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Editorial - 23 enero, 2017

Alcalde: ¿La corrupción en casa?

Señor alcalde: el país se conmueve desesperado sobre el grado de corrupción a que se ha llegado. El Presidente de la República ha citado una urgente alta Comisión de Moralización de la que hacen parte el Contralor, el Procurador y el Fiscal. Hemos apoyado su gestión en función de recuperar a la ciudad, pero esta […]

Señor alcalde: el país se conmueve desesperado sobre el grado de corrupción a que se ha llegado. El Presidente de la República ha citado una urgente alta Comisión de Moralización de la que hacen parte el Contralor, el Procurador y el Fiscal.

Hemos apoyado su gestión en función de recuperar a la ciudad, pero esta vez las cosas que pasan en el Palacio Municipal podrían dar mucho que desear.

Lo queremos prevenir de un escándalo mayor en que se sacrifique usted (o lo sacrifiquen) en su decorosa trayectoria pública, la ciudad y la sociedad. Hemos apostado en esta Casa Editorial para que su gobierno sea de efectiva transformación y grata recordación.

Tiene el loable propósito de invertir en su gobierno o en conjunto con el departamental más de $100 mil millones para el municipio. ¿Habrá sobre-costos, mordidas, comisiones? Es lo que el ciudadano hoy se pregunta. ¿Hay algún financiador de la campaña al cual satisfacer?, ¿ávidos de dar su zarpazo, se ha inoculado entre los funcionarios públicos, contratistas y políticos el valor del enriquecimiento personal, a ultranza, a como dé lugar?

Esto se entiende por la preocupante exaltación que ciertos sectores de la comunidad, en la inversión de valores, hace de los ricos, ¡por ser ricos!

Pero señor alcalde:

Si se adquieren bienes al doble o a un valor sustancialmente superior a su real precio en el mercado, como el denominado dispositivo conocido como Dron adquirido por el municipio, para el servicio propio o de la policía por $38 millones, es para preocuparnos, los vallenatos. Esos que lo quieren y no quieren verse defraudados. Lo llamamos a que sea el primero en poner el grito en el cielo, investigar y darle un alto tono moral a su administración.

Muchas voces que comentan en nuestra web la noticia sugieren que eso es práctica recurrente, aunque no tenemos evidencias para afirmarlo; el que los bienes y servicios que adquiere el municipio se hacen a costos superiores a los reales del mercado. Deseamos que sea un hecho aislado.

Cuánto se ha perdido: hace casi 30 años, con ocasión de la primera administración elegida por el pueblo vallenato, la de Rodolfo Campo, precedida de algunos buenos mandatarios, el Banco Mundial exaltaba a Valledupar entre ciudades modelos a nivel latinoamericano, porque, entre varios aspectos evaluados, los ciudadanos decían por amplia mayoría que tenían confianza de que el gobierno municipal adquiría los bienes y servicios y contrataba las obras públicas al menor costo posible, buscándole ahorros al patrimonio social y a los dineros de los contribuyentes. Estos veían las obras, que el dinero rendía y con gusto pagaban sus impuestos.

Era la Valledupar en que se criaba el alcalde, en la que los vallenatos, burlándose con ironía de Barranquilla o Montería, entonces consideradas campeonas de la corrupción, el atraso y el malestar de la ciudadanía, -cómo cambian los tiempos- estaban muy orgullosos de su condición de ciudadanos y de los gobernantes que los regían.

Editorial
23 enero, 2017

Alcalde: ¿La corrupción en casa?

Señor alcalde: el país se conmueve desesperado sobre el grado de corrupción a que se ha llegado. El Presidente de la República ha citado una urgente alta Comisión de Moralización de la que hacen parte el Contralor, el Procurador y el Fiscal. Hemos apoyado su gestión en función de recuperar a la ciudad, pero esta […]


Señor alcalde: el país se conmueve desesperado sobre el grado de corrupción a que se ha llegado. El Presidente de la República ha citado una urgente alta Comisión de Moralización de la que hacen parte el Contralor, el Procurador y el Fiscal.

Hemos apoyado su gestión en función de recuperar a la ciudad, pero esta vez las cosas que pasan en el Palacio Municipal podrían dar mucho que desear.

Lo queremos prevenir de un escándalo mayor en que se sacrifique usted (o lo sacrifiquen) en su decorosa trayectoria pública, la ciudad y la sociedad. Hemos apostado en esta Casa Editorial para que su gobierno sea de efectiva transformación y grata recordación.

Tiene el loable propósito de invertir en su gobierno o en conjunto con el departamental más de $100 mil millones para el municipio. ¿Habrá sobre-costos, mordidas, comisiones? Es lo que el ciudadano hoy se pregunta. ¿Hay algún financiador de la campaña al cual satisfacer?, ¿ávidos de dar su zarpazo, se ha inoculado entre los funcionarios públicos, contratistas y políticos el valor del enriquecimiento personal, a ultranza, a como dé lugar?

Esto se entiende por la preocupante exaltación que ciertos sectores de la comunidad, en la inversión de valores, hace de los ricos, ¡por ser ricos!

Pero señor alcalde:

Si se adquieren bienes al doble o a un valor sustancialmente superior a su real precio en el mercado, como el denominado dispositivo conocido como Dron adquirido por el municipio, para el servicio propio o de la policía por $38 millones, es para preocuparnos, los vallenatos. Esos que lo quieren y no quieren verse defraudados. Lo llamamos a que sea el primero en poner el grito en el cielo, investigar y darle un alto tono moral a su administración.

Muchas voces que comentan en nuestra web la noticia sugieren que eso es práctica recurrente, aunque no tenemos evidencias para afirmarlo; el que los bienes y servicios que adquiere el municipio se hacen a costos superiores a los reales del mercado. Deseamos que sea un hecho aislado.

Cuánto se ha perdido: hace casi 30 años, con ocasión de la primera administración elegida por el pueblo vallenato, la de Rodolfo Campo, precedida de algunos buenos mandatarios, el Banco Mundial exaltaba a Valledupar entre ciudades modelos a nivel latinoamericano, porque, entre varios aspectos evaluados, los ciudadanos decían por amplia mayoría que tenían confianza de que el gobierno municipal adquiría los bienes y servicios y contrataba las obras públicas al menor costo posible, buscándole ahorros al patrimonio social y a los dineros de los contribuyentes. Estos veían las obras, que el dinero rendía y con gusto pagaban sus impuestos.

Era la Valledupar en que se criaba el alcalde, en la que los vallenatos, burlándose con ironía de Barranquilla o Montería, entonces consideradas campeonas de la corrupción, el atraso y el malestar de la ciudadanía, -cómo cambian los tiempos- estaban muy orgullosos de su condición de ciudadanos y de los gobernantes que los regían.