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Columnista - 4 agosto, 2010

AL RESCATE DE EMDUPAR

ESCALPELO Por: DICKSON E. QUIROZ TORRES Nada peor que el empobrecerse. Hace unos años el vallenato sacaba pecho por la belleza y calidad de vida de su ciudad, que a granel y con justicia merecía los más elogiosos comentarios: la ciudad más arborizada, el agua más pura y sabrosa, la más limpia, acuñándose la famosa […]

ESCALPELO

Por: DICKSON E. QUIROZ TORRES

Nada peor que el empobrecerse. Hace unos años el vallenato sacaba pecho por la belleza y calidad de vida de su ciudad, que a granel y con justicia merecía los más elogiosos comentarios: la ciudad más arborizada, el agua más pura y sabrosa, la más limpia, acuñándose la famosa y perdurable  frase de la Sorpresa Caribe, la suma de esos atributos. Vivíamos orgullosos de nuestra empresa de servicio público.

La cuestión ha cambiado de cabo a rabo. Hoy Emdupar sigue siendo la joya de la corona, pero no por la eficiencia y eficacia de los servicios ofrecidos, sino por todo lo contrario; cual PDVSA, por ser vil caja menor burocrática y contratocrática de los mandatarios municipales. Hoy es un desastre y provoca mayor frustración al contrastarse con otras exitosas empresas públicas del país, como la de Bogotá o Medellín, para citar sólo dos de muchas, cuya eficiencia les alcanza y sobra para generar excedentes y crecer e invertir en mega proyectos.

Emdupar ha perdido el norte, no cabe duda, y ello data de varias administraciones atrás, que tampoco sería justo chantarle toda la responsabilidad a la actual. Pasmémonos: entre  el penúltimo periodo y lo que va corrido del actual, un total de 10 personas se han desempeñado como gerente de la empresa. Pueden contarse: Después de William Aroca sobrevinieron Gonzalo Gómez, Chinchilla, Darío Zalabata (batió el récord con 20 meses), Rojas, Castro, Licinio Beleño, Becerra, Joaquín Martínez, Daza y Rosa Cotes.

Si eso no es irresponsabilidad, pues que piquen caña, y más aún cuando otras cargas pesadísimas, distintas a las misionales (gestor del embalse multipropósito de Los Besotes y ejecutor de convenios interadministrativos), convierten a Emdupar en una empresa con un cuerpo descomunal sostenido por unos pies desproporcionadamente pequeños.

La oportunidad la pintan calva, y se la ofrecen, alcalde Fernández Maestre: saque a relucir su grandeza, su amor por Valledupar y sus valores éticos para recuperar a Emdupar aprovechando la acefalía de su titularidad. Emdupar puede volver a ser lo que antaño fue, puede emular a las grandes empresas de servicios públicos del país, y de contera, puede hacer de Valledupar la Sorpresa Caribe que una vez fue. Grandes y cojonudos son los problemas de la empresa para agregarle nuevos desatendiendo los actuales:
– La cartera vencida es descomunal; recuperada, otro gallo cantaría;
– La desactualización de su software no permite identificar deudores y menos planificar o proyectar debidamente la empresa;
– Las cargas laborales y pensionales son gigantescas;
– Vergonzantes los índices de agua no contabilizadas;
– La planta de tratamiento se quedó corta para la ciudad;
– Es necesaria la reposición de las redes de acueducto y alcantarillado. A propósito ¿Conoce la empresa la capacidad y calidad de la tubería enterrada para establecer si puede o no llevar el volumen de agua necesaria?
– ¿Está sectorizada hidráulicamente la ciudad para el óptimo manejo del acueducto?

Con semejantes problemas encima, Emdupar necesita con urgencia un revolcón; aplazarlo sería perderla definitivamente merced a su privatización o tercerización. Aproveche la oportunidad, alcalde, nombrándole un gerente de verdad verdad ajeno a la politiquería coyuntural, escogiendo al mejor de los pocos talentosos disponibles, cuya misión principal sería darle estructura gerencial-empresarial a Emdupar, una estructura que le de autonomía a su junta directiva, que la manumita de la égida del alcalde y que permita una estabilidad de su cuerpo directivo dependiendo del unos indicadores de gestión y resultados.

Hay que liberar a Emdupar de sus cargas accesorias, pues si no puede con el arete para qué candongas. Imagínense: en el despelote, y aún sin gerente, y tener que manejar por convenio interadministrativo los recursos destinados a acueductos y alcantarillados de sectores rurales.

Una digresión: Preocupa la altísima causación de intereses de los casi 37 mil millones de pesos fruto del empréstito para las obras rurales. Desde el 14 de mayo último están depositados en el BBVA causando intereses por más de $4.000 millones anuales. Es decir, a la fecha se han causado intereses por casi mil millones de pesos, y de las obras nada. Preocupa por el detrimento patrimonial a las arcas del municipio, porque además Emdupar debe pagar el 1.5% como impuesto al patrimonio.

