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General - 3 diciembre, 2017

“Ahora somos hermanos hasta la muerte”: víctimas y excombatientes

Esta es la historia de la primera promoción de bachilleres adultos de Colombia, que hicieron parte del conflicto, como víctimas y victimarios, pero que hoy se funden en abrazo gracias a la educación

Eliseo Castellanos y su hija María tomaron clases juntos y recibieron grado de bachiller el mismo día en Valledupar.
Eliseo Castellanos y su hija María tomaron clases juntos y recibieron grado de bachiller el mismo día en Valledupar.

“Mi nombre es Eliseo Castellanos, ingresé al proceso de reintegración hace 14 años porque la vida no es diario de peleas ni guerras, hay que dar paz y amor para que la familia vida con tranquilidad”, dijo el adulto mayor de 71 años, con toga y birrete, luego de recibir su título de bachiller en Valledupar.

El abuelo, cucuteño de nacimiento, ahora vive en el corregimiento de Villa Germania. Allá “cría pollitos” y lo que la tierra le permita sembrar, excepto la “mala hierba”, gracias a todos los procesos educativos por los que ha pasado desde que se desmovilizó de los grupos armados al margen de la ley en Norte de Santander.

Sentimental, conmovido por el momento académico que vivió en un hotel al norte de Valledupar, logro que debió alcanzar hace más de 50 años, Eliseo abraza a su hija, quien no estuvo en grupos armados pero que, gracias a los beneficios de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, antes ACR, también se graduó de bachiller ese día, cuando ya tiene 32 años.

Padre e hija acudieron a las aulas de clase de la escuela de Villa Germania, sur de Valledupar, pero su ejemplo no es el único. Ubaldo José Rodríguez Mercado, actual presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento, también consiguió su cartón de bachiller en compañía de su esposa Bety Aponte. Ambos fueron desplazados por la violencia en el año 2002 y retornaron a sus tierras con las garantías que la Policía Nacional les brindó años más tarde.

“Mucho susto y malos ratos porque usted sabe que al llegar grupos armados al corregimiento sufrimos mucho. Tuvimos que desplazarnos… ahora estamos en clases con los que estuvieron en la guerra, pero hoy somos hermanos hasta la muerte, hasta que Dios nos lo permita”, dijo Ubaldo José.

Momentos similares se vivieron durante el grado de nueve participantes del proceso de Reintegración y 60 civiles, algunas víctimas del conflicto, todos con algo en común más allá del dolor que produce la guerra: ninguno tuvo acceso a la educación y hoy, cuando han alcanzado el título, afloran los sentimientos como el del perdón.

Las nuevas generaciones ignoran o tienen poco conocimiento que miles de personas miembros de las Farc, Eln y Autodefensas Unidas de Colombia, se desmovilizaron poco a poco en los últimos 15 años. Algunos huyeron de las filas con armamento y municiones; otros se volaron en pareja con apenas la ropa que tenían puesta porque el mando no les permitía tener una relación amorosa, y otros, en medio del combate, aceptaron iniciar la ruta de reintegración de la Agencia. El actual proceso de paz no es el único que ha brindado espacios para combatientes que hicieron tránsito a la vida civil; las Autodefensas lo hicieron años atrás.

Seguir pidiendo perdón

“Me dirijo a ustedes con el llanto en mi corazón después de haber hecho parte de este injustificable conflicto, que dejó tantas lágrimas en las víctimas: les pido perdón”, expresó el exmiembro de las AUC, Gilberto Segundo Cruz Miranda ante los graduandos, sentados lado a lado, todos de toga azul.

José Cervantes, excombatiente de 42 años, dijo que la satisfacción por el cambio de vida es un hecho. “Es un logro más de reintegrarme en la comunidad, como sociedad, como persona natural y eso para mí es de mucha alegría mirar el respaldo de mucha gente que nos han visto tomar este paso y unirnos como personas cambiadas, demostrar que es un hecho seguir luchando para hoy poder tener este logro”.

Ellos han cumplido o a punto de cumplir con un proceso de años, liderado por profesionales en diferentes disciplinas y ciencias en la Agencia para convertir ciudadanos. No cesan en su afán de pedir perdón por los hechos cometidos pues consideran que es en esa solicitud verbal, o gestual a través de miradas y abrazos, que encuentran su verdadera graduación.

Arrastrar a la familia hacia la paz

La tragedia de los guerrilleros, paramilitares y otros alzados en armas de forma ilegal, no solo radica en su historia individual o colectiva en el marco de la subordinación de guerra; estos hombres y algunas mujeres, arrastraron a sus familias hasta el hueco oscuro del conflicto, pues de una forma u otra, sus consanguíneos participaron a través de la militancia armada o apoyo logístico. Es por eso que, como un giro extraordinario de la historia, los que hicieron la guerra vincularon a sus hijos y demás familiares al proceso de reintegración.

