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Informes Especiales - 14 julio, 2016

Arhuacos y kankuamos pioneros en agricultura controlada

En un espacio de 1.308 metros cuadrados con tecnología tipo invernadero, los indígenas podrán producir 56 toneladas de alimentos de primera calidad, que normalmente son cultivados y traídos de otras regiones del país.

Con el fin de satisfacer las necesidades alimentarias de los pueblos indígenas en el Cesar, arhuacos y kankuamos trabajan en la implementación de un proyecto piloto de cultivos bajo el efecto invernadero, para producir alimentos que por las condiciones del clima no se pueden dar en la región, por lo que normalmente son traídos de otras regiones del país, pero llegan a la zona en malas condiciones.

El proyecto fue presentado oficialmente por el director de la Agencia Nacional de Tierras, Miguel Samper Strous, ante las autoridades indígenas de ambas comunidades en el municipio de Pueblo Bello y el corregimiento de La Mina, al norte de Valledupar, donde la entidad invirtió 330 millones de pesos para beneficiar a 260 familias de la zona, que se han visto afectadas por las consecuencias del cambio climático.

Con este tipo de cultivos se busca mejorar la seguridad y la soberanía alimentaria a través de una gama de más de 30 productos de la canasta familiar, entre los cuales los indígenas cultivan tomate, berenjena, perejil, zanahoria, cilantro, lechuga, remolacha, maíz, entre otros, y así reformar la dieta alimentaria, que está basada solo en cuatro productos.

Esta técnica es una agricultura de bajo impacto, donde los indígenas disponen de 1.308 metros cuadrados para producir 56 toneladas de alimentos de primera calidad al año.

Hernando Niño Rivera, director de la Corporación Colombia Orgánica, que es el operador del proyecto, explicó que para producir esa misma cantidad de alimentos a cielo abierto necesitarían unas 35 o 40 hectáreas.

“Los indígenas arhuacos y kankuamos son pioneros en la Sierra Nevada de Santa Marta junto con los kowis y los wiwas en una agricultura controlada en relación al cambio climático, que es inminente y cada día va a ser más catastrófico. Estas comunidades se ponen a la vanguardia con esta tecnología. Es un modelo tipo invernadero donde se hace un manejo eficiente del agua, del suelo y de la producción”, expresó Niño Rivera.

Los indígenas preparan una producción de verduras y hortalizas, beneficiando a 130 familias en cada una de las poblaciones arhuacas y kankuamas. En el invernadero los productores tienen además una capacidad de 12.500 plantas de hoja en agricultura vertical.
Con este convenio de los pueblos indígenas y la Agencia Nacional de Tierras, (ANT), con ejecución de la Corporación Colombia Orgánica producirán alimentos 100% orgánicos, suficientes en cantidad y calidad, y frescos.

“Yo adquirí un compromiso con todas las comunidades indígenas arhuacas y kankuamas, en el sentido de decirles que la Agencia Nacional de Tierras no puede hacer otra cosa que terminar con una barbarie que lleva 200 años y de los cuales los que han llevado del bulto y tal vez la peor parte han sido las comunidades indígenas. Eso que se llama conflicto armado absolutamente inexplicable empezó por la tierra y en la tierra es donde tiene que terminar”, dijo Miguel Samper, director de la ANT.

El funcionario aseguró que este es un proyecto que tiene que ser replicado en otras zonas del país y en el mismo departamento del Cesar, pues el invernadero es un oasis en medio de la Sierra Nevada de Santa Marta, en materia alimentaria y un foco de esperanza para las comunidades.

“Es un oasis porque les brindó seguridad alimentaria a unas comunidades que estaban atravesando unas dificultades, y un oasis en términos de paz, porque los jóvenes son los que están trabajando dentro del invernadero, y que a futuro se convierte en un experimento y esto es una voz que le dice muy fuerte al Cesar que si las comunidades pueden tener este oasis de seguridad alimentaria en sus comunidades, pues el departamento puede tener un oasis de paz”, acotó Samper.

El Director de la ANT, se refirió a su trabajo en la agencia y contó que cuando empezó a trabajar allí, nunca se imaginó el reto tan grande que era trabajar por el tema de propiedad sobre la tierra, y lo que implicaba para las comunidades, especialmente para los indígenas, esa conexión, “ese significado con el arraigo es algo que le puede traer paz a todo el territorio”, indicó.

Esta iniciativa se dio inicialmente en el corregimiento de La Mina, con los indígena kankuamos, donde el reto es un poco mayor por el clima de la población, sin embargo los cultivos van avanzados y dentro de muy poco se recogerá la primera cosecha.

Mientras que en la vereda Providencia del resguardo indígena Businchama, en el municipio de Pueblo Bello, la comunidad arhuaca viene trabajando en el invernadero hace cuatro meses y actualmente están en la etapa de siembra, en la que van a cultivar variedad de alimentos, frutas y verduras que normalmente son traídas al Cesar de otras regiones del país.

