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Columnista - 27 abril, 2018

Al pan pan y al vino vino

De pronto esta columna va a ser poco leída porque comenzó el recochón del Festival en donde no hay tiempo sino para beber a cantaros, comer como un animal, bailar en exceso, dormir poco y hacer todo lo que se derive de esas actividades. Bienvenidos a la mejor fiesta folclórica del mundo, las puertas del […]

De pronto esta columna va a ser poco leída porque comenzó el recochón del Festival en donde no hay tiempo sino para beber a cantaros, comer como un animal, bailar en exceso, dormir poco y hacer todo lo que se derive de esas actividades. Bienvenidos a la mejor fiesta folclórica del mundo, las puertas del Valle están abiertas para atender a todo el que llegue.

Cuando existía el Diario Vallenato, comencé a garabatear de vez en cuando y de cuando en vez y fue cuando mi papá me dijo: “No lo haces mal, pero tampoco muy bien, tienes que mejorar y si quieres escribir bien debes hablar bien, no se te olvide, procura ser sencillo, para que tus lectores no tengan que recurrir al diccionario, el castellano es rico en giros y vocablos y no hay necesidad de rebusque como algunos que para descrestar hacen gala de unos escritos difíciles de entender. Al pan pan y al vino vino”. Eso no lo he olvidado y después de haber escrito mil artículos o más, lo practico cada día al pie de la letra, lo que me hace tener la inmensa satisfacción, no quisiera decirlo, pero a veces la tanta modestia no es buena, de ser tal vez el columnista más leído en El Pilón en los 20 años que tengo de estar escribiendo en forma desinteresada y gratuita. No, gratuita no, bien pago por parte de mis lectores que en todos los lugares los encuentro y sonrientes me felicitan y agradecen mis comentarios con un fuerte abrazo; el arte de escribir, bien o mal, me ha engrandecido y me ha hecho conocer en todas partes y equivocadamente el común de la gente de bien me tiene como un hombre culto y bien leído, que ojalá fuera cierto y no es así y razón tiene el doctor José Antonio Murgas Aponte, mi querido primo, ese si culto y leído cuando dice que él no se explica el por qué la gente me lee, cuando yo no manejo ninguna idea, no convoco, no profundizo, ni convenzo, no sé quién es Borge ni Grijaldo, menos Neruda, ni Heidegger, requeté menos Marx Heggels o Einstein. Algo tiene que haber, pero de que me leen me leen y me conocen en todas partes por esas locuras y que la única cultura que tengo es haber leído novelitas del oeste que en su juventud me regalaba o prestaba el inolvidable amigo Miltón Habib, especialmente de Silver Kane y Marcial La Fuente Stephania o paquitos de la pequeña Lulú o Rico Mac Pato.

Insisto a todo el que venga a la fiesta del Festival Vallenato de que si no trae plata suficiente para los eventos caros, los hay con los mismos artistas por todas partes a veces gratis o a precios cómodos y que traigan un hígado, un estómago y un cerebro de repuesto, porque aquí no hay tiempo para más nada sino para fiestar.

Señor Director de Tránsito por enésima vez los residentes del Conjunto Rosas del Ateneo le suplicamos la instalación de un reducidor de velocidad en la carrera 11 con calle 9, para evitar una posible desgracia.

Columnista
27 abril, 2018

Al pan pan y al vino vino

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

De pronto esta columna va a ser poco leída porque comenzó el recochón del Festival en donde no hay tiempo sino para beber a cantaros, comer como un animal, bailar en exceso, dormir poco y hacer todo lo que se derive de esas actividades. Bienvenidos a la mejor fiesta folclórica del mundo, las puertas del […]


De pronto esta columna va a ser poco leída porque comenzó el recochón del Festival en donde no hay tiempo sino para beber a cantaros, comer como un animal, bailar en exceso, dormir poco y hacer todo lo que se derive de esas actividades. Bienvenidos a la mejor fiesta folclórica del mundo, las puertas del Valle están abiertas para atender a todo el que llegue.

Cuando existía el Diario Vallenato, comencé a garabatear de vez en cuando y de cuando en vez y fue cuando mi papá me dijo: “No lo haces mal, pero tampoco muy bien, tienes que mejorar y si quieres escribir bien debes hablar bien, no se te olvide, procura ser sencillo, para que tus lectores no tengan que recurrir al diccionario, el castellano es rico en giros y vocablos y no hay necesidad de rebusque como algunos que para descrestar hacen gala de unos escritos difíciles de entender. Al pan pan y al vino vino”. Eso no lo he olvidado y después de haber escrito mil artículos o más, lo practico cada día al pie de la letra, lo que me hace tener la inmensa satisfacción, no quisiera decirlo, pero a veces la tanta modestia no es buena, de ser tal vez el columnista más leído en El Pilón en los 20 años que tengo de estar escribiendo en forma desinteresada y gratuita. No, gratuita no, bien pago por parte de mis lectores que en todos los lugares los encuentro y sonrientes me felicitan y agradecen mis comentarios con un fuerte abrazo; el arte de escribir, bien o mal, me ha engrandecido y me ha hecho conocer en todas partes y equivocadamente el común de la gente de bien me tiene como un hombre culto y bien leído, que ojalá fuera cierto y no es así y razón tiene el doctor José Antonio Murgas Aponte, mi querido primo, ese si culto y leído cuando dice que él no se explica el por qué la gente me lee, cuando yo no manejo ninguna idea, no convoco, no profundizo, ni convenzo, no sé quién es Borge ni Grijaldo, menos Neruda, ni Heidegger, requeté menos Marx Heggels o Einstein. Algo tiene que haber, pero de que me leen me leen y me conocen en todas partes por esas locuras y que la única cultura que tengo es haber leído novelitas del oeste que en su juventud me regalaba o prestaba el inolvidable amigo Miltón Habib, especialmente de Silver Kane y Marcial La Fuente Stephania o paquitos de la pequeña Lulú o Rico Mac Pato.

Insisto a todo el que venga a la fiesta del Festival Vallenato de que si no trae plata suficiente para los eventos caros, los hay con los mismos artistas por todas partes a veces gratis o a precios cómodos y que traigan un hígado, un estómago y un cerebro de repuesto, porque aquí no hay tiempo para más nada sino para fiestar.

Señor Director de Tránsito por enésima vez los residentes del Conjunto Rosas del Ateneo le suplicamos la instalación de un reducidor de velocidad en la carrera 11 con calle 9, para evitar una posible desgracia.