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Columnista - 21 septiembre, 2016

¡Ay Valledupar, cómo te queremos!

No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del Parque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno […]

No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del Parque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno con todas las de la ley, centros médicos, modernas clínicas, hoteles. Pero eso no impide, aun reconociendo y dejando a salvo las bondades de algunas administraciones, que nos detengamos en sus defectos superando con un poco de empeño.

Por ejemplo, el peatón en Valledupar carece de derechos. La agresividad del conductor llámese taxista, bus y especialmente los irresponsables mototaxistas contra los de a pie tiene proporciones bíblicas.

Además, hay un fenómeno de psicología social, conductores a carta cabal, se transforman en asesinos cuando están en el volante, no hay respeto por el silencio y los sicarios del descanso no son sólo los bares, estancos o discotecas sino también los “hijos de papi” que sacan inmensos parlantes bailables en los baúles de sus lujosos automóviles y se instalan en cualquier sitio, y la autoridad en muchas ocasiones no aparece.

Por otro, muchas avenidas y algunos sectores de la ciudad tienen un nivel de polución sonora que ya se lo quisiera Calcuta. Usar el pito sin necesidad hace pare de un frenesí vallenato. El cierre de vías es cosa cotidiana, sino que lo digan los moradores de la plaza Alfonso López. Se pierden inclusive de vista igualmente otros ingredientes del colapso de movilidad: la falta de respeto por el semáforo en rojo, la invasión de los cruces de manera totalmente incivilizada, entre otros.

Todo ello contribuye al trancón, y es algo sobre lo cual no se trabaja con el ahínco que ostenta la lucha contra cualquier tipo de vehículo ¿Y de los mototaxistas qué? ¿Y de los huecos qué? Afortunadamente, tenemos un gran secretario de Obras Públicas, Juan Pablo Morón Riviera, que se está apersonando de esto último.

La comercialización de zonas residenciales es un monstruo devorador, la improvisación en la aprobación de lugares comerciales es absoluta, y no mide las consecuencias en la tranquilidad ciudadana, en el tráfico, en la vida de la gente ordinaria.

En fin…Valledupar, cómo te queremos, pero puedes mejorar, y debe llegar la hora de las grandes decisiones. Señor alcalde Augusto Ramírez Uhía, apenas está comenzando su gestión, pero acuérdese que hay mucho que mejorar en estas pequeñeces que, sin embargo, son cruciales en la calidad de la vida diaria.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: voy a referirme a algunos absurdos que indignan a los vallenatos, por ejemplo, tropezones con tornillos en los andenes de lámparas quitadas, carromulas transitando por las calles, láminas destrozadas en la tarima de la plaza Alfonso López, el reloj de la Iglesia de La Concepción que no marca la hora, señales obsoletas y deterioradas por toda la ciudad. La falta de seriedad y estudio en planificación de algunas obras, los vallenatos tenemos que presenciar cada día auténticos monumentos a lo “absurdo” en nuestra ciudad: un puente peatonal que nadie utiliza en el barrio La Popa y las tales ciclorrutas de la calle 17 y carrera 9ª mal planificadas, la peor obra en todas las administraciones, estos son algunos de estos “absurdos de campeonato”.

Postdata: registro con pesar el sensible fallecimiento de la distinguida y apreciada dama de nuestra sociedad Ana Rosa Suárez de Lúquez. De verdaderas convicciones y espíritu cristiano, con resignación soportó sus recientes quebrantos de salud. Esposa, madre y abuela admirable. Formó su hogar con mi gran amigo Jorge Eliécer Lúquez Soto (El Bore). Ana Rosa fue modelo de virtudes.

En el Cementerio Central se realizaron sus exequias. Envío nuestras sentidas condolencias a sus familiares.

Columnista
21 septiembre, 2016

¡Ay Valledupar, cómo te queremos!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del Parque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno […]


No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del Parque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno con todas las de la ley, centros médicos, modernas clínicas, hoteles. Pero eso no impide, aun reconociendo y dejando a salvo las bondades de algunas administraciones, que nos detengamos en sus defectos superando con un poco de empeño.

Por ejemplo, el peatón en Valledupar carece de derechos. La agresividad del conductor llámese taxista, bus y especialmente los irresponsables mototaxistas contra los de a pie tiene proporciones bíblicas.

Además, hay un fenómeno de psicología social, conductores a carta cabal, se transforman en asesinos cuando están en el volante, no hay respeto por el silencio y los sicarios del descanso no son sólo los bares, estancos o discotecas sino también los “hijos de papi” que sacan inmensos parlantes bailables en los baúles de sus lujosos automóviles y se instalan en cualquier sitio, y la autoridad en muchas ocasiones no aparece.

Por otro, muchas avenidas y algunos sectores de la ciudad tienen un nivel de polución sonora que ya se lo quisiera Calcuta. Usar el pito sin necesidad hace pare de un frenesí vallenato. El cierre de vías es cosa cotidiana, sino que lo digan los moradores de la plaza Alfonso López. Se pierden inclusive de vista igualmente otros ingredientes del colapso de movilidad: la falta de respeto por el semáforo en rojo, la invasión de los cruces de manera totalmente incivilizada, entre otros.

Todo ello contribuye al trancón, y es algo sobre lo cual no se trabaja con el ahínco que ostenta la lucha contra cualquier tipo de vehículo ¿Y de los mototaxistas qué? ¿Y de los huecos qué? Afortunadamente, tenemos un gran secretario de Obras Públicas, Juan Pablo Morón Riviera, que se está apersonando de esto último.

La comercialización de zonas residenciales es un monstruo devorador, la improvisación en la aprobación de lugares comerciales es absoluta, y no mide las consecuencias en la tranquilidad ciudadana, en el tráfico, en la vida de la gente ordinaria.

En fin…Valledupar, cómo te queremos, pero puedes mejorar, y debe llegar la hora de las grandes decisiones. Señor alcalde Augusto Ramírez Uhía, apenas está comenzando su gestión, pero acuérdese que hay mucho que mejorar en estas pequeñeces que, sin embargo, son cruciales en la calidad de la vida diaria.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: voy a referirme a algunos absurdos que indignan a los vallenatos, por ejemplo, tropezones con tornillos en los andenes de lámparas quitadas, carromulas transitando por las calles, láminas destrozadas en la tarima de la plaza Alfonso López, el reloj de la Iglesia de La Concepción que no marca la hora, señales obsoletas y deterioradas por toda la ciudad. La falta de seriedad y estudio en planificación de algunas obras, los vallenatos tenemos que presenciar cada día auténticos monumentos a lo “absurdo” en nuestra ciudad: un puente peatonal que nadie utiliza en el barrio La Popa y las tales ciclorrutas de la calle 17 y carrera 9ª mal planificadas, la peor obra en todas las administraciones, estos son algunos de estos “absurdos de campeonato”.

Postdata: registro con pesar el sensible fallecimiento de la distinguida y apreciada dama de nuestra sociedad Ana Rosa Suárez de Lúquez. De verdaderas convicciones y espíritu cristiano, con resignación soportó sus recientes quebrantos de salud. Esposa, madre y abuela admirable. Formó su hogar con mi gran amigo Jorge Eliécer Lúquez Soto (El Bore). Ana Rosa fue modelo de virtudes.

En el Cementerio Central se realizaron sus exequias. Envío nuestras sentidas condolencias a sus familiares.