El proyecto es liderado por la Asociación de Autoridades Arhuacas, en cabeza de Freddy Izquierdo, quien explicó que la iniciativa tuvo como base la experiencia de otras comunidades en países del Medio Oriente donde utilizan esta técnica, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático.

“En países orientales se viene cultivando con este sistema, utilizando además materiales reciclables; por lo que nosotros tomamos esos conocimientos para implementarlos con un grupo de jóvenes indígenas que son capacitados y luego ponen en práctica lo aprendido”, dijo el líder indígena.

Por ahora este es un campo de experimento que contribuye además a cuidar el medio ambiente. “Es una iniciativa propia, con la que hemos dado un gran paso. Es un reto para nosotros porque además no contamos con el apoyo de ningún ente gubernamental”, acotó Izquierdo.

Por su parte el Director de la Corporación Colombia Orgánica, explicó que con esta iniciativa se hizo un intercambio de tecnología por conocimientos, pues para el cultivo y la producción de los alimentos se fusiona el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas, con la ciencia y la tecnología, con el fin de trabajar en pro de la preservación de la seguridad alimentaria de las comunidades.
Hermes Torres, miembro de la comunidad arhuaca aseguró que esta es una gran oportunidad para mejorar no sólo la seguridad alimentaria de su pueblo, sino la economía de la comunidad, debido a que con esto no es necesario traer los alimentos del interior del país, sino que los pueden producir en la región.

Entregarán lugares sagrados
Durante la visita del director de la Agencia Nacional de Tierras, Miguel Samper Strous, y su equipo de trabajo, anunciaron ante las autoridades arhuacas que dentro de pocas semanas se hará entrega de los dos predios que resultan ser lugares sagrados para la comunidad: El Pensil y el Albania en la Sierra Nevada de Santa Marta, cumpliendo con una solicitud que desde hace varios años vienen reclamando los indígenas. “Entendiendo la importancia de ratificar ese arraigo con el territorio de las comunidades indígenas, nosotros hemos agilizado los trámites y hoy les puedo anunciar que vamos a entregar los predios, así como que la ampliación del resguardo va o va, y eso lo vamos a empezar con una fracción importante”, acotó Samper.

En el municipio de Pueblo Bello y el corregimiento de La Mina, al norte de Valledupar, se invirtieron 330 millones de pesos para beneficiar a 260 familias de la zona, que se han visto afectadas por las consecuencias del cambio climático.

Los indígenas preparan una producción de verduras y hortalizas. En el invernadero los productores tienen además una capacidad de 12.500 plantas de hoja en agricultura vertical.

Andreina Bandera / EL PILÓN
[email protected]

 

Informes Especiales
14 julio, 2016

Arhuacos y kankuamos pioneros en agricultura controlada

En un espacio de 1.308 metros cuadrados con tecnología tipo invernadero, los indígenas podrán producir 56 toneladas de alimentos de primera calidad, que normalmente son cultivados y traídos de otras regiones del país.


Con el fin de satisfacer las necesidades alimentarias de los pueblos indígenas en el Cesar, arhuacos y kankuamos trabajan en la implementación de un proyecto piloto de cultivos bajo el efecto invernadero, para producir alimentos que por las condiciones del clima no se pueden dar en la región, por lo que normalmente son traídos de otras regiones del país, pero llegan a la zona en malas condiciones.

El proyecto fue presentado oficialmente por el director de la Agencia Nacional de Tierras, Miguel Samper Strous, ante las autoridades indígenas de ambas comunidades en el municipio de Pueblo Bello y el corregimiento de La Mina, al norte de Valledupar, donde la entidad invirtió 330 millones de pesos para beneficiar a 260 familias de la zona, que se han visto afectadas por las consecuencias del cambio climático.

Con este tipo de cultivos se busca mejorar la seguridad y la soberanía alimentaria a través de una gama de más de 30 productos de la canasta familiar, entre los cuales los indígenas cultivan tomate, berenjena, perejil, zanahoria, cilantro, lechuga, remolacha, maíz, entre otros, y así reformar la dieta alimentaria, que está basada solo en cuatro productos.

Esta técnica es una agricultura de bajo impacto, donde los indígenas disponen de 1.308 metros cuadrados para producir 56 toneladas de alimentos de primera calidad al año.

Hernando Niño Rivera, director de la Corporación Colombia Orgánica, que es el operador del proyecto, explicó que para producir esa misma cantidad de alimentos a cielo abierto necesitarían unas 35 o 40 hectáreas.

“Los indígenas arhuacos y kankuamos son pioneros en la Sierra Nevada de Santa Marta junto con los kowis y los wiwas en una agricultura controlada en relación al cambio climático, que es inminente y cada día va a ser más catastrófico. Estas comunidades se ponen a la vanguardia con esta tecnología. Es un modelo tipo invernadero donde se hace un manejo eficiente del agua, del suelo y de la producción”, expresó Niño Rivera.

