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Columnista - 1 marzo, 2011

Ataque a los sindicatos

Columnista invitado Por: Mauricio Cabrera Galvis El título de esta columna no tiene relación con el oso que hicieron los dirigentes gremiales colombianos tratando de protestar contra el papel activo que en las decisiones oficiales está teniendo un antiguo dirigente sindical, hasta que se dieron cuenta de que el Vicepresidente tenía todo el respaldo del […]

Columnista invitado

Por: Mauricio Cabrera Galvis
El título de esta columna no tiene relación con el oso que hicieron los dirigentes gremiales colombianos tratando de protestar contra el papel activo que en las decisiones oficiales está teniendo un antiguo dirigente sindical, hasta que se dieron cuenta de que el Vicepresidente tenía todo el respaldo del propio Presidente.
El ataque al que me refiero es de más grandes proporciones y está sucediendo en EE. UU.
Allá, en el estado de Wisconsin, un gobernador del ala ultraconservadora del Partido Republicano está tratando de acabar con los sindicatos de empleados públicos que agrupan maestros, bomberos y otros trabajadores de la clase media, lo que ha generado una masiva protesta popular nunca antes vista en la ciudad de Madison.
El instrumento para golpear a los sindicatos es un proyecto de ley que les quita a los trabajadores el derecho a la negociación colectiva, limita los aumentos salariales a la inflación y prohíbe a los sindicatos recaudar fondos para las campañas políticas. No es extraño que, con la usual doble moral de los republicanos, estas limitaciones son más estrictas para los sindicatos liberales que apoyan al Partido Demócrata.
El pretexto para tratar de aprobar esa reaccionaria ley es el déficit fiscal que en Wisconsin, como en todos los estados, se ha incrementado con la caída de ingresos fiscales que produjo la gran recesión de los últimos años. Pero como dentro de la ideología conservadora los culpables del déficit son los salarios de los empleados públicos, la solución propuesta es reducirlos y aprovechar la ocasión para acabar con los sindicatos. Leyes similares se están proponiendo en otros estados con gobernadores republicanos como New Jersey, Ohio o Indiana.
Pero el problema no es de plata.
De hecho, en Wisconsin los sindicatos han aceptado recortes en los salarios de los trabajadores, y dedicar un 6 por ciento de sus sueldos a aumentar los aportes a los fondos de pensiones. Por su parte, la preocupación real del Gobernador no son las finanzas de su estado, porque al mismo tiempo está proponiendo recortes de impuestos para los más ricos que aumentarán el déficit. Como dice un editorial del New York Times, “el discurso republicano de reducir el déficit es sólo la pantalla para el propósito real de masacrar la fuerza política de los trabajadores de clase media que apoyan al Partido Demócrata y son un obstáculo para su agenda conservadora”.
También dice el Times que el Gobernador de Wisconsin y otros políticos republicanos que impulsan esta estrategia antisindical son financiados por generosos aportes de multimillonarios conservadores interesados en debilitar las fuerzas liberales que se oponen a su dominio total de la economía. Se trata, pues, de una pelea política.
El Prmio Nobel de Economía Paul Krugman dice que el predominio de esta agenda conservadora está minando la democracia en EE. UU. y convirtiendo ese país en una oligarquía tercermundista. No porque los multimillonarios influyan en la política, ni porque los sindicatos siempre tengan la razón, sino porque en una democracia real se necesitan instituciones fuertes que puedan hacer contrapeso a la influencia del gran capital, y una de estas son los sindicatos, que representan los intereses de los trabajadores de clase media.
Krugman ha mostrado en sus libros la impresionante concentración del ingreso y la riqueza que se ha dado en EE. UU. desde 1980, y atribuye que su país se haya vuelto más oligárquico y menos democrático en este periodo al debilitamiento de los sindicatos. Hasta ahora, los trabajadores de Wisconsin han tenido un gran apoyo popular, pero para que lo mantengan allá, y en también en Colombia, los sindicatos tienen que demostrar que miran más allá de los intereses particulares de sus afiliados y que son verdaderos defensores del interés público.

