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Columnista - 12 mayo, 2017

Agua pa’ arriba y agua pa’ abajo

Hace rato se acabó el verano con sus penurias y dificultades, estamos en invierno también con sus problemas, pero como dice mi buen amigo y compañero de mesa ‘El Negro’ Roys, los problemas del invierno algo dejan, los daños del verano no dejan sino desolación. Todos los años es lo mismo, lamentos y quejidos en […]

Hace rato se acabó el verano con sus penurias y dificultades, estamos en invierno también con sus problemas, pero como dice mi buen amigo y compañero de mesa ‘El Negro’ Roys, los problemas del invierno algo dejan, los daños del verano no dejan sino desolación. Todos los años es lo mismo, lamentos y quejidos en verano y quejidos y lamentos en invierno, en verano por la escasez de agua y en invierno por la abundancia de ella; en todo caso bienvenido señor invierno y bienvenidas las crecientes de los ríos, especialmente el Guatapurí y el Cesar, porque con ellas habrá magnificas cosechas especialmente de arroz, frutales y de pancoger, la leche aumentará ostensiblemente, los terneros se desarrollan rápidamente y los novillos engordan para ser llevados al matadero, en fin hay bonanza para el campo, especialmente para los ganaderos a pesar de la cantaleta que hace toda una vida les oigo de que la ganadería no es buen negocio y que la desarrollan por pura quijotada. ¿Será eso verdad?

Hay abundancia de agua, se riegan árboles y jardines en exceso, se lavan carros, motos y cuanta maquinaria hay en las puertas, se bota inmisericordemente por todas partes, se malgasta y se tira pa’ arriba, pa’ abajo y pa’ todos los lados, en fin hay mojadera y despilfarro por dondequiera se mete el ojo. Sabroso así, sin acordarse de que el verano tarde que temprano llega, llega de nuevo y el ganado se muere de sed, los árboles se secan, los cultivos se pierden y ya hasta los humanos soportamos la sed y no nos preocupamos por guardar un metro cúbico del precioso y vital líquido.

Nadie, sino yo como una sola golondrina, que no hace verano ha vuelto a hablar del reservorio, embalse, represa o lo que sea de Los Besotes, la obra redentora de este departamento, pues todos estamos engolosinados y obsesionados con el pocón de agua que corre por los ríos, especialmente del Guatapurí, con las modernas crecientes súbitas, pues siempre ha habido crecientes que van a dar al Cesar y de ahí de tumbo en tumbo al mar, en donde con métodos modernos y en fábricas sus aguas saladas son convertidas en dulces y potables y que según los israelistas es la solución de la península de La Guajira.

Señores amantes del río Guatapurí, retomen el tema, vuelvan a los desayunos en donde a pesar de hablar paja, se fraterniza y surgen ideas que pueden ser aprovechadas, máxime ahora que el doctor Edgardo Maya Villazón ha manifestado su interés por esta obra y hay que aprovecharlo al frente de la Contraloría General de la República en donde está haciendo las cosas bien.

Con el invierno comenzó la aparición de los árboles y se prevé una gran cosecha de mangos, pero también una gran cosecha de vándalos que machete y palo en mano los están cogiendo bichecitos y ay de quien se atreva a llamarles la atención con el riesgo de ser agredido por estos bandidos, que aparentemente están drogados. Señor Comandante de la Policía haga algo en este sentido y evite que los árboles se esterilicen.

Señor Secretario de Tránsito, o renuncia o cumpla con su deber, el Valle está hecho un infierno por el desorden imperante, debido al gran número de vehículos (carros, motos, mototaxis y hasta ciclas) que circulan por sus calles y la única solución es ordenar las vías en una sola dirección e instalar semáforos en las Glorietas tal como se hizo, con buenos resultados en la del Pedazo del Acordeón.
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Columnista
12 mayo, 2017

Agua pa’ arriba y agua pa’ abajo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Hace rato se acabó el verano con sus penurias y dificultades, estamos en invierno también con sus problemas, pero como dice mi buen amigo y compañero de mesa ‘El Negro’ Roys, los problemas del invierno algo dejan, los daños del verano no dejan sino desolación. Todos los años es lo mismo, lamentos y quejidos en […]


Hace rato se acabó el verano con sus penurias y dificultades, estamos en invierno también con sus problemas, pero como dice mi buen amigo y compañero de mesa ‘El Negro’ Roys, los problemas del invierno algo dejan, los daños del verano no dejan sino desolación. Todos los años es lo mismo, lamentos y quejidos en verano y quejidos y lamentos en invierno, en verano por la escasez de agua y en invierno por la abundancia de ella; en todo caso bienvenido señor invierno y bienvenidas las crecientes de los ríos, especialmente el Guatapurí y el Cesar, porque con ellas habrá magnificas cosechas especialmente de arroz, frutales y de pancoger, la leche aumentará ostensiblemente, los terneros se desarrollan rápidamente y los novillos engordan para ser llevados al matadero, en fin hay bonanza para el campo, especialmente para los ganaderos a pesar de la cantaleta que hace toda una vida les oigo de que la ganadería no es buen negocio y que la desarrollan por pura quijotada. ¿Será eso verdad?

Hay abundancia de agua, se riegan árboles y jardines en exceso, se lavan carros, motos y cuanta maquinaria hay en las puertas, se bota inmisericordemente por todas partes, se malgasta y se tira pa’ arriba, pa’ abajo y pa’ todos los lados, en fin hay mojadera y despilfarro por dondequiera se mete el ojo. Sabroso así, sin acordarse de que el verano tarde que temprano llega, llega de nuevo y el ganado se muere de sed, los árboles se secan, los cultivos se pierden y ya hasta los humanos soportamos la sed y no nos preocupamos por guardar un metro cúbico del precioso y vital líquido.

Nadie, sino yo como una sola golondrina, que no hace verano ha vuelto a hablar del reservorio, embalse, represa o lo que sea de Los Besotes, la obra redentora de este departamento, pues todos estamos engolosinados y obsesionados con el pocón de agua que corre por los ríos, especialmente del Guatapurí, con las modernas crecientes súbitas, pues siempre ha habido crecientes que van a dar al Cesar y de ahí de tumbo en tumbo al mar, en donde con métodos modernos y en fábricas sus aguas saladas son convertidas en dulces y potables y que según los israelistas es la solución de la península de La Guajira.

Señores amantes del río Guatapurí, retomen el tema, vuelvan a los desayunos en donde a pesar de hablar paja, se fraterniza y surgen ideas que pueden ser aprovechadas, máxime ahora que el doctor Edgardo Maya Villazón ha manifestado su interés por esta obra y hay que aprovecharlo al frente de la Contraloría General de la República en donde está haciendo las cosas bien.

Con el invierno comenzó la aparición de los árboles y se prevé una gran cosecha de mangos, pero también una gran cosecha de vándalos que machete y palo en mano los están cogiendo bichecitos y ay de quien se atreva a llamarles la atención con el riesgo de ser agredido por estos bandidos, que aparentemente están drogados. Señor Comandante de la Policía haga algo en este sentido y evite que los árboles se esterilicen.

Señor Secretario de Tránsito, o renuncia o cumpla con su deber, el Valle está hecho un infierno por el desorden imperante, debido al gran número de vehículos (carros, motos, mototaxis y hasta ciclas) que circulan por sus calles y la única solución es ordenar las vías en una sola dirección e instalar semáforos en las Glorietas tal como se hizo, con buenos resultados en la del Pedazo del Acordeón.
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