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Informes Especiales - 4 octubre, 2015

Algo feo está pasando en La Paz

La Paz se quedó sin gasolina, un pueblo campesino que luego de convertirse en un emporio del contrabando de combustibles venezolanos, hoy atraviesa por su más crítica situación económica.

Jaime Enrique Ramírez ya no es ‘pimpinero’, en la foto aparece cargando ladrillos en su camión. EL PILÓN / Joaquín Ramírez.
Jaime Enrique Ramírez ya no es ‘pimpinero’, en la foto aparece cargando ladrillos en su camión. EL PILÓN / Joaquín Ramírez.

La Paz es un municipio en el norte del departamento del Cesar que hacía alusión a su nombre, lleno de campesinos y cantores vallenatos, cuna de los López, una de las dinastías más importantes del folclor de la música vallenata, donde las peleas eran a punta de versos alrededor de la caja, la guacharaca y el acordeón. Sin embargo, ese pacifico mundo fue cambiado por culpa de un turbulento pero fructífero negocio, el del contrabando de gasolina.

Jaime Enrique Ramírez Fernández hoy tiene 66 años y asegura que nunca imaginó que un daño mecánico de su vehículo hace más de dos décadas iba a dar paso a la inundación de combustible que hoy tiene en el naufragio a su pueblo natal.

“El negocio comenzó cuando me varé en La Guajira, en Riohacha. Allá conseguí unas latas de gasolina más baratas, valían menos de la mitad del precio normal y yo dije: ¡caramba! esa gasolina aguanta ir a buscarla a Maicao.

Un día hice un viaje y me traje como ocho tanques de gasolina, apenas éramos como cuatro trayendo gasolina a La Paz.

El primer tanque (de 55 galones) lo compró en 14 mil pesos y lo vendió en 32 mil, mientras que en las estaciones de servicio de la época costaba alrededor de 50 mil.

“Nada más le vendía a los carros de los ganaderos porque compraban en cantidad, entonces la gente se fue acostumbrando y el negocio fue creciendo”, dijo el hombre que en sus años mozos trabajó en la explotación de las minas de piedra caliza, otra fuente de ingreso en el municipio, pero que muchos abandonaron ante las grandes ganancias de la gasolina.

El efectivo empezó a circular, muchos molinos se detuvieron porque mujeres y hombres que vendían almojábanas en el parque de las almojabaneras, cambiaron de vida; convirtieron los patios de sus casas en bodegas de almacenamiento y las terrazas en expendios de gasolina y Acpm de contrabando proveniente del vecino país de Venezuela.

Las calles se fueron llenando poco a poco de peligrosos expendios abastecidos por ‘kamikazes’ que protagonizaban las llamadas caravanas de la muerte, conformadas en su mayoría por viejos Renualt 18 cargados hasta con 60 ‘pimpinas’, desde la frontera de la Alta Guajira colombo-venezolana hasta el pequeño pueblo ubicado a 15 minutos de Valledupar.

Como en todo negocio las fallas cuestan, pero en este los errores se pagan con la vida. En esos viajes a más de 120 kilómetros por hora, cuando no es trocha, los carros que chocan o quedan fuera de control por alguna falla mecánica casi siempre ocasionan una tragedia fatal, puesto que transportan una verdadera ‘bomba de tiempo’.

“Hace ocho años al carro se le estalló una llanta y el muchacho que me ayudaba se tiró, yo quedé adentro y me salvé gracias a Dios. He visto a muchos morir quemados”, cuenta don Jaime.

Pero la mala hora no sólo está en las carreteras. Hugo Jesús Sierra Mieles, también es ‘pimpinero’, pero demás tiene otro difícil oficio, el de bombero. Sin conocimientos en estrategias de socorro un grupo de pacíficos organizó en el año 2009 un improvisado cuerpo de bomberos ante la necesidad de atender con rapidez los incendios que se presentaban en accidentes de tránsito o en las casas utilizadas como bodegas o expendios de gasolina.