Columnista
1 marzo, 2011

Ataque a los sindicatos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mauricio Cabrera Galvis

Columnista invitado Por: Mauricio Cabrera Galvis El título de esta columna no tiene relación con el oso que hicieron los dirigentes gremiales colombianos tratando de protestar contra el papel activo que en las decisiones oficiales está teniendo un antiguo dirigente sindical, hasta que se dieron cuenta de que el Vicepresidente tenía todo el respaldo del […]


Columnista invitado

Por: Mauricio Cabrera Galvis
El título de esta columna no tiene relación con el oso que hicieron los dirigentes gremiales colombianos tratando de protestar contra el papel activo que en las decisiones oficiales está teniendo un antiguo dirigente sindical, hasta que se dieron cuenta de que el Vicepresidente tenía todo el respaldo del propio Presidente.
El ataque al que me refiero es de más grandes proporciones y está sucediendo en EE. UU.
Allá, en el estado de Wisconsin, un gobernador del ala ultraconservadora del Partido Republicano está tratando de acabar con los sindicatos de empleados públicos que agrupan maestros, bomberos y otros trabajadores de la clase media, lo que ha generado una masiva protesta popular nunca antes vista en la ciudad de Madison.
El instrumento para golpear a los sindicatos es un proyecto de ley que les quita a los trabajadores el derecho a la negociación colectiva, limita los aumentos salariales a la inflación y prohíbe a los sindicatos recaudar fondos para las campañas políticas. No es extraño que, con la usual doble moral de los republicanos, estas limitaciones son más estrictas para los sindicatos liberales que apoyan al Partido Demócrata.
El pretexto para tratar de aprobar esa reaccionaria ley es el déficit fiscal que en Wisconsin, como en todos los estados, se ha incrementado con la caída de ingresos fiscales que produjo la gran recesión de los últimos años. Pero como dentro de la ideología conservadora los culpables del déficit son los salarios de los empleados públicos, la solución propuesta es reducirlos y aprovechar la ocasión para acabar con los sindicatos. Leyes similares se están proponiendo en otros estados con gobernadores republicanos como New Jersey, Ohio o Indiana.
Pero el problema no es de plata.
De hecho, en Wisconsin los sindicatos han aceptado recortes en los salarios de los trabajadores, y dedicar un 6 por ciento de sus sueldos a aumentar los aportes a los fondos de pensiones. Por su parte, la preocupación real del Gobernador no son las finanzas de su estado, porque al mismo tiempo está proponiendo recortes de impuestos para los más ricos que aumentarán el déficit. Como dice un editorial del New York Times, “el discurso republicano de reducir el déficit es sólo la pantalla para el propósito real de masacrar la fuerza política de los trabajadores de clase media que apoyan al Partido Demócrata y son un obstáculo para su agenda conservadora”.
También dice el Times que el Gobernador de Wisconsin y otros políticos republicanos que impulsan esta estrategia antisindical son financiados por generosos aportes de multimillonarios conservadores interesados en debilitar las fuerzas liberales que se oponen a su dominio total de la economía. Se trata, pues, de una pelea política.
El Prmio Nobel de Economía Paul Krugman dice que el predominio de esta agenda conservadora está minando la democracia en EE. UU. y convirtiendo ese país en una oligarquía tercermundista. No porque los multimillonarios influyan en la política, ni porque los sindicatos siempre tengan la razón, sino porque en una democracia real se necesitan instituciones fuertes que puedan hacer contrapeso a la influencia del gran capital, y una de estas son los sindicatos, que representan los intereses de los trabajadores de clase media.
Krugman ha mostrado en sus libros la impresionante concentración del ingreso y la riqueza que se ha dado en EE. UU. desde 1980, y atribuye que su país se haya vuelto más oligárquico y menos democrático en este periodo al debilitamiento de los sindicatos. Hasta ahora, los trabajadores de Wisconsin han tenido un gran apoyo popular, pero para que lo mantengan allá, y en también en Colombia, los sindicatos tienen que demostrar que miran más allá de los intereses particulares de sus afiliados y que son verdaderos defensores del interés público.