Cada participante de los procesos, anterior reintegración y actual reincorporación, debe hacer parte de capacitaciones y recibir apoyos para volver a la vida civil, de manera productiva. Tal es el caso de los excombatientes de las Farc que están en los puntos de Tierra Grata en el Cesar y Pondores, La Guajira.

“Ellos vienen liderando sus propias iniciativas productivas, tienen un taller de confecciones en donde producen uniformes, línea para chef, productos muy bien acabados, han contado con el apoyo permanente del Sena, Cámara de Comercio, también están produciendo zapatos, y tienen unas actividades agropecuarias…”, aseguró Angélica Agamez, coordinadora de la Agencia territorial Cesar – La Guajira, refiriéndose a los exguerrlleros de las Farc que actualmente están en la zona de normalización en Tierra Grata, vereda del municipio de La Paz.

El caso de Eliseo y su hija María, quien también se graduó en la primera promoción del Modelo de Educación y Formación para la Reintegración; Ubaldo y su esposa Bety, José Cervantes y su hija Lina Patricia, todos graduados el mismo día, son ejemplos de hechos sin precedentes en Colombia.

“Yo empecé primero mis clases y la impulsé a ella para que siguiera. La apoyé para que continuara y terminara todos sus estudios y gracias a Dios hoy hemos terminado. Es muy fácil estudiar con este tipo de modelos, sentimos acompañamiento de muchas organizaciones”, manifestó José.

María Castellanos, hija de Eliseo, madre de tres hijos, decidió aceptar la invitación a superar las barreras del analfabetismo; desde aulas de clase en Villa Germania pudo lograrlo en compañía de 22 personas más. “Yo quería superarme, pero no pude, ahora que tengo mis hijos vi esta oportunidad de darles un futuro mejor, decidí seguir estudiando y he animado a mucha gente que estudie”.

Estos son algunos ejemplos de reconciliación. Mientras tanto, la guerra se trasladó a otro campo de batalla: los que la vivieron en carne propia comparten ceremonia de graduación, los que la vieron por televisión se atacan unos a otros en twitter y en marchas en los centros urbanos.

“Me dirijo a ustedes con el llanto en mi corazón después de haber hecho parte de este injustificable conflicto, que dejó tantas lágrimas en las víctimas: les pido perdón”, expresó el exmiembro de las AUC, Gilberto Segundo Cruz Miranda.

Por Andrés Llamas Nova
[email protected]

General
3 diciembre, 2017

“Ahora somos hermanos hasta la muerte”: víctimas y excombatientes

Esta es la historia de la primera promoción de bachilleres adultos de Colombia, que hicieron parte del conflicto, como víctimas y victimarios, pero que hoy se funden en abrazo gracias a la educación


Eliseo Castellanos y su hija María tomaron clases juntos y recibieron grado de bachiller el mismo día en Valledupar.
Eliseo Castellanos y su hija María tomaron clases juntos y recibieron grado de bachiller el mismo día en Valledupar.

“Mi nombre es Eliseo Castellanos, ingresé al proceso de reintegración hace 14 años porque la vida no es diario de peleas ni guerras, hay que dar paz y amor para que la familia vida con tranquilidad”, dijo el adulto mayor de 71 años, con toga y birrete, luego de recibir su título de bachiller en Valledupar.

El abuelo, cucuteño de nacimiento, ahora vive en el corregimiento de Villa Germania. Allá “cría pollitos” y lo que la tierra le permita sembrar, excepto la “mala hierba”, gracias a todos los procesos educativos por los que ha pasado desde que se desmovilizó de los grupos armados al margen de la ley en Norte de Santander.

Sentimental, conmovido por el momento académico que vivió en un hotel al norte de Valledupar, logro que debió alcanzar hace más de 50 años, Eliseo abraza a su hija, quien no estuvo en grupos armados pero que, gracias a los beneficios de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, antes ACR, también se graduó de bachiller ese día, cuando ya tiene 32 años.

Padre e hija acudieron a las aulas de clase de la escuela de Villa Germania, sur de Valledupar, pero su ejemplo no es el único. Ubaldo José Rodríguez Mercado, actual presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento, también consiguió su cartón de bachiller en compañía de su esposa Bety Aponte. Ambos fueron desplazados por la violencia en el año 2002 y retornaron a sus tierras con las garantías que la Policía Nacional les brindó años más tarde.

“Mucho susto y malos ratos porque usted sabe que al llegar grupos armados al corregimiento sufrimos mucho. Tuvimos que desplazarnos… ahora estamos en clases con los que estuvieron en la guerra, pero hoy somos hermanos hasta la muerte, hasta que Dios nos lo permita”, dijo Ubaldo José.