“Mientras esperábamos a los bomberos de Valledupar se perdía mucho tiempo, por lo que con una máquina que nosotros mismos fabricamos empezamos a apagar los incendios”, dijo el hombre que en la actualidad es subcomandante del grupo bomberil.

Una de las tragedias más graves en La Paz ocurrió el 15 de noviembre de 2013. Era viernes, cuando a la 1:20 de la tarde la ‘bomba de tiempo’ estalló. La gasolina corrió por la calle y con esta, el fuego que consumió siete viviendas, tres vehículos y una motocicleta, en la manzana dos del barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos.

“Estaban pasando gasolina en un ‘burro’ (aparato donde filtran el hidrocarburo) desde los tanques que estaban en una camioneta tipo Triton hacia las pimpinas, cuando ésta se recalentó y explotó”, dijo un testigo de ese incendio, que difícilmente se borrará de su memoria porque eran llamas de más de 10 metros de altura que devastaban todo a su paso.

La emergencia no fue mayor por la oportuna reacción de los bomberos de La Paz, Codazzi y Valledupar.

Malos augurios
“Pelaito tu si eres feo”, dijo un vigilante a un niño que se encontró merodeando una madrugada a pocas cuadras de la plaza principal del municipio de La Paz.

“Feo es lo que va a pasar aquí en La Paz”, asegura que le respondió el pequeño con aspecto extraño, al que luego vio como un espectro que desaparecía en la penumbra.

El inusual encuentro fue dado a conocer y de boca en boca el miedo se fue expendiendo y hasta el más incrédulo quedo convencido de la aparición con las filmaciones de cámaras de celular en las que quedó registrada una figura extraña, que algunos aseguran es el niño que hizo el extraño augurio.

“Me pasa de una esquina a otra un niño de cinco o cuatro años, de repente yo voy a la esquina para darme cuenta con quién venía el niño, porque es raro ver a un niño solo a esa hora de la noche; cuando me doy cuenta que ya no está ni el niño, ni tampoco hay nadie en el lugar. Entonces, grabo las calles, me regreso al sitio y viene un llanto por la calle tenebroso que causa bastante terror, al revisar el video aparece la figura de un niño como un fantasma que va desapareciendo”, aseguró en julio del año pasado, Oscar Muñoz, celador comunitario del barrio Centro.

Coincidencia o no, un evento paranormal que puso los pelos de punta a más de uno volvió a ocurrir dos días después, frente a la parroquia San Francisco de Asís, a pocos metros de la alcaldía.

El automóvil de la comisaria de familia, Cielo Trujillo, empezó a conducirse solo, como si estuviera embrujado. Estaba estacionado y empezó a andar por el marco de la plaza, inclusive cruzó en la esquina de la iglesia y algunos aseguran que dio rever al toparse con un muro.

“No se veía quien manejaba porque el carro estaba prendido por dentro, había candela y mucho humo, le tiramos palos, extintores a la llantas para tratar de detenerlo pero seguía hacia adelante a una velocidad mínima pero constante”, recuerda Julio Ramírez, líder comunitario del barrio 19 de marzo, que ese día se encontraba haciendo una diligencia en la Alcaldía.

Con precisión de relojero, como quedó grabado en un video de celular, el vehículo pasó entre un poste y árbol, maniobra que a cualquier conductor le hubiese costado trabajo hacerla por el poco espacio que hay entre los dos elementos.

Fue así como el carro solo se detuvo cuando chocó contra la terraza de la casa del ganadero Fredy Calderón, ubicada en la calle 8ª con carrera 7-47. Allí la gente empezó a buscar baldes con agua para sofocar las llamas que alcanzaban los dos metros de altura.

El susto fue más grande para la gente cuando el carro estaba detenido y verificaron que no había nadie en el interior. El incendio fue controlado, pero extrañamente en las paredes blancas de la casa de Fredy Calderón no quedó ni un rastro del fuego.

“La candela no dejó ni un quemón en las paredes, algo sobrenatural. Al rato la gente probó con velas y esas llamitas enseguida dejaban su marca en las paredes, por lo que no nos explicamos cómo las llamas de casi dos metros de altura no ocasionaron ningún estrago en la casa”, relata Fredy Calderón.

