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Columnista - 22 julio, 2017

Argo es argo

En esta semana a diferencia de otras, la cosa es distinta, tengo en la cabeza un montón de ideas y son tantos los problemas para analizarlos y escribirlos en esta columna, que no encuentro por donde comenzar y para desenredar un poco las cosas salgo a dar unas vueltas en el carro y de casualidad […]

En esta semana a diferencia de otras, la cosa es distinta, tengo en la cabeza un montón de ideas y son tantos los problemas para analizarlos y escribirlos en esta columna, que no encuentro por donde comenzar y para desenredar un poco las cosas salgo a dar unas vueltas en el carro y de casualidad paso por la calle 7 entre carreras 4 y 9 y me encuentro con la grata sorpresa que está como una mesa nueva de billar, no verde, sino gris de cemento, sin un solo huequecito y me pregunto ¿qué San Mameyú o Cocotú vivirá por esos lados qué hizo ese milagro?, y me acuerdo que Tuto no es amigo de santos, de los santos del cielo aclaro, “esas imágenes de barro o madera que los católicos veneramos con mucho respeto” y concluyo con claridad que la cosa no es por ahí, es que por ahí, me informaron transita el señor Alcalde para ir a su residencia y eso está bien, porque le da seguridad, dentro de este caos de inseguridad que nos azota, pero me pregunto ¿será qué este chicotico de calle es más importante que las carreras 9, 11 y 12 o que las calles 12, 16 y 17?, no, no es, pero en ellas no viven el Alcalde sino míseros y chandosos canes que no tenemos derecho a llegar a nuestras casas sin destruir el carro y sin caer en los peligrosos y temibles huecos que afean la cara de una bella ciudad. Sabroso así, pero injusto con todas las personas que lo ayudaron a sentarse en el trono del primer cargo del municipio.

Como el Alcalde no me ha parado ni cinco de bolas, voy a acudir al hijo de Nando y Ocha, al doctor Morón Monsalvo, el flamante Secretario de Obras Públicas y al Ecce Homo para ver si es posible reparar los cráteres de la carrera 10 con calle 9C y los ya cacareados y famosos de la carrera 11 con calle 12, que día a día crecen “como crecen las sombras cuando el sol declina” y recordarle también al señor director de Corpocesar, doctor Kaleth Villalobos, que lo mismo está sucediendo con los árboles, que como “las sombras” crecen en mortandad y caídas, constituyéndose en un tremendo peligro para la integridad de todo mundo, ya sea peatón o usuario de carros. Ya lo estamos viendo con los fuertes aguaceros que nos azotan.

Además otra vez, le suplico en nombre de los usuarios de la Unidad Residencial Rosas del Ateneo, al señor Director Municipal de Tránsito que para evitar posibles desgracias se instale un reducidor de velocidad o Policía Acostao, para que todo mundo entienda, antes de la entrada de esa Unidad, para evitar futuros y posibles accidentes que ponen en peligro la vida de los que allí residimos, pues las motos y los carros transitan a grandes velocidades.

Como siempre se acabó esta vaina y no dije ná, escribí pura paja, pero argo es argo como decía mi tío Antonio López y ese algo, digo yo, algo queda y tiene que servirle a este Valle que cada día se pone más feo.

Me congratula infinitamente la decisión tomada por la Honorable Corte Suprema de Justicia en el sentido de poner en libertad al buen amigo, magnífica persona y dirigente de muchos quilates de mí partido conservador, doctor Julio Manzur Abdala, por no encontrar méritos suficientes para mantener esa medida precautelar. Pero me pregunto ¿no ha podido la Corte adelantar esa investigación sin ponerlo preso y en vez de eso exigirle unas presentaciones periódicas? No sé, pero ahora vienen las famosas y justas demandas al poder judicial, que de prosperar todas van a quebrar este país. Ojalá la historia no se repita. Lo esperamos para que echemos un chiquito de billar.

