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Columnista - 28 marzo, 2017

Asamblea general de accionistas

En Colombia entre los primeros tres meses de cada año que comienza, se han de llevar a cabo por disposición del Código de Comercio -con solemnidades y requisitos- las reuniones del máximo órgano social de una sociedad mercantil de naturaleza anónima o anónima simplificada. En tratándose de empresas de responsabilidad Ltda, la gran reunión se […]

En Colombia entre los primeros tres meses de cada año que comienza, se han de llevar a cabo por disposición del Código de Comercio -con solemnidades y requisitos- las reuniones del máximo órgano social de una sociedad mercantil de naturaleza anónima o anónima simplificada. En tratándose de empresas de responsabilidad Ltda, la gran reunión se denomina Junta General de Socios.

La reunión de naturaleza ordinaria tiene como propósito -en la agenda de la sesión- rendir cuentas de fin de ejercicio social, entre otros objetivos y la precede una secuencia de puntos del orden del día que se aconseja agotar en forma secuencial, metódica y cuidadosa, inclusive los actos protocolarios de instalación para iniciar con reglas claras el desarrollo de la asamblea. Ahora, si se cuenta con un buen instructivo, todo debe fluir con orden, se recalca, para el buen éxito de la reunión.

El pasado 24 de marzo del año en curso se realizó la asamblea general de accionistas del emblemático Club Social de Valledupar S.A. y uno de los puntos del orden del día fue la elección de Junta Directiva -órgano de dirección y administración de la empresa- periodo 2017-2019, la que quedó conformada por Oscar Cuello Campo, Presidente del Club y de la Junta. Rodrigo Morón Cuello, vicepresidente y como directivos principales y suplentes José Alberto Herazo Medina, Luz Mirian Flórez Céspedes, Andrea Pumarejo Ariza, María Cecilia Diazgranados, Ibeth Lafourie Perdomo, Carlos Andrés Lacouture, Efraín Quintero Molina y Fernando Villegas Monsalvo.

Ha sido ratificada la Presidencia de Oscar Cuello Campo por su comprobada idoneidad, integridad y liderazgo en la gestión de los propósitos económicos-sociales de la empresa, organizada como el más representativo centro social de la ciudad y de la región. En los anales de la historia del Club ha quedado registrado que por tercera vez, en forma aclamada, consecutiva y unánime se deposite confianza en un hombre que sin ambages lo hace bien. Ha actuado como buen hombre de negocios. ¡Un Presidente magnifico, serio, confiable y juicioso!

A propósito, la ley comercial impone como principios y deberes de los administradores de las sociedades comerciales obrar de buena fe, lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios (art. 23, Ley 222/95), es decir, que en esa materia a los administradores se les exige conducta transparente y una actividad que vaya más allá de la diligencia ordinaria porque el estatuto social y la ley reclama “un grado de gestión profesional, caracterizada por el compromiso en la solución de los problemas actuales y en el aprovechamiento de las oportunidades en curso, por el análisis de la información contable de la compañía y por el diagnóstico del futuro de los negocios sociales”, y en todo caso “actuando siempre con lealtad y privilegiando los intereses de la sociedad sobre los propios o los de terceros”.

Así las cosas, el circulo que viene cerca del Presidente del Club Social Valledupar S.A., se fortalece con la llegada al cuerpo colegiado de nuevos directivos con motivos claros y proactivos para procurar que el objeto social del Club cumpla sus cometidos sociales y legales. He ahí una excelente oportunidad para interactuar y contribuir en la cabal coadministración de la empresa. ¡Ese es el desafío!

Se insiste la diligencia de un buen hombre de negocios en el mundo empresarial, supone un mayor esfuerzo y la más alta exigencia en la conducción de la empresa, como ejemplo de buenas prácticas empresariales. Todo lo que se deja dicho se trasunta en apoyo pedagógico a la comunidad empresarial. Y a usted, amable lector con visión dialógica y deliberativa.

