescor de la tarde. Él, un hombre como hay pocos en nuestro país: cariñoso, sensible, correcto, consciente de su cargo de profesor; cerca de la pareja una vieja celestinesca, como hay muchas […]

Me lo contó un guía de turismo: “La pareja paseaba con su hijito por el parque. Había otros niños y adultos disfrutando del frescor de la tarde. Él, un hombre como hay pocos en nuestro país: cariñoso, sensible, correcto, consciente de su cargo de profesor; cerca de la pareja una vieja celestinesca, como hay muchas en nuestro país: amargada y envidiosa, consciente de que su único oficio es meterse en las vidas ajenas.

Manuel Berumen, así es el nombre de él, animado por el solaz de esa región del Bajío Mejicano, en León Guanajuato, abrazó y besó a su mujer. Oh, qué escándalo gritó la vieja amargada, víctima de una ataque de envidia, porque quizá nunca ha gozado de la delicia de un beso. Formó tal tremolina que llegó la policía, cinco agentes y dos patrulla, esposaron al profesor, y se lo llevaron, y también a la vieja como denunciante del grave delito de escándalo en plena vía pública. El profesor estuvo retenido por quince horas”.

Cuando uno oye esto, se rasca la cabeza y se enreda en asombros: Qué en Méjico, un país súper machista, que atraviesa por la horrenda crisis de violencia desmedida, esa, producto del narcotráfico, un beso, signo de que todavía están latentes la ternura y la pasión, sea motivo para llevar a un hombre tras las rejas, es insólito. Recuerda la época franquista en España, en donde muchas parejas fueron encarceladas y hasta desaparecidas por tomarse de la mano o darse un simple beso en público, historia muy conocida.

En la actualidad es más grave en algunos países del Medio Oriente en donde la castigada es la mujer hasta con la lapidación.

Y surge la pregunta: ¿Cuál habría sido la suerte de Consuelito Velásquez? Sí, la autora mejicana de ‘Bésame mucho’, canción universal, que la compuso cuando solo tenía quince años y todavía no había sido besada (por la época, porque ahora a esa edad sería una experta en tantas cosas, sí, en tantas y más)

La reacción de los vecinos del parque de León Guanajuato fue salir en parejas y besarse largamente, los policías no se atrevieron a intervenir, los besos eran más numerosos que ellos.

Los besos son tan antiguos, nacieron con la vida misma, al parecer desde el hombre de Cromagnon, cuando la mujer al tener su cría, para alimentarla masticaba el alimento hasta hacer una papilla y luego pegaba su boca a la del pequeño y él succionaba con ansias, así como son la mayoría de los besos.

El significado del beso va cambiando de cultura en cultura y en las distintas épocas y ha sido objeto de estudios. Ha inspirado obras monumentales como las de Auguste Rodin, El Beso, La eterna primavera, entre otras, controvertido por su insistencia en explorar el cuerpo humano. Y hay besos horrendos, históricos como el de Judas, esos no pasan de moda se regalan facilito en nuestro medio y en todo el mundo.

En fin, el profesor mejicano quizás en adelante sentirá pavor al volver a besar, o se arriesgará siguiendo la romántica sentencia de Orlando Contreras: “…En un beso la vida / y en tus brazos la muerte/ me sentenció el destino/ y sin embargo prefiero verte…”.

Por Mary Daza Orozco

 

Columnista
24 abril, 2017

En un beso la vida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Me lo contó un guía de turismo: “La pareja paseaba con su hijito por el parque. Había otros niños y adultos disfrutando del frescor de la tarde. Él, un hombre como hay pocos en nuestro país: cariñoso, sensible, correcto, consciente de su cargo de profesor; cerca de la pareja una vieja celestinesca, como hay muchas […]


Me lo contó un guía de turismo: “La pareja paseaba con su hijito por el parque. Había otros niños y adultos disfrutando del frescor de la tarde. Él, un hombre como hay pocos en nuestro país: cariñoso, sensible, correcto, consciente de su cargo de profesor; cerca de la pareja una vieja celestinesca, como hay muchas en nuestro país: amargada y envidiosa, consciente de que su único oficio es meterse en las vidas ajenas.

Manuel Berumen, así es el nombre de él, animado por el solaz de esa región del Bajío Mejicano, en León Guanajuato, abrazó y besó a su mujer. Oh, qué escándalo gritó la vieja amargada, víctima de una ataque de envidia, porque quizá nunca ha gozado de la delicia de un beso. Formó tal tremolina que llegó la policía, cinco agentes y dos patrulla, esposaron al profesor, y se lo llevaron, y también a la vieja como denunciante del grave delito de escándalo en plena vía pública. El profesor estuvo retenido por quince horas”.

Cuando uno oye esto, se rasca la cabeza y se enreda en asombros: Qué en Méjico, un país súper machista, que atraviesa por la horrenda crisis de violencia desmedida, esa, producto del narcotráfico, un beso, signo de que todavía están latentes la ternura y la pasión, sea motivo para llevar a un hombre tras las rejas, es insólito. Recuerda la época franquista en España, en donde muchas parejas fueron encarceladas y hasta desaparecidas por tomarse de la mano o darse un simple beso en público, historia muy conocida.

En la actualidad es más grave en algunos países del Medio Oriente en donde la castigada es la mujer hasta con la lapidación.

Y surge la pregunta: ¿Cuál habría sido la suerte de Consuelito Velásquez? Sí, la autora mejicana de ‘Bésame mucho’, canción universal, que la compuso cuando solo tenía quince años y todavía no había sido besada (por la época, porque ahora a esa edad sería una experta en tantas cosas, sí, en tantas y más)

La reacción de los vecinos del parque de León Guanajuato fue salir en parejas y besarse largamente, los policías no se atrevieron a intervenir, los besos eran más numerosos que ellos.

Los besos son tan antiguos, nacieron con la vida misma, al parecer desde el hombre de Cromagnon, cuando la mujer al tener su cría, para alimentarla masticaba el alimento hasta hacer una papilla y luego pegaba su boca a la del pequeño y él succionaba con ansias, así como son la mayoría de los besos.

El significado del beso va cambiando de cultura en cultura y en las distintas épocas y ha sido objeto de estudios. Ha inspirado obras monumentales como las de Auguste Rodin, El Beso, La eterna primavera, entre otras, controvertido por su insistencia en explorar el cuerpo humano. Y hay besos horrendos, históricos como el de Judas, esos no pasan de moda se regalan facilito en nuestro medio y en todo el mundo.

En fin, el profesor mejicano quizás en adelante sentirá pavor al volver a besar, o se arriesgará siguiendo la romántica sentencia de Orlando Contreras: “…En un beso la vida / y en tus brazos la muerte/ me sentenció el destino/ y sin embargo prefiero verte…”.

Por Mary Daza Orozco