A los pocos días, algo extraño volvió a suceder en La Paz, en medio de los ya comunes incendios por almacenamiento indebido de gasolina, varios locales fueron consumidos por las llamas y hay quienes aseguran que al grabar la conflagración con sus celulares vieron figuras extrañas, rostros formados por el fuego.

Los más escépticos frente a los temas de ultratumba aseguran que el presagio del supuesto niño fantasma se puede estar cumpliendo desde el pasado siete septiembre, desde que fue cerrada la frontera en La Guajira colombo-venezolana. Además de la restricción del paso de personas de un país a otro empezó menguar el contrabando por los estrictos controles de la guardia venezolana.

A punto de cumplirse un mes del cierre fronterizo, el negocio de la gasolina yo no es rentable para los ‘pimpineros’ de La Paz y las otras poblaciones de La Guajira y Cesar que también habían adoptado este negocio.

Las pirámides de canecas repletas de gasolina han desaparecido de vías principales como la avenida Ciro Pupo Martínez, sólo hay algunos ‘pimpineros’ que revenden a 12 mil pesos la gasolina colombiana que compran en las estaciones de servicio, a 6.300 por galón. Los clientes escasean, sólo les compran quienes no quieren perder tiempo en las inmensas filas de las estaciones de servicio que ahora no dan abasto para cubrir todo el mercado que tenía el contrabando.

El cupo de 200 mil galones de combustible colombiano asignado por el Ministerio de Minas a las dos estaciones de servicio legales del municipio debería ser consumido en un mes, pero sólo dura más de semana, por lo que se estima que requieren un cupo cuatro veces mayor, sí se mantiene el ‘chorro’ cerrado a la gasolina de contrabando.

“La cosa está fea, no hay empleo y han aumentado los atracos porque la gente tiene que buscar comida de alguna forma, nos ha tocado hasta cambiar la dieta porque antes sacábamos 30 mil pesos para el sustento diario de la familia y ahora no tenemos ni para comprar una bolsa de agua”, dijo uno de los ‘pimpineros’ que prefirió no dar a conocer su nombre.

Como él, cientos de personas tienen las esperanzas puestas en los proyectos de reconversión socio laboral que lidera la Alcaldía de La Paz, con los cuales se pretende sacar gradualmente a los contrabandistas del negocio y reinsertarlos en la vida laboral formal.

Según estadísticas de la administración municipal, el 90 por ciento de sus ciudadanos deriva los ingresos económicos directa o indirectamente del combustible de contrabando; unos venden, otros transportan y los más pudientes sólo aportan el capital.

La venta de gasolina y el Acpm de contrabando fue tan atractiva que foráneos llegaron a La Paz, y a través de censos las autoridades locales han identificado que el 60% de los ‘pimpineros’ tienen ascendencia en el municipio y el resto son forasteros que aprovecharon la coyuntura para hacer negocio.

“Nosotros tenemos un objetivo de reconvertir sociolaboralmente a 1.111 personas de 2.480 que tenemos como meta final. Consideramos que son aproximadamente 2.500 personas que están ofertando combustible de manera informal e ilegal en nuestro municipio y tenemos 2.137 millones de pesos para la meta de este año que es reconvertir 475 personas”, explica el alcalde Wilson Rincón.

El mandatario sostiene que como la bonanza de la gasolina comenzó a menguar, el municipio tiene que volver a su vocación campesina y con apoyo del Sena ofertar otros servicios con miras a lo que será la entrada en funcionamiento de la sede caribe de la Universidad Nacional, principalmente en los sectores de alimentos y mecánica automotriz.

“Estamos dándoles a cada ‘pimpinero’ de capital semilla dos millones 250 mil pesos y de capital de crédito a través de fondo rotatorio que administramos en el municipio dos millones 250 mil pesos; no es solo darle cuatro millones 500 mil pesos, sino enseñarles a pescar y de una vez darles la caña”, así resume el plan financiero para apalancar las nuevas ideas con las que se aspira una vez se reabra la frontera gran porcentaje de habitantes de La Paz, tengan negocios legales y estén capacitados en varios programas técnicos que les permitan tener más opciones laborales.