Los indígenas preparan una producción de verduras y hortalizas, beneficiando a 130 familias en cada una de las poblaciones arhuacas y kankuamas. En el invernadero los productores tienen además una capacidad de 12.500 plantas de hoja en agricultura vertical.
Con este convenio de los pueblos indígenas y la Agencia Nacional de Tierras, (ANT), con ejecución de la Corporación Colombia Orgánica producirán alimentos 100% orgánicos, suficientes en cantidad y calidad, y frescos.

“Yo adquirí un compromiso con todas las comunidades indígenas arhuacas y kankuamas, en el sentido de decirles que la Agencia Nacional de Tierras no puede hacer otra cosa que terminar con una barbarie que lleva 200 años y de los cuales los que han llevado del bulto y tal vez la peor parte han sido las comunidades indígenas. Eso que se llama conflicto armado absolutamente inexplicable empezó por la tierra y en la tierra es donde tiene que terminar”, dijo Miguel Samper, director de la ANT.

El funcionario aseguró que este es un proyecto que tiene que ser replicado en otras zonas del país y en el mismo departamento del Cesar, pues el invernadero es un oasis en medio de la Sierra Nevada de Santa Marta, en materia alimentaria y un foco de esperanza para las comunidades.

“Es un oasis porque les brindó seguridad alimentaria a unas comunidades que estaban atravesando unas dificultades, y un oasis en términos de paz, porque los jóvenes son los que están trabajando dentro del invernadero, y que a futuro se convierte en un experimento y esto es una voz que le dice muy fuerte al Cesar que si las comunidades pueden tener este oasis de seguridad alimentaria en sus comunidades, pues el departamento puede tener un oasis de paz”, acotó Samper.

El Director de la ANT, se refirió a su trabajo en la agencia y contó que cuando empezó a trabajar allí, nunca se imaginó el reto tan grande que era trabajar por el tema de propiedad sobre la tierra, y lo que implicaba para las comunidades, especialmente para los indígenas, esa conexión, “ese significado con el arraigo es algo que le puede traer paz a todo el territorio”, indicó.

Esta iniciativa se dio inicialmente en el corregimiento de La Mina, con los indígena kankuamos, donde el reto es un poco mayor por el clima de la población, sin embargo los cultivos van avanzados y dentro de muy poco se recogerá la primera cosecha.

Mientras que en la vereda Providencia del resguardo indígena Businchama, en el municipio de Pueblo Bello, la comunidad arhuaca viene trabajando en el invernadero hace cuatro meses y actualmente están en la etapa de siembra, en la que van a cultivar variedad de alimentos, frutas y verduras que normalmente son traídas al Cesar de otras regiones del país.

El proyecto es liderado por la Asociación de Autoridades Arhuacas, en cabeza de Freddy Izquierdo, quien explicó que la iniciativa tuvo como base la experiencia de otras comunidades en países del Medio Oriente donde utilizan esta técnica, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático.

“En países orientales se viene cultivando con este sistema, utilizando además materiales reciclables; por lo que nosotros tomamos esos conocimientos para implementarlos con un grupo de jóvenes indígenas que son capacitados y luego ponen en práctica lo aprendido”, dijo el líder indígena.

Por ahora este es un campo de experimento que contribuye además a cuidar el medio ambiente. “Es una iniciativa propia, con la que hemos dado un gran paso. Es un reto para nosotros porque además no contamos con el apoyo de ningún ente gubernamental”, acotó Izquierdo.

Por su parte el Director de la Corporación Colombia Orgánica, explicó que con esta iniciativa se hizo un intercambio de tecnología por conocimientos, pues para el cultivo y la producción de los alimentos se fusiona el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas, con la ciencia y la tecnología, con el fin de trabajar en pro de la preservación de la seguridad alimentaria de las comunidades.
Hermes Torres, miembro de la comunidad arhuaca aseguró que esta es una gran oportunidad para mejorar no sólo la seguridad alimentaria de su pueblo, sino la economía de la comunidad, debido a que con esto no es necesario traer los alimentos del interior del país, sino que los pueden producir en la región.

Entregarán lugares sagrados
Durante la visita del director de la Agencia Nacional de Tierras, Miguel Samper Strous, y su equipo de trabajo, anunciaron ante las autoridades arhuacas que dentro de pocas semanas se hará entrega de los dos predios que resultan ser lugares sagrados para la comunidad: El Pensil y el Albania en la Sierra Nevada de Santa Marta, cumpliendo con una solicitud que desde hace varios años vienen reclamando los indígenas. “Entendiendo la importancia de ratificar ese arraigo con el territorio de las comunidades indígenas, nosotros hemos agilizado los trámites y hoy les puedo anunciar que vamos a entregar los predios, así como que la ampliación del resguardo va o va, y eso lo vamos a empezar con una fracción importante”, acotó Samper.

En el municipio de Pueblo Bello y el corregimiento de La Mina, al norte de Valledupar, se invirtieron 330 millones de pesos para beneficiar a 260 familias de la zona, que se han visto afectadas por las consecuencias del cambio climático.

Los indígenas preparan una producción de verduras y hortalizas. En el invernadero los productores tienen además una capacidad de 12.500 plantas de hoja en agricultura vertical.

Andreina Bandera / EL PILÓN
[email protected]