Columnista
4 agosto, 2010

AL RESCATE DE EMDUPAR

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dickson E. Quiroz Torres

ESCALPELO Por: DICKSON E. QUIROZ TORRES Nada peor que el empobrecerse. Hace unos años el vallenato sacaba pecho por la belleza y calidad de vida de su ciudad, que a granel y con justicia merecía los más elogiosos comentarios: la ciudad más arborizada, el agua más pura y sabrosa, la más limpia, acuñándose la famosa […]


ESCALPELO

Por: DICKSON E. QUIROZ TORRES

Nada peor que el empobrecerse. Hace unos años el vallenato sacaba pecho por la belleza y calidad de vida de su ciudad, que a granel y con justicia merecía los más elogiosos comentarios: la ciudad más arborizada, el agua más pura y sabrosa, la más limpia, acuñándose la famosa y perdurable  frase de la Sorpresa Caribe, la suma de esos atributos. Vivíamos orgullosos de nuestra empresa de servicio público.

La cuestión ha cambiado de cabo a rabo. Hoy Emdupar sigue siendo la joya de la corona, pero no por la eficiencia y eficacia de los servicios ofrecidos, sino por todo lo contrario; cual PDVSA, por ser vil caja menor burocrática y contratocrática de los mandatarios municipales. Hoy es un desastre y provoca mayor frustración al contrastarse con otras exitosas empresas públicas del país, como la de Bogotá o Medellín, para citar sólo dos de muchas, cuya eficiencia les alcanza y sobra para generar excedentes y crecer e invertir en mega proyectos.

Emdupar ha perdido el norte, no cabe duda, y ello data de varias administraciones atrás, que tampoco sería justo chantarle toda la responsabilidad a la actual. Pasmémonos: entre  el penúltimo periodo y lo que va corrido del actual, un total de 10 personas se han desempeñado como gerente de la empresa. Pueden contarse: Después de William Aroca sobrevinieron Gonzalo Gómez, Chinchilla, Darío Zalabata (batió el récord con 20 meses), Rojas, Castro, Licinio Beleño, Becerra, Joaquín Martínez, Daza y Rosa Cotes.

Si eso no es irresponsabilidad, pues que piquen caña, y más aún cuando otras cargas pesadísimas, distintas a las misionales (gestor del embalse multipropósito de Los Besotes y ejecutor de convenios interadministrativos), convierten a Emdupar en una empresa con un cuerpo descomunal sostenido por unos pies desproporcionadamente pequeños.

La oportunidad la pintan calva, y se la ofrecen, alcalde Fernández Maestre: saque a relucir su grandeza, su amor por Valledupar y sus valores éticos para recuperar a Emdupar aprovechando la acefalía de su titularidad. Emdupar puede volver a ser lo que antaño fue, puede emular a las grandes empresas de servicios públicos del país, y de contera, puede hacer de Valledupar la Sorpresa Caribe que una vez fue. Grandes y cojonudos son los problemas de la empresa para agregarle nuevos desatendiendo los actuales:
– La cartera vencida es descomunal; recuperada, otro gallo cantaría;
– La desactualización de su software no permite identificar deudores y menos planificar o proyectar debidamente la empresa;
– Las cargas laborales y pensionales son gigantescas;
– Vergonzantes los índices de agua no contabilizadas;
– La planta de tratamiento se quedó corta para la ciudad;
– Es necesaria la reposición de las redes de acueducto y alcantarillado. A propósito ¿Conoce la empresa la capacidad y calidad de la tubería enterrada para establecer si puede o no llevar el volumen de agua necesaria?
– ¿Está sectorizada hidráulicamente la ciudad para el óptimo manejo del acueducto?

Con semejantes problemas encima, Emdupar necesita con urgencia un revolcón; aplazarlo sería perderla definitivamente merced a su privatización o tercerización. Aproveche la oportunidad, alcalde, nombrándole un gerente de verdad verdad ajeno a la politiquería coyuntural, escogiendo al mejor de los pocos talentosos disponibles, cuya misión principal sería darle estructura gerencial-empresarial a Emdupar, una estructura que le de autonomía a su junta directiva, que la manumita de la égida del alcalde y que permita una estabilidad de su cuerpo directivo dependiendo del unos indicadores de gestión y resultados.

Hay que liberar a Emdupar de sus cargas accesorias, pues si no puede con el arete para qué candongas. Imagínense: en el despelote, y aún sin gerente, y tener que manejar por convenio interadministrativo los recursos destinados a acueductos y alcantarillados de sectores rurales.

Una digresión: Preocupa la altísima causación de intereses de los casi 37 mil millones de pesos fruto del empréstito para las obras rurales. Desde el 14 de mayo último están depositados en el BBVA causando intereses por más de $4.000 millones anuales. Es decir, a la fecha se han causado intereses por casi mil millones de pesos, y de las obras nada. Preocupa por el detrimento patrimonial a las arcas del municipio, porque además Emdupar debe pagar el 1.5% como impuesto al patrimonio.