Ante el incierto panorama de La Paz, a Jaime Enrique Ramírez lo invade un sentimiento de culpa como uno de los pioneros del negocio de la gasolina, pero como el mismo lo dice “a lo hecho pecho”. Su pensión son viejos carros Ford 350, que ya no cargan pimpinas, con algunos no sabe qué hacer porque son venezolanos, lo que sí tiene claro es que a pesar de su edad quiere seguir trabajando, ahora transporta ladrillos y cualquier carga que se ofrezca.

Los que ya han recibido los recursos del gobierno han montado café internet, restaurantes y criaderos de pollos, pero a la solución parece que le falta algo, porque algunos dicen que no hay con qué comprar y hasta las almojábanas se quedan en las bandejas. Los pocos compradores son los conductores que antes llegaban a tanquear sus vehículos y que ahora solo pasan por el pueblo en el que se convirtió en leyenda la historia de un niño que advirtió que algo feo iba a pasar.

Mario Rodríguez. Pimpinero
Estamos esperando la solución que nos dé el gobierno, porque somos unos padres de familia afectados económicamente por la situación que se está presentado en la frontera.

Jader Roco. Pimpinero
Necesitamos que el alcalde nos dé la cara y nos diga qué piensa hacer con nosotros, varias veces no ha dejado esperando. Hemos protestado pacíficamente con pancartas porque lo que queremos es trabajar.

“Consideramos que son aproximadamente 2.500 personas que están ofertando combustible de manera informal e ilegal en nuestro municipio y tenemos 2.137 millones de pesos para la meta de este año que es reconvertir 475 personas”: Wilson Rincón, alcalde de La Paz.

El incendio en el barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos, ha sido uno de los más graves ocurridos en La Paz. El 15 de noviembre de 2013. EL PILÓN / Archivo.

El incendio en el barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos, ha sido uno de los más graves ocurridos en La Paz. El 15 de noviembre de 2013. EL PILÓN / Archivo.

 

Informes Especiales
4 octubre, 2015

Algo feo está pasando en La Paz

La Paz se quedó sin gasolina, un pueblo campesino que luego de convertirse en un emporio del contrabando de combustibles venezolanos, hoy atraviesa por su más crítica situación económica.


Jaime Enrique Ramírez ya no es ‘pimpinero’, en la foto aparece cargando ladrillos en su camión. EL PILÓN / Joaquín Ramírez.
Jaime Enrique Ramírez ya no es ‘pimpinero’, en la foto aparece cargando ladrillos en su camión. EL PILÓN / Joaquín Ramírez.

La Paz es un municipio en el norte del departamento del Cesar que hacía alusión a su nombre, lleno de campesinos y cantores vallenatos, cuna de los López, una de las dinastías más importantes del folclor de la música vallenata, donde las peleas eran a punta de versos alrededor de la caja, la guacharaca y el acordeón. Sin embargo, ese pacifico mundo fue cambiado por culpa de un turbulento pero fructífero negocio, el del contrabando de gasolina.

Jaime Enrique Ramírez Fernández hoy tiene 66 años y asegura que nunca imaginó que un daño mecánico de su vehículo hace más de dos décadas iba a dar paso a la inundación de combustible que hoy tiene en el naufragio a su pueblo natal.

“El negocio comenzó cuando me varé en La Guajira, en Riohacha. Allá conseguí unas latas de gasolina más baratas, valían menos de la mitad del precio normal y yo dije: ¡caramba! esa gasolina aguanta ir a buscarla a Maicao.

Un día hice un viaje y me traje como ocho tanques de gasolina, apenas éramos como cuatro trayendo gasolina a La Paz.

El primer tanque (de 55 galones) lo compró en 14 mil pesos y lo vendió en 32 mil, mientras que en las estaciones de servicio de la época costaba alrededor de 50 mil.

“Nada más le vendía a los carros de los ganaderos porque compraban en cantidad, entonces la gente se fue acostumbrando y el negocio fue creciendo”, dijo el hombre que en sus años mozos trabajó en la explotación de las minas de piedra caliza, otra fuente de ingreso en el municipio, pero que muchos abandonaron ante las grandes ganancias de la gasolina.