Por Hugo Mendoza Guerra

 

Columnista
28 marzo, 2017

Asamblea general de accionistas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

En Colombia entre los primeros tres meses de cada año que comienza, se han de llevar a cabo por disposición del Código de Comercio -con solemnidades y requisitos- las reuniones del máximo órgano social de una sociedad mercantil de naturaleza anónima o anónima simplificada. En tratándose de empresas de responsabilidad Ltda, la gran reunión se […]


En Colombia entre los primeros tres meses de cada año que comienza, se han de llevar a cabo por disposición del Código de Comercio -con solemnidades y requisitos- las reuniones del máximo órgano social de una sociedad mercantil de naturaleza anónima o anónima simplificada. En tratándose de empresas de responsabilidad Ltda, la gran reunión se denomina Junta General de Socios.

La reunión de naturaleza ordinaria tiene como propósito -en la agenda de la sesión- rendir cuentas de fin de ejercicio social, entre otros objetivos y la precede una secuencia de puntos del orden del día que se aconseja agotar en forma secuencial, metódica y cuidadosa, inclusive los actos protocolarios de instalación para iniciar con reglas claras el desarrollo de la asamblea. Ahora, si se cuenta con un buen instructivo, todo debe fluir con orden, se recalca, para el buen éxito de la reunión.

El pasado 24 de marzo del año en curso se realizó la asamblea general de accionistas del emblemático Club Social de Valledupar S.A. y uno de los puntos del orden del día fue la elección de Junta Directiva -órgano de dirección y administración de la empresa- periodo 2017-2019, la que quedó conformada por Oscar Cuello Campo, Presidente del Club y de la Junta. Rodrigo Morón Cuello, vicepresidente y como directivos principales y suplentes José Alberto Herazo Medina, Luz Mirian Flórez Céspedes, Andrea Pumarejo Ariza, María Cecilia Diazgranados, Ibeth Lafourie Perdomo, Carlos Andrés Lacouture, Efraín Quintero Molina y Fernando Villegas Monsalvo.

Ha sido ratificada la Presidencia de Oscar Cuello Campo por su comprobada idoneidad, integridad y liderazgo en la gestión de los propósitos económicos-sociales de la empresa, organizada como el más representativo centro social de la ciudad y de la región. En los anales de la historia del Club ha quedado registrado que por tercera vez, en forma aclamada, consecutiva y unánime se deposite confianza en un hombre que sin ambages lo hace bien. Ha actuado como buen hombre de negocios. ¡Un Presidente magnifico, serio, confiable y juicioso!

A propósito, la ley comercial impone como principios y deberes de los administradores de las sociedades comerciales obrar de buena fe, lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios (art. 23, Ley 222/95), es decir, que en esa materia a los administradores se les exige conducta transparente y una actividad que vaya más allá de la diligencia ordinaria porque el estatuto social y la ley reclama “un grado de gestión profesional, caracterizada por el compromiso en la solución de los problemas actuales y en el aprovechamiento de las oportunidades en curso, por el análisis de la información contable de la compañía y por el diagnóstico del futuro de los negocios sociales”, y en todo caso “actuando siempre con lealtad y privilegiando los intereses de la sociedad sobre los propios o los de terceros”.

Así las cosas, el circulo que viene cerca del Presidente del Club Social Valledupar S.A., se fortalece con la llegada al cuerpo colegiado de nuevos directivos con motivos claros y proactivos para procurar que el objeto social del Club cumpla sus cometidos sociales y legales. He ahí una excelente oportunidad para interactuar y contribuir en la cabal coadministración de la empresa. ¡Ese es el desafío!

Se insiste la diligencia de un buen hombre de negocios en el mundo empresarial, supone un mayor esfuerzo y la más alta exigencia en la conducción de la empresa, como ejemplo de buenas prácticas empresariales. Todo lo que se deja dicho se trasunta en apoyo pedagógico a la comunidad empresarial. Y a usted, amable lector con visión dialógica y deliberativa.

Por Hugo Mendoza Guerra