Momentos similares se vivieron durante el grado de nueve participantes del proceso de Reintegración y 60 civiles, algunas víctimas del conflicto, todos con algo en común más allá del dolor que produce la guerra: ninguno tuvo acceso a la educación y hoy, cuando han alcanzado el título, afloran los sentimientos como el del perdón.

Las nuevas generaciones ignoran o tienen poco conocimiento que miles de personas miembros de las Farc, Eln y Autodefensas Unidas de Colombia, se desmovilizaron poco a poco en los últimos 15 años. Algunos huyeron de las filas con armamento y municiones; otros se volaron en pareja con apenas la ropa que tenían puesta porque el mando no les permitía tener una relación amorosa, y otros, en medio del combate, aceptaron iniciar la ruta de reintegración de la Agencia. El actual proceso de paz no es el único que ha brindado espacios para combatientes que hicieron tránsito a la vida civil; las Autodefensas lo hicieron años atrás.

Seguir pidiendo perdón

“Me dirijo a ustedes con el llanto en mi corazón después de haber hecho parte de este injustificable conflicto, que dejó tantas lágrimas en las víctimas: les pido perdón”, expresó el exmiembro de las AUC, Gilberto Segundo Cruz Miranda ante los graduandos, sentados lado a lado, todos de toga azul.

José Cervantes, excombatiente de 42 años, dijo que la satisfacción por el cambio de vida es un hecho. “Es un logro más de reintegrarme en la comunidad, como sociedad, como persona natural y eso para mí es de mucha alegría mirar el respaldo de mucha gente que nos han visto tomar este paso y unirnos como personas cambiadas, demostrar que es un hecho seguir luchando para hoy poder tener este logro”.

Ellos han cumplido o a punto de cumplir con un proceso de años, liderado por profesionales en diferentes disciplinas y ciencias en la Agencia para convertir ciudadanos. No cesan en su afán de pedir perdón por los hechos cometidos pues consideran que es en esa solicitud verbal, o gestual a través de miradas y abrazos, que encuentran su verdadera graduación.

Arrastrar a la familia hacia la paz

La tragedia de los guerrilleros, paramilitares y otros alzados en armas de forma ilegal, no solo radica en su historia individual o colectiva en el marco de la subordinación de guerra; estos hombres y algunas mujeres, arrastraron a sus familias hasta el hueco oscuro del conflicto, pues de una forma u otra, sus consanguíneos participaron a través de la militancia armada o apoyo logístico. Es por eso que, como un giro extraordinario de la historia, los que hicieron la guerra vincularon a sus hijos y demás familiares al proceso de reintegración.

Cada participante de los procesos, anterior reintegración y actual reincorporación, debe hacer parte de capacitaciones y recibir apoyos para volver a la vida civil, de manera productiva. Tal es el caso de los excombatientes de las Farc que están en los puntos de Tierra Grata en el Cesar y Pondores, La Guajira.

“Ellos vienen liderando sus propias iniciativas productivas, tienen un taller de confecciones en donde producen uniformes, línea para chef, productos muy bien acabados, han contado con el apoyo permanente del Sena, Cámara de Comercio, también están produciendo zapatos, y tienen unas actividades agropecuarias…”, aseguró Angélica Agamez, coordinadora de la Agencia territorial Cesar – La Guajira, refiriéndose a los exguerrlleros de las Farc que actualmente están en la zona de normalización en Tierra Grata, vereda del municipio de La Paz.

El caso de Eliseo y su hija María, quien también se graduó en la primera promoción del Modelo de Educación y Formación para la Reintegración; Ubaldo y su esposa Bety, José Cervantes y su hija Lina Patricia, todos graduados el mismo día, son ejemplos de hechos sin precedentes en Colombia.

“Yo empecé primero mis clases y la impulsé a ella para que siguiera. La apoyé para que continuara y terminara todos sus estudios y gracias a Dios hoy hemos terminado. Es muy fácil estudiar con este tipo de modelos, sentimos acompañamiento de muchas organizaciones”, manifestó José.

María Castellanos, hija de Eliseo, madre de tres hijos, decidió aceptar la invitación a superar las barreras del analfabetismo; desde aulas de clase en Villa Germania pudo lograrlo en compañía de 22 personas más. “Yo quería superarme, pero no pude, ahora que tengo mis hijos vi esta oportunidad de darles un futuro mejor, decidí seguir estudiando y he animado a mucha gente que estudie”.

Estos son algunos ejemplos de reconciliación. Mientras tanto, la guerra se trasladó a otro campo de batalla: los que la vivieron en carne propia comparten ceremonia de graduación, los que la vieron por televisión se atacan unos a otros en twitter y en marchas en los centros urbanos.

“Me dirijo a ustedes con el llanto en mi corazón después de haber hecho parte de este injustificable conflicto, que dejó tantas lágrimas en las víctimas: les pido perdón”, expresó el exmiembro de las AUC, Gilberto Segundo Cruz Miranda.

Por Andrés Llamas Nova
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