El efectivo empezó a circular, muchos molinos se detuvieron porque mujeres y hombres que vendían almojábanas en el parque de las almojabaneras, cambiaron de vida; convirtieron los patios de sus casas en bodegas de almacenamiento y las terrazas en expendios de gasolina y Acpm de contrabando proveniente del vecino país de Venezuela.

Las calles se fueron llenando poco a poco de peligrosos expendios abastecidos por ‘kamikazes’ que protagonizaban las llamadas caravanas de la muerte, conformadas en su mayoría por viejos Renualt 18 cargados hasta con 60 ‘pimpinas’, desde la frontera de la Alta Guajira colombo-venezolana hasta el pequeño pueblo ubicado a 15 minutos de Valledupar.

Como en todo negocio las fallas cuestan, pero en este los errores se pagan con la vida. En esos viajes a más de 120 kilómetros por hora, cuando no es trocha, los carros que chocan o quedan fuera de control por alguna falla mecánica casi siempre ocasionan una tragedia fatal, puesto que transportan una verdadera ‘bomba de tiempo’.

“Hace ocho años al carro se le estalló una llanta y el muchacho que me ayudaba se tiró, yo quedé adentro y me salvé gracias a Dios. He visto a muchos morir quemados”, cuenta don Jaime.

Pero la mala hora no sólo está en las carreteras. Hugo Jesús Sierra Mieles, también es ‘pimpinero’, pero demás tiene otro difícil oficio, el de bombero. Sin conocimientos en estrategias de socorro un grupo de pacíficos organizó en el año 2009 un improvisado cuerpo de bomberos ante la necesidad de atender con rapidez los incendios que se presentaban en accidentes de tránsito o en las casas utilizadas como bodegas o expendios de gasolina.

“Mientras esperábamos a los bomberos de Valledupar se perdía mucho tiempo, por lo que con una máquina que nosotros mismos fabricamos empezamos a apagar los incendios”, dijo el hombre que en la actualidad es subcomandante del grupo bomberil.

Una de las tragedias más graves en La Paz ocurrió el 15 de noviembre de 2013. Era viernes, cuando a la 1:20 de la tarde la ‘bomba de tiempo’ estalló. La gasolina corrió por la calle y con esta, el fuego que consumió siete viviendas, tres vehículos y una motocicleta, en la manzana dos del barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos.

“Estaban pasando gasolina en un ‘burro’ (aparato donde filtran el hidrocarburo) desde los tanques que estaban en una camioneta tipo Triton hacia las pimpinas, cuando ésta se recalentó y explotó”, dijo un testigo de ese incendio, que difícilmente se borrará de su memoria porque eran llamas de más de 10 metros de altura que devastaban todo a su paso.

La emergencia no fue mayor por la oportuna reacción de los bomberos de La Paz, Codazzi y Valledupar.

Malos augurios
“Pelaito tu si eres feo”, dijo un vigilante a un niño que se encontró merodeando una madrugada a pocas cuadras de la plaza principal del municipio de La Paz.

“Feo es lo que va a pasar aquí en La Paz”, asegura que le respondió el pequeño con aspecto extraño, al que luego vio como un espectro que desaparecía en la penumbra.

El inusual encuentro fue dado a conocer y de boca en boca el miedo se fue expendiendo y hasta el más incrédulo quedo convencido de la aparición con las filmaciones de cámaras de celular en las que quedó registrada una figura extraña, que algunos aseguran es el niño que hizo el extraño augurio.

“Me pasa de una esquina a otra un niño de cinco o cuatro años, de repente yo voy a la esquina para darme cuenta con quién venía el niño, porque es raro ver a un niño solo a esa hora de la noche; cuando me doy cuenta que ya no está ni el niño, ni tampoco hay nadie en el lugar. Entonces, grabo las calles, me regreso al sitio y viene un llanto por la calle tenebroso que causa bastante terror, al revisar el video aparece la figura de un niño como un fantasma que va desapareciendo”, aseguró en julio del año pasado, Oscar Muñoz, celador comunitario del barrio Centro.