Por José M. Aponte Martínez

Columnista
22 julio, 2017

Argo es argo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

En esta semana a diferencia de otras, la cosa es distinta, tengo en la cabeza un montón de ideas y son tantos los problemas para analizarlos y escribirlos en esta columna, que no encuentro por donde comenzar y para desenredar un poco las cosas salgo a dar unas vueltas en el carro y de casualidad […]


En esta semana a diferencia de otras, la cosa es distinta, tengo en la cabeza un montón de ideas y son tantos los problemas para analizarlos y escribirlos en esta columna, que no encuentro por donde comenzar y para desenredar un poco las cosas salgo a dar unas vueltas en el carro y de casualidad paso por la calle 7 entre carreras 4 y 9 y me encuentro con la grata sorpresa que está como una mesa nueva de billar, no verde, sino gris de cemento, sin un solo huequecito y me pregunto ¿qué San Mameyú o Cocotú vivirá por esos lados qué hizo ese milagro?, y me acuerdo que Tuto no es amigo de santos, de los santos del cielo aclaro, “esas imágenes de barro o madera que los católicos veneramos con mucho respeto” y concluyo con claridad que la cosa no es por ahí, es que por ahí, me informaron transita el señor Alcalde para ir a su residencia y eso está bien, porque le da seguridad, dentro de este caos de inseguridad que nos azota, pero me pregunto ¿será qué este chicotico de calle es más importante que las carreras 9, 11 y 12 o que las calles 12, 16 y 17?, no, no es, pero en ellas no viven el Alcalde sino míseros y chandosos canes que no tenemos derecho a llegar a nuestras casas sin destruir el carro y sin caer en los peligrosos y temibles huecos que afean la cara de una bella ciudad. Sabroso así, pero injusto con todas las personas que lo ayudaron a sentarse en el trono del primer cargo del municipio.

Como el Alcalde no me ha parado ni cinco de bolas, voy a acudir al hijo de Nando y Ocha, al doctor Morón Monsalvo, el flamante Secretario de Obras Públicas y al Ecce Homo para ver si es posible reparar los cráteres de la carrera 10 con calle 9C y los ya cacareados y famosos de la carrera 11 con calle 12, que día a día crecen “como crecen las sombras cuando el sol declina” y recordarle también al señor director de Corpocesar, doctor Kaleth Villalobos, que lo mismo está sucediendo con los árboles, que como “las sombras” crecen en mortandad y caídas, constituyéndose en un tremendo peligro para la integridad de todo mundo, ya sea peatón o usuario de carros. Ya lo estamos viendo con los fuertes aguaceros que nos azotan.

Además otra vez, le suplico en nombre de los usuarios de la Unidad Residencial Rosas del Ateneo, al señor Director Municipal de Tránsito que para evitar posibles desgracias se instale un reducidor de velocidad o Policía Acostao, para que todo mundo entienda, antes de la entrada de esa Unidad, para evitar futuros y posibles accidentes que ponen en peligro la vida de los que allí residimos, pues las motos y los carros transitan a grandes velocidades.

Como siempre se acabó esta vaina y no dije ná, escribí pura paja, pero argo es argo como decía mi tío Antonio López y ese algo, digo yo, algo queda y tiene que servirle a este Valle que cada día se pone más feo.

Me congratula infinitamente la decisión tomada por la Honorable Corte Suprema de Justicia en el sentido de poner en libertad al buen amigo, magnífica persona y dirigente de muchos quilates de mí partido conservador, doctor Julio Manzur Abdala, por no encontrar méritos suficientes para mantener esa medida precautelar. Pero me pregunto ¿no ha podido la Corte adelantar esa investigación sin ponerlo preso y en vez de eso exigirle unas presentaciones periódicas? No sé, pero ahora vienen las famosas y justas demandas al poder judicial, que de prosperar todas van a quebrar este país. Ojalá la historia no se repita. Lo esperamos para que echemos un chiquito de billar.

Por José M. Aponte Martínez