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Columnista - 3 agosto, 2016

Amor en el trabajo

En el canal televisivo Cable Noticias, Juan Lozano difunde un programa a las diez de la noche que denomina La Otra Cara de la Moneda. Es significativo este nombre porque en ese mismo canal a las 8:00 P.M. presenta otro semejante la periodista María Jimena Dussan. Como el país lo sabe, Juan el político, Juan […]

En el canal televisivo Cable Noticias, Juan Lozano difunde un programa a las diez de la noche que denomina La Otra Cara de la Moneda. Es significativo este nombre porque en ese mismo canal a las 8:00 P.M. presenta otro semejante la periodista María Jimena Dussan. Como el país lo sabe, Juan el político, Juan el periodista y Juan como persona, es un hombre serio y creíble. Los cargos públicos que ha servido los ha desempeñado justamente en beneficio de la comunidad nacional.

Hace pocas noches atrás llevó al diálogo de su espacio periodístico a Carlos Raúl Yepes, antioqueño quien fuera hasta hace poco presidente general del Banco de Colombia. Públicamente se conoce que éste renunció a tan alta posición por razones estrictamente personales y familiares. Su hija le había escrito una sentida carta en la que le puso de presente que su total consagración a las labores del banco y empeño absoluto por satisfacer las necesidades de su clientela había llegado a tal grado de compromiso que a él ya no le quedaba tiempo para cumplir a cabalidad los deberes y obligaciones familiares.

Cuenta el aludido que habiendo reflexionado sobre el particular, tomó la decisión de renunciar al cargo bancario.

A esto es a lo que precisamente quiero referirme aquí. Fue por varios años empleado del banco, y los últimos cinco presidente general, período en el cual el eje principal de su labor fue llevar al amplio grupo de empleados del banco la conciencia de la necesidad de vivir un trato amoroso y respetuoso entre sí y hacia la clientela del mismo.

Que está convencido que esa actitud produjo la sorpresa, entre otros éxitos, de triplicar en solo tres años las utilidades de la empresa. Que esto seguramente suene extraño, pero es verídico, que el amor, relación cordial con los otros, es capaz de producir dinero. Nada se puede hacer bien, sin amor.

Ahora está dedicado al cuidado de dos amores. A la asesoría generosa de empresas dedicadas a servicios sociales, y a crearlas; y a su familia, ya que esta institución la considera la mejor empresa del mundo.

Evidentemente, las realidades laborales, familiares y sociales son camino de perfeccionamiento humano y privilegiada oportunidad de servir a los demás. Para los cristianos, son encuentros de amor comunitario queridos por Dios, para la santificación personal y del mundo, en las tareas temporales.

Ahora bien, si el amor es predicable acerca del trabajo, que es el sentido de esta columna, obviamente lo es respecto de la familia, que es escuela de educación, de formación, y, desde luego, de trabajo; mediante la palabra y el ejemplo, complementarios, de los padres, que en esto consiste el trabajo del hogar, cuya tarea tiene una función social, con toda seguridad la función social de mayor proyección.

Conclusión: El trabajo es un don divino y natural, al servicio de la persona, de la familia y la sociedad. No puede disociarse de esa finalidad mediática. Debe ser artífice de la convivencia humana. No tiene un fin en sí mismo, como pareciera ser considerado por no pocos individuos conducidos por el solo afán materialista, sino de sentido social.

NOTA 1: Ni particulares ni gobernantes podemos pensar bien en esta Valledupar acalorada, y excesivamente motorizada, desordenada y desgobernada.
NOTA 2: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.

Columnista
3 agosto, 2016

Amor en el trabajo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

En el canal televisivo Cable Noticias, Juan Lozano difunde un programa a las diez de la noche que denomina La Otra Cara de la Moneda. Es significativo este nombre porque en ese mismo canal a las 8:00 P.M. presenta otro semejante la periodista María Jimena Dussan. Como el país lo sabe, Juan el político, Juan […]


En el canal televisivo Cable Noticias, Juan Lozano difunde un programa a las diez de la noche que denomina La Otra Cara de la Moneda. Es significativo este nombre porque en ese mismo canal a las 8:00 P.M. presenta otro semejante la periodista María Jimena Dussan. Como el país lo sabe, Juan el político, Juan el periodista y Juan como persona, es un hombre serio y creíble. Los cargos públicos que ha servido los ha desempeñado justamente en beneficio de la comunidad nacional.

Hace pocas noches atrás llevó al diálogo de su espacio periodístico a Carlos Raúl Yepes, antioqueño quien fuera hasta hace poco presidente general del Banco de Colombia. Públicamente se conoce que éste renunció a tan alta posición por razones estrictamente personales y familiares. Su hija le había escrito una sentida carta en la que le puso de presente que su total consagración a las labores del banco y empeño absoluto por satisfacer las necesidades de su clientela había llegado a tal grado de compromiso que a él ya no le quedaba tiempo para cumplir a cabalidad los deberes y obligaciones familiares.

Cuenta el aludido que habiendo reflexionado sobre el particular, tomó la decisión de renunciar al cargo bancario.

A esto es a lo que precisamente quiero referirme aquí. Fue por varios años empleado del banco, y los últimos cinco presidente general, período en el cual el eje principal de su labor fue llevar al amplio grupo de empleados del banco la conciencia de la necesidad de vivir un trato amoroso y respetuoso entre sí y hacia la clientela del mismo.

Que está convencido que esa actitud produjo la sorpresa, entre otros éxitos, de triplicar en solo tres años las utilidades de la empresa. Que esto seguramente suene extraño, pero es verídico, que el amor, relación cordial con los otros, es capaz de producir dinero. Nada se puede hacer bien, sin amor.

Ahora está dedicado al cuidado de dos amores. A la asesoría generosa de empresas dedicadas a servicios sociales, y a crearlas; y a su familia, ya que esta institución la considera la mejor empresa del mundo.

Evidentemente, las realidades laborales, familiares y sociales son camino de perfeccionamiento humano y privilegiada oportunidad de servir a los demás. Para los cristianos, son encuentros de amor comunitario queridos por Dios, para la santificación personal y del mundo, en las tareas temporales.

Ahora bien, si el amor es predicable acerca del trabajo, que es el sentido de esta columna, obviamente lo es respecto de la familia, que es escuela de educación, de formación, y, desde luego, de trabajo; mediante la palabra y el ejemplo, complementarios, de los padres, que en esto consiste el trabajo del hogar, cuya tarea tiene una función social, con toda seguridad la función social de mayor proyección.

Conclusión: El trabajo es un don divino y natural, al servicio de la persona, de la familia y la sociedad. No puede disociarse de esa finalidad mediática. Debe ser artífice de la convivencia humana. No tiene un fin en sí mismo, como pareciera ser considerado por no pocos individuos conducidos por el solo afán materialista, sino de sentido social.

NOTA 1: Ni particulares ni gobernantes podemos pensar bien en esta Valledupar acalorada, y excesivamente motorizada, desordenada y desgobernada.
NOTA 2: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.