Coincidencia o no, un evento paranormal que puso los pelos de punta a más de uno volvió a ocurrir dos días después, frente a la parroquia San Francisco de Asís, a pocos metros de la alcaldía.

El automóvil de la comisaria de familia, Cielo Trujillo, empezó a conducirse solo, como si estuviera embrujado. Estaba estacionado y empezó a andar por el marco de la plaza, inclusive cruzó en la esquina de la iglesia y algunos aseguran que dio rever al toparse con un muro.

“No se veía quien manejaba porque el carro estaba prendido por dentro, había candela y mucho humo, le tiramos palos, extintores a la llantas para tratar de detenerlo pero seguía hacia adelante a una velocidad mínima pero constante”, recuerda Julio Ramírez, líder comunitario del barrio 19 de marzo, que ese día se encontraba haciendo una diligencia en la Alcaldía.

Con precisión de relojero, como quedó grabado en un video de celular, el vehículo pasó entre un poste y árbol, maniobra que a cualquier conductor le hubiese costado trabajo hacerla por el poco espacio que hay entre los dos elementos.

Fue así como el carro solo se detuvo cuando chocó contra la terraza de la casa del ganadero Fredy Calderón, ubicada en la calle 8ª con carrera 7-47. Allí la gente empezó a buscar baldes con agua para sofocar las llamas que alcanzaban los dos metros de altura.

El susto fue más grande para la gente cuando el carro estaba detenido y verificaron que no había nadie en el interior. El incendio fue controlado, pero extrañamente en las paredes blancas de la casa de Fredy Calderón no quedó ni un rastro del fuego.

“La candela no dejó ni un quemón en las paredes, algo sobrenatural. Al rato la gente probó con velas y esas llamitas enseguida dejaban su marca en las paredes, por lo que no nos explicamos cómo las llamas de casi dos metros de altura no ocasionaron ningún estrago en la casa”, relata Fredy Calderón.

A los pocos días, algo extraño volvió a suceder en La Paz, en medio de los ya comunes incendios por almacenamiento indebido de gasolina, varios locales fueron consumidos por las llamas y hay quienes aseguran que al grabar la conflagración con sus celulares vieron figuras extrañas, rostros formados por el fuego.

Los más escépticos frente a los temas de ultratumba aseguran que el presagio del supuesto niño fantasma se puede estar cumpliendo desde el pasado siete septiembre, desde que fue cerrada la frontera en La Guajira colombo-venezolana. Además de la restricción del paso de personas de un país a otro empezó menguar el contrabando por los estrictos controles de la guardia venezolana.

A punto de cumplirse un mes del cierre fronterizo, el negocio de la gasolina yo no es rentable para los ‘pimpineros’ de La Paz y las otras poblaciones de La Guajira y Cesar que también habían adoptado este negocio.

Las pirámides de canecas repletas de gasolina han desaparecido de vías principales como la avenida Ciro Pupo Martínez, sólo hay algunos ‘pimpineros’ que revenden a 12 mil pesos la gasolina colombiana que compran en las estaciones de servicio, a 6.300 por galón. Los clientes escasean, sólo les compran quienes no quieren perder tiempo en las inmensas filas de las estaciones de servicio que ahora no dan abasto para cubrir todo el mercado que tenía el contrabando.

El cupo de 200 mil galones de combustible colombiano asignado por el Ministerio de Minas a las dos estaciones de servicio legales del municipio debería ser consumido en un mes, pero sólo dura más de semana, por lo que se estima que requieren un cupo cuatro veces mayor, sí se mantiene el ‘chorro’ cerrado a la gasolina de contrabando.

“La cosa está fea, no hay empleo y han aumentado los atracos porque la gente tiene que buscar comida de alguna forma, nos ha tocado hasta cambiar la dieta porque antes sacábamos 30 mil pesos para el sustento diario de la familia y ahora no tenemos ni para comprar una bolsa de agua”, dijo uno de los ‘pimpineros’ que prefirió no dar a conocer su nombre.

Como él, cientos de personas tienen las esperanzas puestas en los proyectos de reconversión socio laboral que lidera la Alcaldía de La Paz, con los cuales se pretende sacar gradualmente a los contrabandistas del negocio y reinsertarlos en la vida laboral formal.

Según estadísticas de la administración municipal, el 90 por ciento de sus ciudadanos deriva los ingresos económicos directa o indirectamente del combustible de contrabando; unos venden, otros transportan y los más pudientes sólo aportan el capital.

La venta de gasolina y el Acpm de contrabando fue tan atractiva que foráneos llegaron a La Paz, y a través de censos las autoridades locales han identificado que el 60% de los ‘pimpineros’ tienen ascendencia en el municipio y el resto son forasteros que aprovecharon la coyuntura para hacer negocio.

“Nosotros tenemos un objetivo de reconvertir sociolaboralmente a 1.111 personas de 2.480 que tenemos como meta final. Consideramos que son aproximadamente 2.500 personas que están ofertando combustible de manera informal e ilegal en nuestro municipio y tenemos 2.137 millones de pesos para la meta de este año que es reconvertir 475 personas”, explica el alcalde Wilson Rincón.

El mandatario sostiene que como la bonanza de la gasolina comenzó a menguar, el municipio tiene que volver a su vocación campesina y con apoyo del Sena ofertar otros servicios con miras a lo que será la entrada en funcionamiento de la sede caribe de la Universidad Nacional, principalmente en los sectores de alimentos y mecánica automotriz.

“Estamos dándoles a cada ‘pimpinero’ de capital semilla dos millones 250 mil pesos y de capital de crédito a través de fondo rotatorio que administramos en el municipio dos millones 250 mil pesos; no es solo darle cuatro millones 500 mil pesos, sino enseñarles a pescar y de una vez darles la caña”, así resume el plan financiero para apalancar las nuevas ideas con las que se aspira una vez se reabra la frontera gran porcentaje de habitantes de La Paz, tengan negocios legales y estén capacitados en varios programas técnicos que les permitan tener más opciones laborales.

Ante el incierto panorama de La Paz, a Jaime Enrique Ramírez lo invade un sentimiento de culpa como uno de los pioneros del negocio de la gasolina, pero como el mismo lo dice “a lo hecho pecho”. Su pensión son viejos carros Ford 350, que ya no cargan pimpinas, con algunos no sabe qué hacer porque son venezolanos, lo que sí tiene claro es que a pesar de su edad quiere seguir trabajando, ahora transporta ladrillos y cualquier carga que se ofrezca.

Los que ya han recibido los recursos del gobierno han montado café internet, restaurantes y criaderos de pollos, pero a la solución parece que le falta algo, porque algunos dicen que no hay con qué comprar y hasta las almojábanas se quedan en las bandejas. Los pocos compradores son los conductores que antes llegaban a tanquear sus vehículos y que ahora solo pasan por el pueblo en el que se convirtió en leyenda la historia de un niño que advirtió que algo feo iba a pasar.

Mario Rodríguez. Pimpinero
Estamos esperando la solución que nos dé el gobierno, porque somos unos padres de familia afectados económicamente por la situación que se está presentado en la frontera.

Jader Roco. Pimpinero
Necesitamos que el alcalde nos dé la cara y nos diga qué piensa hacer con nosotros, varias veces no ha dejado esperando. Hemos protestado pacíficamente con pancartas porque lo que queremos es trabajar.

“Consideramos que son aproximadamente 2.500 personas que están ofertando combustible de manera informal e ilegal en nuestro municipio y tenemos 2.137 millones de pesos para la meta de este año que es reconvertir 475 personas”: Wilson Rincón, alcalde de La Paz.

El incendio en el barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos, ha sido uno de los más graves ocurridos en La Paz. El 15 de noviembre de 2013. EL PILÓN / Archivo.

El incendio en el barrio José María Oñate, más conocido el barrio Los Enanos, ha sido uno de los más graves ocurridos en La Paz. El 15 de noviembre de 2013. EL PILÓN / Archivo.